Álex Martínez se encontraba en su oficina del último piso, mirando por la ventana panorámica que ofrecía una vista impresionante de la ciudad. El sol de la mañana brillaba sobre los rascacielos, reflejándose en las aguas del río que cruzaba la metrópoli. Su imperio empresarial se extendía por todo el país, y desde ese alto despacho, podía sentir el peso de su éxito. No había sido fácil llegar hasta allí, pero ahora estaba en la cima.
El sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos. Sin apartar la mirada de la ventana, levantó el auricular.
-Álex -dijo con voz firme.
-Buenos días, señor Martínez. Es Clara, de Recursos Humanos. Solo quería confirmar que está listo para la reunión de la junta a las 10:00. También tenemos que revisar los informes trimestrales y la expansión de la nueva división en Europa.
Álex asintió aunque Clara no podía verlo, siempre le había gustado que las cosas estuvieran bajo control.
-Todo listo, Clara. Que no falte nada. -colgó sin esperar respuesta.
En ese momento, entró en su oficina el director de operaciones, Marco Ruiz. Álex ni siquiera lo miró al principio, pues estaba concentrado en el informe que tenía sobre su escritorio. Marco cerró la puerta detrás de él y caminó hasta el escritorio de Álex con paso firme.
-Todo está en orden para la reunión, pero hay algo que necesitamos discutir -dijo Marco, con la habitual confianza de alguien que sabía que su opinión sería tomada en cuenta.
Álex levantó la vista, sus ojos grises como el acero reflejaban la determinación que siempre lo había caracterizado.
-¿De qué se trata, Marco?
-Es sobre la expansión en Asia. Los números no cierran como esperábamos. Hay algunas políticas locales que están retrasando el proceso. No va a ser tan fácil como pensábamos. -dijo Marco, frunciendo el ceño.
Álex dejó el informe sobre la mesa y se cruzó de brazos, pensativo.
-¿Tienes alguna propuesta para solucionarlo? -preguntó, sin perder la compostura.
Marco lo miró con una leve sonrisa.
-Siempre tenemos soluciones, Álex. Solo necesitamos tiempo. Pero hay algo más que quería mencionar. Estuve revisando el equipo de ventas, y creo que necesitamos reforzar algunos puntos.
-¿Reforzar? -Álex se inclinó hacia adelante, prestando atención-. ¿Qué te hace pensar que necesitamos reforzar nada? Nuestro equipo ha entregado resultados constantes.
-Es cierto, pero estamos en un punto en que necesitamos algo más. El mercado está cambiando, y la competencia está ganando terreno. No es suficiente con ser buenos. Tenemos que ser los mejores.
Álex asintió lentamente, consciente de la presión que tenía sobre él para mantener el liderazgo del mercado.
-Haz lo que tengas que hacer, pero no pierdas tiempo -dijo con tono autoritario.
Marco asintió y salió de la oficina. Álex se quedó solo, sumido en sus pensamientos.
La vida de Álex había sido una constante de trabajo y sacrificio. Desde que se había hecho cargo de la empresa familiar, había luchado por cada logro. No creía en el amor. Nunca lo había hecho. Para él, el amor era una distracción, una debilidad que no tenía cabida en su mundo.
La puerta de su oficina se abrió nuevamente, esta vez sin previo aviso. Era Clara, con un montón de papeles en las manos.
-Álex, aquí están los informes que pediste. Y los resultados de las negociaciones con la empresa en Berlín -dijo, entregándoselos.
Él los tomó sin mirar, pues no necesitaba leerlos para saber que todo estaba en orden.