Siete años atrás
—¿Eso quiere decir que no veré a mamá nunca más? —pregunto, sin terminar de entenderlo.
Mi hermano se arrodilla para estar a mi altura y envuelve mis manos con las suyas, como las flores que se cierran de noche. Nunca antes había visto a Malcom llorar. Es extraño porque no hace ruido y sus lágrimas no quieren caer de sus ojos. Están cómodas ahí, pero no debe ser agradable tener huéspedes indeseados que te bloquean la vista.
—Depende —dice Kansas a mi lado, en el banco.
—¿De qué?
—De lo que creas.
—¿Y en qué creo?
Malcom se ríe, pero su risa es tan rara como su forma de llorar.
—Kansas se refiere a las creencias. Hay personas que creen que luego de fallecer uno va al cielo y se reencuentra con la gente que murió antes; otros, que nos quedamos merodeando alrededor de los que queremos como fantasmas; algunos, que reencarnamos o nos volvemos la nada misma, que sería como dormir para siempre, sin sueños ni pesadillas… Simplemente dormir. Hay otras, pero esas son las más populares.
—¿No puede mamá reencarnar en su viejo cuerpo, irse al cielo a cenar con los abuelos, dormir sin tener pesadillas y visitarme como un fantasma cuando la extrañe?
—¿Crees que es posible? —cuestiona Kansas con voz triste mientras peina mi cabello.
—¿Tú no? —respondo, sorprendida—. Porque si tantas personas creen en tantas cosas, entonces, tal vez, puedan creer en muchas cosas siendo una, ¿o está mal?
Malcom niega con la cabeza.
—Puedes creer en lo que tú quieras, pero debes saber que cuando crezcas tus creencias pueden cambiar. Es habitual que los niños se hagan grandes y aún crean en lo que sus padres les dijeron, pero tu mamá nunca te educó para creyeras en algo.
Se ve apuesto usando traje. ¿Por qué la gente se viste bonita para los funerales? De todas formas, se verían incluso más lindos si usaran colores o estampados. A mí me gustan el violeta y el amarillo, también el rosa y el azul, y las flores.
—Anne quería que tú misma descubrieras en qué creer y en qué no, Zoe —explica Kansas—. Es decir, que lo que quieras creer, ahora al igual que dentro de veinte años, estará bien. Nadie puede juzgarte…