—Marla, hija; necesito que vayas al pueblo. No entendí claramente el mensaje de tu abuela, pero sé que hay alguien interesado en desalojarlos de sus propias tierras. —Marla pone los ojos en blanco al escuchar la petición de su madre.
Viajar a Tropea, era algo que no sólo no estaba en los planes de Marla, sino algo que no estaba dispuesta a hacer.
—No mamá, es mejor contratar a un abogado y que se encargue de todo. —respondió con firmeza.
—No seas tan desagradecida, tus abuelos necesitan de tu apoyo ¿Es mucho pedir? — increpó la madre al ver la actitud de su hija.
Marla salió de la habitación de su madre, un tanto enojada. ¿Por qué debía ser ella quien se encargara de solucionarle los problemas a su familia?
Tomó las llaves del auto, su bolsa, salió del piso y subió a su Volkswagen Rabbit rojo, modelo 2007 que había comprado con su primer año de trabajo en el bufete Castillo. Condujo hasta el café donde aguardaba por ella su amiga Karla.
—¡Hola guapa! —Saludó con un beso a cada lado de la mejilla, a su compañera de la universidad
—¡Joder, tía! Que traes una cara.
—No me lo recuerdes, eh… —jaló la silla y se sentó.— Que ahora se le ha metido a mi madre en la cabeza, que vaya a Tropea para ayudar a mis abuelos con un problema legal.
—Vamos, eres abogada ¿Qué de raro tiene que te lo haya pedido?
—Pues que detesto ir a un pueblo y encontrarme con todos esos gilipollas que se le salen la baba cuando ven a una mujer. —gruñó visiblemente enojada.
—Te ves tan divertida cuando hablas de esa forma de los hombres. Si sigues así, terminarás siendo la tía rodeada de gatos.
—No estoy para juegos, Karla. —saca el móvil de su bolsa, se arregla el cabello y se hace un selfie; luego añade— Ya veré que me invento para no hacer ese viaje este fin de semana.
—Quizás es tu oportunidad de darte un descanso en el bufete ¿Desde cuando no te tomas unas vacaciones? Yo que tú, aprovechaba para salir y disfrutar de la playa. Me ha dicho un match italino, que conocí en un chat de citas, que es un lugar maravilloso, Tropea.
—Deliras de verás. Eres capaz de ir al mismo infierno si te lo pide uno de esos gilipollas de finding love.
—Tía, es que es la única manera de internacionalizarse, además que ya me ha enviado un par de fotos, que no me negaría a ir al infierno si mi bombero está allí para apagarme el fuego.
—Para colmos, es bombero. Hostia tía ¿tan urgida andas? —refiere en un tono bastante despectivo.
—No, no lo es. Pero tiene una manguera que me tiene flipando — Karla bromea con su amiga, ambas terminan riendo de forma escandalosa.
—Nunca vas a madurar, eres la más grande de las gilipollas que conozco —se inclina y la abraza— Pero eres la única amiga que tengo.
—Anda no te lo pienses tanto. Ve a Tropea, así lo uso como excusa, me encuentro contigo en este feriado y… pues conozco a mi italiano en persona.
—Ya sabía yo, que no lo hacías por mí, ¿eh?
—Sabes que siempre estoy para ti, deja de decir gilipolleces.
—Eso lo sé. —abraza a su amiga nuevamente.
Marla regresa entusiasmada luego de la conversación con Karla, por lo que sube hasta la habitación de su madre y le confirma “su decisión” de viajar a Calabria.
—Bien, madre… has ganado, viajo este fin de semana a Tropea.