15 AÑOS ATRÁS . — 1999
A la diosa de la luna le sobraba los licántropos para esta unión, pero ninguno le parecía el correcto, ya no sabía hasta donde llegar para poder encontrar a lobo correcto para esto, las dos especies tenías que estar juntas, ya era hora que esas dos especies se unieran y dejaran de un lado el conflicto entre especies. Para eso tendría que encontrar a la loba indicada, la híbrida perfecta.
Los lobos eran sus bebés más preciados, la diosa los amaba con su vida, porque ellos la veneraban de una manera única, pero estaba tan decepcionada de sus decisiones territoriales que tenía que hacer algo.
Sentada a la orilla de la laguna llego a sus preciosos oídos el nacimiento de otro cachorro. Ya estaba un poco cansada, había visto a cada licántropo desde adultos, jóvenes, niños y ahora los cachorros; ya estaba cansada de ir de manada en manada para ver si ese cachorro la convencía, pero tenía que hacerlo… era por el bien de las razas.
La diosa de la luna era una ninfa hermosa de cabellos plateados, blanca como la porcelana, ojos dorados como el oro, alta y esbelta, que mientras caminaba pareciera que flotaba. Esa noche la diosa no quería seguir buscando pero era necesario, se acercó a la pequeña Villa y el olor de la pequeña llegó a ella.
Bajo la tenue luz de la luna se distinguía esa pequeña cuna color rosa, ella se acercó con sigilo a la pequeña, la niña era preciosa, piel blanca y cabello negro, esta se quedó cautivada con la belleza de esa pequeña cachorra, pero algo no andaba bien ella no era solo una cachorra su olor la delataba, ella era perfecta.