Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Mi esposo millonario: Felices para siempre
El arrepentimiento de mi exesposo
Novia del Señor Millonario
No me dejes, mi pareja
Destinada a mi gran cuñado
Regreso de la heredera mafiosa: Es más de lo que crees
Diamante disfrazado: Ahora mírame brillar
Renacida: me casé con el enemigo de mi ex-marido
Extraño, cásate con mi mamá
Un silencio sepulcral invade la sala. Las personas quedan petrificadas a causa de lo que ha sucedido recientemente. En el suelo yace una joven de vestiduras blancas impolutas y sin mancha alguna. Su cabeza golpeó el suelo bruscamente luego de haberse desmayado por la fuerte impresión que acaba de recibir. Ya en el suelo, una lagrima solitaria rueda por su mejilla mientras un par de hombres corren a socorrerla.
Horas antes, la joven llamada Alexa estaba viviendo su más grande sueño, ese que la gran mayoría de mujeres tiene desde pequeña, que unas tantas creen conseguir y que sólo algunas pocas ven materializado: Casarse con el hombre perfecto. Sin embargo, todos debemos que la perfección no se encuentra a la vuelta de la esquina, hay quienes incluso duran toda la vida buscándola y no la encuentran.
Alexa es una jovencita que desde pequeña ha soñado con casarse con su príncipe azul, ése hombre ideal del que tanto leyó en los cuentos de hadas cuando apenas era una niña. Desde que tiene uso de razón está enamorada de Sebastián, un joven de cabello castaño, hombros anchos y gran estatura. El primer día que lo vio en el colegio cuando apenas eran unos niños quedó cautivada por él.
Luego de años de amistad y de quererlo secretamente, ambos se confesaron su amor, se enamoraron y comenzaron a tener una hermosa relación ¡eran la pareja ideal! Por donde quiera que pasaban las personas tenían que voltear a verlos. Eran perfectos el uno para el otro.
Al pasar el tiempo los jóvenes decidieron formalizar su relación casándose, y así fue como el gran día llegó.
Alexa no podía creer que por fin aquello que había soñado desde niña estaba por cumplirse, pero era cierto; allí estaba frente al espejo envuelta en un precioso vestido blanco que moldeaba su figura y resaltaba su profunda y hermosa mirada. Alexa nunca tuvo una medidas perfectas, siempre tuvo unos "kilitos" de más, pero eso no era ningún problema. Su rostro parecía tallado por los mismísimos ángeles y poseía una personalidad tan atrayente y serena como las olas del mar en un día de verano. Sin embargo, esta vez estaba muy nerviosa que no lograba mantenerse quieta.
— ¡Hey! Cálmate cariño. Todo va a estar bien. Te ves preciosísima. Tu padre estará muy orgulloso de verte así vestida mientras camina para entregarte en el altar — le dice su madre mientras la mira con ternura y le acaricia la mejilla.
— ¿Tú crees? Siento que el corazón me va a estallar de la emoción.
— Por supuesto. Todo saldrá bien.
— Me fuese encantado que mi abuelo estuviera aquí para ver esto — dice refiriéndose a su abuelo materno quien hacía poco había fallecido.
— A todos. Pero siempre va a estar junto a ti cuidándote y en nuestros corazones.
— Gracias mamá — le responde Alexa mientras se unen en un abrazo.
— Bueno, ya debemos irnos, el auto está afuera esperando por ti.
Ambas salen de la habitación rumbo al auto que está esperando a Alexa. La joven sube emocionada y es conducida hasta la iglesia en donde la está esperando su amado novio.
Sebastián por su parte se había convertido en un jovencito muy guapo y trabajador. Se encontraba tan nervioso como Alexa o incluso más. Casarse no era su más grande sueño, sin embargo, allí se encontraba frente al espejo probándose un elegante traje que lo hacía lucir como un hermoso muñeco de torta. Ese que cualquier chica quisiera comerse y tener para sí... Hasta Cristine, la mejor amiga de Alexa y dama de honor de su boda.
— Hola — Sebastián escucha la voz de una mujer llamando a su puerta.
— ¿Quién es? — pregunta Sebastián — << ¿Será mi hermana? >> piensa mientras va a abrir la puerta.
Apenas el joven abrió la puerta, la chica salto a sus brazos y lo beso apasionadamente.
— ¡Que carajos! ¿Qué es lo que te pasa? — Sebastián trata de contener su voz.
— Hola Sebas, pensé que querías verme. Lo de anoche me encantó.
— Tú no deberías de estar aquí en mi cuarto ¿Acaso no sabes que dentro de poco estaré caminando a la iglesia junto con mi novia?
— ¿Si? Pues eso no es lo que parecía que querías hacer anoche cuando nos quedamos solos.
— Lo de anoche no debió pasar.
— ¿eso crees? — pregunta la chica mientras se acerca y juega con el lazo del muchacho — Se que no quieres casarte, ese nunca ha sido tu sueño sino el de Alexa.
— Te equivocas — responde Sebastián mientras se aparta de Cristine y le da la espalda.
— No. No me equivoco y tengo una solución que te va a encantar — dice la joven mientras lo abraza desde atras agarrando su pecho con sus delicadas y finas manos.