En las profundidades del bosque en pleno y crudo invierno al norte de Brigus, alejado de los curiosos y frágiles ojos humanos, una batalla llegaba a su fin, soldados en forma animal volvían a su imagen humana con garras y dientes manchadas de sangre seca, de Rodillas en medio del centenar de guerreros miraban con odio hacia arriba su vencedor, el Alpha Mylan de la manada SolTerra le devolvía la mirada con suma ardiente rabia, llevo su mano convertida en garras al cuello del arrodillado hombre, su Beta, hizo lo mismo con el secuaz del prisionero de rodillas.
— Esta es mi tierra.— gruño apretando su agarre, la carne sonó bajo sus manos mientras se desgarraba y la garganta del prisionero era desprendida sanguinariamente del cuerpo no humano, al menos no del todo, el Alpha lanzo al suelo la parte desmembrada y sacudió su mano con asco.
— ¡Alpha! ¡Hemos encontrado una bruja! —dio aviso uno de los hombres arrastrando del cabello una joven chica no mayor a 15 años vestida como prisionera, ropas rasgadas y viejas, su cabello largo y rubio enmarañado completamente, el polvo y la tierra se apreciaba en su lechosa piel, el Lobo miro a la niña quien al levantar la vista mostró unos ojos tan blancos como la nieve que caía en aquella gélida tarde
— no es una bruja. —señalo el tosco hombre poniéndose derecho en su porte de 1, 95 mtrs delante de la asustada niña.— es un oráculo, niña, cuál es tu nombre y que haces aquí?— pregunto en su gruesa voz, sonando más aterrador de lo que esperaba, la rubia tembló delante de él
— soy Mahia, Alpha Mylan …— comenzó a hablar en voz baja y temerosa.— el Alpha Romert…—dijo mirando el cuerpo inerte y desgarrado en el suelo.— me encontró y me uso para poder llegar a usted… —explico la pequeña.
— ¿qué harás con ella? —pregunto el hombre al lado del Alpha, Óscar el Beta, su segundo al mando, el segundo más fuerte de la manada.
— Dios sabe qué le hicieron… la llevaremos a casa por ahora— señalo sin más, antes de dar la orden de juntar los cuerpos enemigos y quemarlos, los guerreros de la manada fueron trasladados para darles una sepultura digna. El grupo de guerreros guiados por su líder volvieron a su forma ancestral, enormes Lobos de más de metro medio, poderosas patas y mandíbulas, en grupos corrieron algunos kilómetros en las profundidades del bosque hasta llegar a un escondido pueblo con pintorescas casas, una calle principal con tiendas, un gimnasio enorme y una plaza central, los habitantes comenzaron a salir al ver llegar a los enormes lobos con prendas de ropa para cada uno de ellos en la medida que volvían a su forma humana. En medio del grupo de habitantes reencontrándose una bella mujer con un pequeño niño de 8 años soltaba a su madre
— Padre!— grito el pequeño lanzándose a los brazos del Alpha, con una enorme sonrisa recogió a su primogénito mientras una mujer con una expresión aliviada alcanzo al pequeño junto al hombre.
— mi Luna… — saludo a la mujer besando su frente al tenerla en frente, enterró su nariz en el cuello de la mujer dejándose perder por una fracción de segundo en su dulce aroma fresco.— Leo gracias por proteger a mamá.— dijo el Alpha al pequeño en sus brazos, la mujer miro a la joven que traían amarrada a cuestas, aquello le llamo la atención, pues a pesar de lo buen padre y cariño esposo que era el Alpha con ella, sabía que su esposo era un sanguinario en la batalla que no dejaba prisioneros.
— y ella? – pregunto la Mujer, el Hombre se giró e hizo una seña de que acercaran a la niña.
— es un oráculo, la tenían prisionera, no sabía qué hacer con ella. — confeso el Alpha, La Luna de la manada, esposa del Alpha saco un pañuelo y lo humedeció con agua de una botella antes de acercarse a la desnutrida chica.