Novia del Señor Millonario
Mi esposo millonario: Felices para siempre
Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
El arrepentimiento de mi exesposo
Extraño, cásate con mi mamá
Los Mellizos del CEO
El dulce premio del caudillo
El réquiem de un corazón roto
Yo soy tuya y tú eres mío
El gran regreso de la heredera despechada
Charlotte
Miro la fecha del calendario y hoy es el día, hoy se cumplen quince años desde que ella murió y eso en cierto modo afecta totalmente mi día, me pongo mi habitual ropa blanca, esa que me hace sentir más segura. Desde que ella murió algo en mi murió con ella, algo no dejó que yo pudiera continuar. La verdad tengo el tiempo contado para poder hacer esta diligencia y volver a mis tareas. Mis negocios son lo más importante, eso es algo que no puedo descuidar porque hace parte de mi vida totalmente.
Hoy llevaré a Lía mi hermana menor a una de mis fábricas, es la primera vez que iría ya que está cumpliendo dieciocho años y eso directamente la involucra en mi mundo, ella todo este tiempo estuvo alejada de esto, muchas veces le insinué lo que hacíamos porque ella no tiene otra opción para su futuro. Por su bien y por el mío lo quise así, sin contar que mi padre lo pidió desde un principio, él con su prepotencia siempre pensó que nosotras dos no nos podríamos encargar del negocio de su familia, hoy más que nunca le dejó claro que estuvo muy equivocado por subestimarnos.
Bajo las escaleras de mi enorme mansión, recojo mi cabello largo en una coleta alta y aplico labial rojo, me gusta sentirme bella. Muevo mis piernas largas aleatoriamente caminando por el pasillo de este lugar hasta llegar a despacho, allí en la caja fuerte, hay una foto de mi madre, entre otras tantas cosas, sin embargo, ese es mi mayor tesoro. Una mujer alta con el cabello del mismo tono avellana como el mío, delgada y con sus ojos color verde debo reconocer que nos parecemos un montón, tal vez por eso mi padre muchas veces me habló con tanto odio, afortunadamente me parezco a ella y no a él. No puedo entender porque era tanto el odio que mi padre sentía por ella, lo que nunca le perdonaré es que nos quitó la oportunidad de sentirnos amadas y protegidas por una figura materna. Es claro que el amor no existe, él lo demostró con ella que tanto lo amaba, el amor es una basura.
Saco mi arma y la pongo en mi cintura en la parte baja de mi espalda, camino hasta la salida y de reojo veo a Julie, mi tía. Desde ese accidente quedó con un bastón porque su pierna derecha no le funciona, por eso vive frustrada y culpa conmigo y mi hermana, tal vez porque mi padre decidió salvarnos a nosotras y no a ella. Sigo caminando y escuchó como me llama, su voz carrasposa y áspera hace que me de escalofríos.
—Espero y no vayas a estar por ahí sin hacer nada productivo, por lo que vi nuestras ventas la última semana bajaron —ella habla sonando bastante presunciosa. Sonrió y me acerco. Anteriormente ella se encargaba de llevar las finanzas del lugar, pero desde que yo tome el poder en eso, dejé a Luciano, ella así no me sirve mucho.
—Te recuerdo que acá la que toma las decisiones soy yo, soy yo quien decide a donde vender y como vender. Así que te recomiendo que te mantengas metida en tus cosas. Tu ya no tienes ni voz ni voto en este lugar, agradece que sigues viviendo en esta casa —dije con arrogancia.
Me di media vuelta y alcanzó a escuchar como ella murmuraba, la verdad no tengo el tiempo para ponerme a discutir con ella, tenerla acá es más por un favor de mi papá y una promesa que le hice, para que yo pudiera quedar con todo. Debo ir por mi hermana, ella no vivía cerca a mi, al menos eso era hasta ayer, hoy todo cambiará.
Salgo y me subo en una de mis camionetas blindadas, con mi nuevo chofer Fabrizio, lleva muy poco tiempo aquí. Él está aún a prueba, no tiene idea a que me dedico y piensa que soy una empresaria muy reconocida. No me interesa decirle a nadie a que me dedico, porque es claro que la mayoría de las personas de esta ciudad y del país quieren mi cabeza, quieren atraparme para poder ser quienes tengan el control de la sociedad.
Las personas de este lugar me tienen respeto, saben que soy quien mejora la economía del lugar y si se comportan bien, no van a tener consecuencias por sus actos. Aparte, que tengo trabajando a muchos conmigo.
Miro a Fabrizio, un hombre muy atractivo, con barba y sus ojos color azul que tienen un enigma, muchas veces siento que algo oculta, solo estoy esperando las investigaciones por parte de Nicol, ella es mi mano derecha y fue quien me ayudo a conseguirlo, luego de que a mi anterior chofer lo asesinaran en una entrega de mercancía.
Llegó hasta la casa donde mi hermana se está quedando, allí me está esperando en la puerta, al entrar entregó una caja con un pequeño dije, el de mi madre. Lía es muy rebelde para su edad, aunque debo decir que me obedece en su totalidad.
—Ella lo dejo para ti, hoy por fin te voy a presentar el lugar donde está. —Ella me sonríe agradeciendo silenciosamente—. Espero y esto te sirva para darte cuenta que debes confiar en mí.
—No deberías tratarme como una niña pequeña, soy una carga para ti, así como lo fui para mí padre. —Mordí el interior de mi mejilla, ese hombre me da tortícolis aún después de muerto.
—¿Quién te dijo eso? mira si las cosas fueran así como las estás diciendo, sencillamente no te hubiera incluido en mi vida a estas alturas. Debes madurar de una sola vez. Te voy a poner a trabajar conmigo, con tal de que te olvides de que tu pasado fue tan malo. Date cuenta que ahora tienes todo lo que muchas personas desean, aprovéchalas. —Toque su hombro, ella me mira y me sonríe de forma tímida—. Debes sacar la misma fuerza que tengo yo, o sino no va a ser fácil para ti sobrevivir a todo lo que llegué más adelante.
—Está bien hermana, trabajaré contigo y haré lo que me pides. Solo espero que no sea lo mismo que ese señor que decía ser nuestro papá.
—Yo tampoco lo quise, si soy lo que soy ahora. Fue para que tu y yo tuviéramos un futuro mejor, siempre cada paso que daba, lo daba pensando en las dos. No te logras imaginar lo feliz que fui cuando por fin él dejó de respirar. —Ella abre sus ojos y palidece—. Tranquila, yo no lo asesiné. El karma tarde que temprano llega, a todos nos llega la hora. Es más, pocas ganas tengo de hablar de él, lo único bueno que quiero que conservamos de él, es su dinero y su apellido que nos sirve para que podamos avanzar. —Nos fuimos en el carro, abriendo la ventana para que el aire fresco pegará en mi.
Fabrizio manejaba en silencio, de vez en cuando nos observaba por el retrovisor, sin embargo, mantenía su distancia. Eso es lo único que me importa, el único hombre que tolero en mi vida, es mi socio, nadie más. Llegamos y Fabrizio nos esperó en la parte de abajo de este lugar, con una mirada le pedí que mantuviera su distancia, subimos las escaleras ya que quedaba en la parte superior del cementerio. El ambiente frío y sutil que se sentía en el lugar, genera una sensación de confianza, una sensación de tranquilidad.
Nos ubicamos al frente y una sonrisa salió de mí. Algunos recuerdos llegaron a mi cabeza, mientras Lía observaba con gran entusiasmo el lugar, porque en cierto modo sentimos como si ella estuviera aquí viéndonos.