—¡No!, déjame entrar, necesito sentirte nuevamente Daya, sabes que me gustas mucho—Dijo él susurrando a la puerta de la entrada de su casa y ella le permitió pasar.
Esa noche lluviosa de pasión entre dos personas de culturas totalmente diferentes, fue la causa para que un nuevo ser no nativa llamada Aymara, pudiera venir al mundo de la tribu "los Patchua".
//La tribu Patchua se encuentra ubicado en el departamento Amazonas, ubicado en el extremo sur de Colombia, se ha civilizado un poco más a diferencia de otras tribu gracias a la visita de los extranjeros que han llegado a estudiar su territorio y de las negociaciones que han tenido los grandes líderes con los gobernantes de la capital de Leticia y otras ciudades cercanas al amazonas, se dedican a al criado se ganado, peces y gallinas, cultivo de hortalizas, frutas y verduras tropicales, elaboración de orfebrería, cerámica, artesanías con paja e hilo, entre otras cosas más para el desarrollo económico de su territorio//.
Han pasado varios años y aún Aymara sigue sin saber como es exactamente el mundo exterior, su madre tiene un gran temor, del solo pensar de que la tribu se entere de que su hija Aymara es diferente, la podrían excluir de la aldea, el no ser nativo de los Patchua es una violación de sus leyes.
—¡Hija, feliz 19 años !—dice su madre muy entusiasmada, sosteniendo en sus manos una bandeja con Casabes y una totuma de Caguana.
—¡Wao!, ¡gracias mamá!, se ve muy delicioso todo, ¡por fin casabes!—Dijo muy contenta Aymara.
—Sabia que te encantaría, es tu favorita —dijo su mamá con una gran sonrisa.
Aymara disfrutó de su sorpresa, pero eso no era lo bastante suficiente para sentirse satisfecha en su día especial, pues deseaba salir de las cuatro paredes, pero tal ansia no podía ser posible.
—Hija, ¿Por qué estás tan callada?—preguntó su mamá un poco preocupada.
—Tranquila mamá, solo estoy pensando en cómo avanza mi vida, según tu, me dijiste que al cumplir 19 años seria una mujer más madura y que podía tomar mis propias decisiones, pero aquí encerrada, es complicado si lo piensas.—Dijo agachando su cabeza un tanto deprimida.
—Ten un poco de paciencia Aymara, sabes que tu situación no es tan fácil. Falta poco para terminar mi meta de ahorros, te aseguro que pronto saldremos de este lugar y tendrás una vida tranquila, sin tener que preocuparnos de nada—Dijo su mamá Daya acariciando su cabello para tratar de alentarla un poco.
—Si pero, ¡entiéndeme mamá!, estoy cansada de estar aquí, ya van 19 años encerrada y nunca me has dado una buena razón. Dime ¿Qué malo tengo, que no me pueden ver? Y no me digas mentiras, ¡dime la verdad mamá!—preguntó Aymara un poco triste.
—Tu no tienes nada malo, eres perfecta como el agua, el sol y el viento, todo lo que nos rodea.—Contestó Daya trata do de calmarla.
—Entonces madre, ¿Cual es el problema? Y no me digas que por los animales salvajes, que me pueden comer. Ya eso no te lo creo, dime la verdad ¡por favor!.