Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Mi esposo millonario: Felices para siempre
El arrepentimiento de mi exesposo
Novia del Señor Millonario
No me dejes, mi pareja
Destinada a mi gran cuñado
Regreso de la heredera mafiosa: Es más de lo que crees
Diamante disfrazado: Ahora mírame brillar
Renacida: me casé con el enemigo de mi ex-marido
Extraño, cásate con mi mamá
Cuando sientes que el tiempo se agota, una nueva vida comienza…
La muerte nos pone a todos en el mismo lugar; al rico, al pobre, al hombre, a la mujer… No existe diferencia cuando llama a tu puerta, sólo la tristeza por el vacío que deja a quienes se han ido.
Cuando sientes que no hay nada más que hacer, que sólo queda sufrir el dolor más profundo, el tiempo se detiene en su totalidad…
—¡Sam! ¡Por favor! ¡Vete…! —mi madre grita de forma entrecortada, su rostro está tan hinchado, tan lleno de sangre que sus labios tiemblan de forma descontrolada mientras que ella toma las manos de aquel hombre suplicándole con la mirada que se detenga, pero este no lo hace.
No lo hace.
Yo trato de ordenar a mi mente de actuar, pero no me hace caso, mi cuerpo literalmente está paralizado ante el miedo.
Él la tiene sujetada del cuello mientras le propina otro golpe en la cara.
Que ironía, ese mismo hombre que al amanecer le dice que la ama, que no quiso hacerlo, que lo perdone, que ya no pasará de nuevo… ese es el mismo que al día siguiente después de cada borrachera, promete que cambiará.
¡Bien!, ahora tiene su cuerpo como si fuera un costal de arena, en el mismo cuerpo de mamá dónde desquita su desdicha y sus deudas, que al parecer son culpa de ella.
No soy capaz de irme, no puedo, lo único que hago es temblar de pies a cabeza, de llorar incansablemente gritándole que la deje en paz. La garganta se me comprime del dolor, pero ahora lo que necesito es tomar una decisión rápidamente porque de lo contrario mi madre morirá a manos de ese hombre.
Mis pantalones están mojados, mi camiseta está pegada a mí como una segunda piel, y el sudor me ha cubierto el cuerpo entero. No sé qué hora es, ha sido una noche tan larga que ya perdí la noción del tiempo, pero lo único que espero es que pueda amanecer pronto.
Como si una vocecilla susurrara en mi oído, al ver el desastre regado en la cocina giro hacia mi lado izquierdo y veo la parte de arriba de una botella de cerveza partida, que está en el suelo cerca de muchos vidrios.
«Tómala, hazlo», dice mi voz interior; así que sin pesarlo mucho y aunque mis piernas tiemblen y no esté segura de ellas, corro hacia el pico y lo tomo, pero, el nerviosismo es tan fuerte, que, al momento de agacharme, pierdo un poco el equilibrio resbalando, y por acto de reflejo coloco mis manos en el suelo deslizándome un poco hacia delante.
¡Duele hasta la mierda!
Varios hilos de sangre bajan por mi muñeca, hay un corte profundo en ella, literalmente me he cortado debido a mi torpeza. Sin darle mucha atención al dolor, empuño el pico de la botella rota y corro hacia el frente donde observo el cuerpo de mi madre en absoluta calma.
Ella se ha desmayado.
Está tendida en el suelo, su cuerpo se mueve solo porque el hombre está propinándole unas patadas en los costados y un profundo dolor se gesta en mi pecho al ver su condición. Coloco las manos en mi boca y los sollozos salen de manera incontrolable; ira, rabia, impotencia se abruman en todo mi ser.
¡Lo detesto! ¡Detesto a ese hombre!
Con toda la velocidad que puedo, corro, corro hacia ellos teniendo una sola idea en la mente.
Salvar a mamá.
Me aviento encima del sujeto clavando la botella en su espalda las veces que puedo, colocando toda la fuerza que se desprende de mi cuerpo. Pero mi fuerza es tan poca y el temor se ha apoderado tanto de mí, que no logro hacerle mucho daño.
—¡¡¡MIERDA!!! —Grita el mal nacido—. Pero, ¡¿qué me has hecho?! ¡Debiste escuchar a tu madre!
Corro con todas mis fuerzas hacia la puerta, necesito salir, necesito que alguien pueda ayudarnos. No sé en qué momento aparecerá alguien, no sé tampoco si Joshua llegará a tiempo, lo único que quiero es poder tomar a mi mamá y sacarla de aquí, necesito que ella sepa que debemos abandonar a este hombre y huir muy lejos de aquí. Luego, entender que todo va a estar bien, que vamos a despertar de esta pesadilla pronto.
Logro agarrar el pomo de la puerta, el temblor de todo mi cuerpo ya es un zumbido, pero me esfuerzo por hacer lo necesario. Giro el pomo y entreabro la puerta, de inmediato un tirón fuerte hace que el cuero cabelludo me arda, y chillo del dolor dando un traspié cayendo hacia atrás, encima de varias ollas que momentos atrás se esparcieron al comenzar la pelea.