Todavía recuerdo aquella noche, en donde la conocí, cuando la tuve entre mis brazos sentí la necesidad de protegerla a toda costa, sin importar que ocurra, quería estar a su lado siempre que pudiera, pero desafortunadamente las cosas cambiaron drásticamente cuando cumplí mis diez años, no quería dejarla, pero sabía que tenía que hacerlo para poder convertirme en un buen cazador y protegerla de todo...
o al menos ese era mi objetivo principal, pero con el tiempo las cosas cambiaron, ya que dejé de verla y casi me olvidé de su existencia o eso hubiera ocurrido si no tuviera ese sueño tan recurrente, en donde estoy bajo esa tormenta de nieve y escucho un bebé llorar, pero es tan débil su llanto que apenas es perceptible, menos mal que mi oído es bastante agudo y puedo escuchar cosas que los humanos no pueden.
Ese sueño me estuvo persiguiendo hasta que tuve los dieciocho, ya que decidí dejar ir ese sueño porque mis padres me habían comprometido con una mujer, Simone, su familia y la nuestra eran muy cercanas hasta que ocurrió lo inesperado. Un grupo de vampiros atacó nuestra carroza cuando íbamos de regreso a nuestras casas luego de una fiesta, por mi arrogancia casi perdemos la vida ambos, ya que, al ser un Dhampir la sangre de un vampiro y humana corre por mis venas, además de que somos cazadores natos de nuestros padres, esto se me subió a la cabeza, más de lo que pensaba, sufrí heridas bastante graves y perdí mi ojo izquierdo, menos mal que mi padre apareció para ayudarnos.
Debido a la gravedad de mis heridas, mi prometida me ofreció un poco de su sangre para poder recuperarme, era la primera vez que bebía la sangre de un humano y debo decir que sabía exquisito, afortunadamente estaba mi padre ahí para detenerme, de lo contrario, seguramente la hubiera matado.
La culpa pudo conmigo y decidí volver al camino del Señor y empecé a ir más seguido a la iglesia, buscando la respuesta a mi pesar, fue en una de mis visitas que la vi otra vez, a esa niña de tres años convertida en toda una joven muy hermosa de cabellera negra reluciente, era la más radiante de todas, pero sabía que no estaba bien que posara mis ojos en ella, porque era una iniciada y hasta donde sabia, dentro de poco se convertiría en una monja.
Era imposible para mí apartar la vista de su presencia, era tan hermosa y radiante que no pude dejar de verla, ella había captado toda mi atención, así que decidí levantarme e irme, pero una conversación entre ella y la madre superiora llamó mi atención. Al parecer, Anne está estudiando medicina ya que quiere convertirse en una enfermera, pero esto podría perjudicarla en sus labores como monja en el futuro, aun así, ella está decidida a hacerlo y está haciendo sus prácticas en el hospital Nueva Esperanza.
Desde en el momento en que tuve esta información, estuve yendo a ese hospital solo para poder verla y afortunadamente ella era quien me atendía cuando estaba herido y es verdad que puedo curar mis heridas sin necesidad de recibir atención médica, pero mi necesidad por verla y estar cerca de ella eran demasiado grandes que solo por eso acudía al hospital.
Durante una de mis visitas, noté que uno de los doctores veía con otros ojos a Anne, parecía que estaba dispuesto a hacer que cambie de opinión con respecto a sus votos; normalmente no soy un hombre celoso, pero en este caso, mi sangre hervía cada vez que ese doctor estaba cerca de ella, la forma en como la trataba hacia que me llenara de celos y hasta cierto punto envida.