- Si te portas mal, la emperatriz Melissa vendrá por ti en la noche.- le decía una criada del palacio a su hermano menor.
- ¡No digas tonterías!- le decía el niño de 7 años.
- Se lleva a los niños desobedientes-
- ¡Es mentira!- repetía el niño haciendo pucheros siguiendo sus pasos.
- Desde que perdió a su hijo, ella visita el palacio todas las noches.
- Hay un príncipe en el palacio, ¿por qué no se lo lleva a él?-
- Ella murió pensando que nació sin vida, por eso se lleva a los niños desobedientes al inframundo.
- ¿Y que les hace?-
- Se los come. –
- Nooooooo… te acusaré con mamá!- corrió el niño llorando.
- ¿Así que la emperatriz Melissa es tan terrorífica?- pensó en voz alta un joven maestro de cabellera plateada, cerró el libro que leía, de forma brusca- Esa emperatriz podría ayudarme con este niño desobediente- sonreía para sí, viendo como desde lejos, un joven de cabello negro escalaba la panderete escapando de su clase.
- Baje de ese muro príncipe Eugene- ordenó con calma su nuevo tutor de cabello plateado, Mads Kross.
El chico de cabello negro liso y ojos morados, le observaba atónito y enojado, no esperaba que notara su ausencia tan rápido.- Maestro hoy no deseo tener lecciones, ¿de qué me sirve aprender todas esas palabras sin sentido??¡ Es aburrido!-
- Si no aprende lo básico alteza no podrá seguir avanzando, además usted me dio su palabra, lo vencí en el duelo, ¿o lo olvidó?- mantenía una dulce sonrisa en su pálido rostro.
- No olvidé eso, pero… puedo aprender todo eso yo solo, por algo soy el futuro emperador, hago lo que quiero.- gritaba cruzándose de brazos.
- Lo siento, pero su majestad me trajo acá para educarlo.-
- Mi padre no se enterará. A él no le interesa que aprenda magia…- susurró desanimado.
- Entiendo… pero… si aprende algunos trucos puede cambiar su opinión- le intentó convencer.
- ¿Cuál sería esa forma según Ud.?- preguntó con tono desafiante.-
- Ésto- Mads con su dedo índice trazó un símbolo en la tierra y luego exclamó con suavidad- Tiembla!-la tierra bajo la alta pandereta comenzó a moverse, al principio despacio, para asustar al chico rebelde, poco a poco las ondulaciones se hacían más notorias.
- ¡Eso no me asusta!- le gritó desde arriba, abrazándose al borde de la pandereta.
- Bien.- suspiró- Toco con su dedo la pandereta- Será a su manera príncipe… - la doble pared de cemento se quebró en dos con el suave golpe de su dedo.
El joven que no esperaba una reacción tan arriesgada en su contra, se resbaló.
- Supongo que ya sabe volar por lo que puede caer sin problemas.- le decía fingiendo no verlo caer-
Asustado, Eugene veía como la gravedad lo llevaba hacia el piso sin poder reaccionar, cerró los ojos esperando el golpe, caería unos 10 metros, en vez de dolor y polvo, el olor que le envolvió era una suave esencia de naranja. Abrió los ojos y vio la mirada burlona de su maestro, le había atrapado y lo tenía en brazos como un bebé.
- Y bien… ¿ podemos continuar con la lección majestad?- le sonrío Mads.
- Esta bien…- confirmó avergonzado.- Padre se enterará que destruyó la pandereta del palacio.-
- ¿Cuál pandereta?- preguntó haciéndose el desentendido, se giró con él para que viera la pandereta.