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En el pequeño país de Ecuador: cuna de hermosas maravillas naturales existe un pequeño lugar llamado Quito que solo por ubicarse en la histórica línea ecuatorial que divide el centro del planeta obtuvo semejante nombre, algunos quizá tienen su perspectiva de la historia pero lo que si se sabe, es que Ecuador es un terreno tan pequeño y atiborrado de sorpresas que incluso tiene infinidad de historias por contar, las personas sin embargo tienen su lado de la moneda que algunas veces al ser juntada con otra cara termina con una historia de lo más encantadora con dos cómplices de por medio.
— ¿Por qué me está contando esto señorita? — cuestionó el hombre mientras del otro lado de la recepción la mujer simplemente mantenía una sonrisa al estilo “Monalisa”
— Simplemente, escuche, no le tomará mucho tiempo, estimado cliente. A veces el romance es más impredecible de lo que pensamos.
Durante años una pareja de amigos comenzó una historia de lo más peculiar en este mismo sitio ¡digna de ser contada! su romance comenzó como una tierna amistad en la universidad donde ambos estudiaron para ser profesores, ella deseaba enseñar a sus estudiantes el valor de la historia, la filosofía y como la ciudadanía los convertiría en grandes personas para llevar un futuro digno sin menos preciar a los demás. Por su parte, él solo tenía un gran amor por la literatura y las historias que apasionaban a todos con sus delicados trazos, su único motivo para ser profesor era el de crear un futuro autor de libros con el cual pudiera deleitarse de sus magníficas obras. Ambas ideas chocaban entre sí como el agua y el aceite, pero finalizaban por concordar en enseñar con gran esmero a sus estudiantes en las materias por las que se habían especializado, del mismo modo sus mentalidades colisionaban en que uno de ellos podía prescindir de amigos o incluso del amor por una mujer como si fuese innecesario, mientras que ella aceptaba todas las diferencias de sus amigos y anhelaba un romance de antaño similar a las novelas y películas que había visualizado desde pequeña, pese a ello el vacío que sentían por una inmensa soledad al no ser comprendidos era cada vez más sofocante, al menos, hasta que se conocieron.
Su amistad, aunque contraria en pensamientos e ideales era mucho más fuerte que la de cualquier otro, dado que se respetaban mutuamente al mismo tiempo los dos consideraban la importancia de apoyarse para cualquier dificultad que los arremetiera, así continuó hasta se vieron a las puertas dela vida real, un objetivo claro se daba frente a ellos, una vida laboral que le permitiese la estabilidad financiera y más adelante un matrimonio que culminaría entre esta pareja que vislumbraba felicidad en cualquier sitio donde se encontrasen, tres años de matrimonio perfecto se llevaban frente a esta pareja, pero era demasiado bueno para ser cierto, de hecho, había un secreto en este matrimonio que pondría de cabeza la vida de ambos.
Erick era una persona de lo más sociable y agradable frente a todos quienes lo rodeaban ¡era el perfecto esposo! su alto era de un orgulloso 1.75 cm junto con una musculatura no tan pronunciada que lo convertían en el tipo ideal para cualquier mujer, no había ningún problema o bullicio que demostrara alguna discusión en aquella casa a las afueras de la ciudad, todos los días el hombre salía de la casa temprano a su lugar de trabajo para pasar todo el día concentrado en sus labores y regresaba por las tardes animado siendo en todo momento alguien que respetaba y jugueteaba cada que se le permitía con su compañera, o eso parecía dado que su personalidad era mucho más fría frente a quienes realmente lo conocían y pues ciertamente solo era Luperca quien estaba al tanto este lado sombrío y serio que lo hacía ver como alguien diferente a su alter ego animado, su verdadera personalidad se contrastaba en una máscara que mantenía para complacer a su madre y el sueño de esta por que tuviera amigos en los que pudiera confiar, aun así su actuación era tan buena que lograba engatusar a cualquier muchacha que lo rodeara y su aspecto era un punto a su favor, puesto que su rostro angelical contrastaba sus ojos marrones enmarcados por lentes redondos y su cabello lleno de ondas negruzcas, con las que el mismo en ocasiones lidiaba por su rebeldía.
El caso era diferente para Luperca o Lupe para sus cercanos: ella era el tipo de persona que mantenía una sonrisa alegre frente a todos y no dejaba que nadie se escapase de su alegría contagiosa, aun cuando alguien se burlase de su nombre ella mantenía una indeleble fuerza con una confianza que casi provocaba irritación entre sus enemigos ¡como si tuviera! Era el tipo de persona que no tendría enemigos, aunque lo buscaran bajo alguna piedra no habría ninguno que se opusiera y su amor por los demás era causa para tener una infinidad de pretendientes que por alguna razón no lograba reconocer, en realidad, era tan distraída en ese aspecto que muchos se rendían al no ser capaces de dar a entender sus verdaderas emociones, y su lacio cabello castaño que se extendía hasta sus hombros se ondeaba al final de este mientras se dejaba llevar los las curvilíneas formas de aquella dama que aunque no era delgada, gustaba de su cuerpo "relleno en los lugares justos", su manera de pensar era de aceptar a todos con sus diferencias, pese a ello sus ilusiones por un amor correspondido eran nulas frente a los chicos que no comprendían su forma de ser ¿por qué? Pues su peculiaridad ante tanta belleza era su “cara de póker” al siempre estar sonriente nadie sabía lo que pasaba por su mente en ese preciso momento, pero extrañamente su esposo ¿lo habría logrado? Finalmente, alguien había conseguido el corazón de aquella dama que inconscientemente era implacable y a la vista de los vecinos ella durante tres años mantuvo una sonrisa en todo momento.
El secreto de esta pareja para que sean tan felices y sin ningún percance era para algunos un misterio y uno muy bien guardado, puesto que incluso los matrimonios más largos habían tenido sus discusiones o alguna diferencia, pero ellos no, su secreto pese a tanto era más que sencillo; era un matrimonio falso, es decir que ambos mentían a sus familiares y en aquella reunión familiar no iba a ser la excepción, así pues mantenían el ritmo de sus vidas ajetreadas por el trabajo de docentes al mismo tiempo que una mentira muy bien disfrazada.
Era una vista preciosa en la casa de los recién casados: el clima era perfecto para una reunión familiar, la primera donde ambas familias conocían a la pareja que luego de tantos años había permanecido en amistad hasta evolucionar en un bello matrimonio digno de admiración entre los tíos y primos que celebraban con la carne asada dejando un camino de humo hasta el hermoso cielo azulado, la esposa repartía las limonadas para los niños mientras en el patio trasero los hombres charlaban con el recién llamado esposo entre picaras bromas y uno que otro brindis improvisado.
Las miradas entre la pareja se daban con disimulo junto con una sonrisa anónima lanzada a la lejanía, las mujeres comentaban entre ellas el hermoso vestido de la novia en ese momento mientras se alegraban porque finalmente estaba viviendo el sueño de casada, los pequeños primos por su parte jugueteaban en el verde patio que aunque no era tan grande era lo suficiente para corretear con una pelota y entre ellos el esposo que se disponía a jugar con ellos mientras era perseguido por la traviesa mirada de su amada que solo veía un tierno joven hacer su acto de buen esposo. el patio se llenaba de alegría mientras las sillas eran colocadas rodeando la imaginaria cancha de fútbol y la dama recién casada se disponía a mirar como su consorte dirigía las jugadas de los pequeños con el ánimo de un dirigente, pero la delicadeza de un buen profesor.
La vista en el juego continuaba animando a los espectadores mientras los demás hombres se le unían al recién casado en su dinámica deportiva, por su parte las esposas comenzaban a lanzar ánimos en lo que la recién casada se relajaba junto con un fresco vaso de limonada, de todas ella solo mantenía una sonrisa y lanzaba uno que otro saludo a su esposo cuando este la buscaba con la mirada, aquella seña era más que suficiente para ellos, ella se mantenía confiada en su victoria mientras que él se animaba por conseguir impresionar a su amada.
— Será un gran padre —insinuó la madre de Erick sorprendiendo a la mujer mientras tomaba asiento junto a ella— doy por puesto a que ya llevan planificando un tiempo ¿verdad?
— ¿Padre, dice? —soltó una pequeña risa nerviosa mientras trataba de controlar un inexplicable calor en sus mejillas —para mi sigue siendo un niño.
— No me diga que aún no han pensado en tener hijos.
— En realidad —pausó un momento mientras trataba de hallar una respuesta convincente — ¡olvidé que dejé un pastel en el horno! Ahora vuelvo.
Ante la huida rápida de la joven esposa, la mujer solo se extrañó por el tiempo de esposos que llevaban ¡son tres años! Y sin ningún hijo que llenara sus vidas de alegría, pero pronto consideró que quizá su hijo estaba demasiado ocupado con el trabajo para pensar en algo así, tal vez, solo lo están planificando correctamente. Con algo de dudas sobre la indecisión de su nuera se sentó y continuó bebiendo de la misma limonada que la joven dejo atrás al escapar. Entre tanto el partido había finalizado con la victoria del equipo del recién casado quien celebraba victorioso junto con los pequeños en un alegre baile en lo que volvían con sus acompañantes a seguir disfrutando de la reunión, pero este se detuvo en cuanto notó que su esposa no se encontraba y en su lugar estaba su madre con un rostro un tanto serio.
— ¿Minerva, sabes en donde está Lupe? —cuestionó el joven en lo que movía su cabeza tratando de encontrar a su esposa—.
La madre de Erick era una mujer de carácter y una templanza inquebrantable ante cualquiera que dudara de su honor como mujer, como tal se hacía respetar pese a sus tantos años de viudez como la señora que era y de ese mismo modo educó a su hijo para que fuera el mejor ejemplo para cualquiera que lo conociera, un buen hombre que reflejara la nobleza y alegría que mantuvo su padre durante su tiempo con vida antes de despedirse tras un accidente automovilístico que traumatizó a la señora hasta dejarla con el miedo de que su propio hijo saboreara la misma soledad que ella experimentó.
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