— ¿Te das cuenta lo que acabas de hacer?
—Sí, y no me arrepiento. Eso y más se merecen por molestarme, ya me canse de que me agarre de su puerquito una y otra vez.
—Si sabes que ahora estamos en problemas, ¿me quieres decir como se lo vamos a explicar a tus padres?
—Así como te lo estoy diciendo a ti, si mi padre no está de humor para escuchar lo que tengo que decirle, lo siento mucho.
— ¡Eres imposible!
—Gracias, mi reputación me precede.
En los últimos días he tenido mucha presión en casa y en el trabajo, me negué a casarme con el chico que ellos consideran que es perfecto para mí, la verdad es que también lo creo. Solo que me agarro de sorpresa y no supe que decir, no me esperaba que las cosas pasaran de esa forma.
Algún día me arrepentiré de ello, pero por el momento debo continuar con mi vida. Cada vez que recuerdo lo que paso me siento como una garrapata pegada al piso, verlo tan lindo y dispuesto a todo por mí, me hizo morirme del miedo; lo único que se me ocurrió fue salir corriendo del lugar mientras se quedaba ahí de rodillas esperando mi respuesta.
— ¿De verdad no piensas ir a buscarlo, Daniela?