Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Destinada a mi gran cuñado
Demasiado tarde para arrepentirse: La heredera genio brilla
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Novia del Señor Millonario
Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón
Mi esposo millonario: Felices para siempre
Una esposa para mi hermano
No me dejes, mi pareja
Regreso de la heredera mafiosa: Es más de lo que crees
Resumen: Este capítulo se centra en Benjamin, quien se enfrenta a una crisis empresarial sin precedentes. Desesperado por salvar su empresa, se ve obligado a considerar una solución que implica una colaboración con Tomás, un mafioso que le ofrece una forma de lavar dinero a cambio de su ayuda. Tras darse cuenta de que no tiene otras opciones, Benjamin acepta la oferta, y en su camino hacia el bar donde se encuentran, comienza a reflexionar sobre su vida, sus decisiones y lo que ha perdido a lo largo del tiempo.
La oficina de Benjamin estaba sumida en un aire tenso, y las pilas de papeles sobre su escritorio parecían multiplicarse a medida que avanzaba la tarde. Había llegado temprano para tratar de poner en orden sus finanzas, pero las cifras simplemente no cerraban. Los informes de pérdidas seguían apilándose, y los correos electrónicos de los inversionistas reclamaban respuestas inmediatas. Su empresa, que había sido el orgullo de su padre, estaba al borde de la quiebra.
Benjamin se dejó caer en su silla, mirando los papeles dispersos en su escritorio, pensando en todo lo que había perdido. Había heredado la empresa con la esperanza de mantenerla fuerte, de crecer, pero todo lo que había logrado hasta ahora se desmoronaba lentamente. Sabía que los bancos pronto se quedarían con todo lo que había construido.
Fue entonces cuando sonó el teléfono.
El número que aparecía en la pantalla era el de Tomás, un hombre con quien Benjamin había hecho negocios turbios en el pasado. Tomás era conocido en ciertos círculos por sus operaciones ilegales, pero en ese momento, Benjamin no podía permitirse ser selectivo.
"Benjamin, necesito que me escuches," dijo Tomás al otro lado del teléfono, su voz grave y segura. "Sé que las cosas no están bien con tu empresa. Yo puedo ayudarte. Puedo ofrecerte una solución que te permitirá salir de este agujero."
Benjamin cerró los ojos por un momento. Sabía lo que Tomás estaba sugiriendo. El lavado de dinero. Un negocio sucio que implicaba asumir un riesgo monumental, pero al mismo tiempo, una salida rápida. En su desesperación, todo parecía tentador.
"¿Qué tienes en mente?" preguntó Benjamin, sin rodeos.
"Te ayudaré a que tu empresa se recupere, pero necesitas hacer un trato conmigo," respondió Tomás. "Yo te doy lo que necesitas para cubrir tus pérdidas, pero a cambio, tú te encargas de mover algo de dinero a través de mis canales. Nada grande, solo lo suficiente para que los números cuadren y los inversionistas se calmen."
Benjamin sabía que aceptar este trato podría significar el fin de su reputación y su carrera. Pero, al mismo tiempo, no podía ver otra salida. Los acreedores lo presionaban, y las opciones legales ya no parecían viables. Tomás le estaba ofreciendo una salvación, aunque a un precio.