catalina
Estoy en la pista de baile, muevo mis caderas con clase, me encanta bailar, me encanta beber, beber para olvidar mis pensamientos oscuros. Siguen volviendo, no me dejan en paz. Mi cabeza da vueltas, sé que tengo que dejar de beber, pero no puedo hacerlo. Necesito esta bebida, necesito ahogar mis penas, olvidarlo todo.
- Cathy, tienes que irte a casa ahora. Bebiste demasiado como siempre.
- No, déjame, quiero seguir bailando, ¡me hace sentir tan bien!
- Ya basta, vamos, te llevaré a casa.
Es mi amigo de toda la vida, se llama Salif y siempre está ahí para ayudarme.
Estamos en Abidjan, la capital económica de Costa de Marfil. Antes, mi familia era una de las más influyentes de este país. Pero desde hace un tiempo parece que tuviéramos mala suerte. Nuestro negocio va mal.
Mi nombre es Kouassi Catherine Océane, tengo veintiocho años. Y soy mi tercer matrimonio que está caído como los demás. Voy a divorciarme. Todos mis maridos me consideran una estatua que no siente nada. A pesar de todas sus caricias, nunca he podido aceptar las caricias de otro hombre.
Lo necesitaba a él, a sus caricias.
La culpa me devora cada día que pasa. Me siento mal por lo que le hice.
Salif me mete en un taxi y le dice dónde vivo. Él paga el pasaje. El taxi me deja frente a mi casa. Una casa donde siempre he sido infeliz. ¿Nací para ser infeliz toda mi vida? ¿Nunca tendría derecho a la felicidad? Mi corazón arde cada día que pasa. Me gustaría volver a ver a mi primer amor, mi único amor para decirle lo siento. Que todavía lo amo como el primer día. Pero ya no está allí, desapareció de la noche a la mañana. No sé dónde encontrarlo, tengo tantas cosas que decirle. Tanta confesión que hacerle.
¿Podrá alguna vez perdonarme en su corazón?
Me bajo del taxi para entrar a esta casa tan fría como mi corazón, veo a mi marido en la sala montando una de sus conquistas. Desde hace un tiempo, siempre es así como vengo a encontrarlo. como para decirme que hay mujeres que no son frígidas como yo.
Paso junto a ellos y me dirijo a mi habitación. Estoy esperando que se decida el divorcio para poder echarlo de aquí. No puedo soportarlo más y él tampoco. Pero, para enojarlo, sigue follándose a estas mujeres en mi casa. Esta casa es mía, es lo único que recibí de mi difunta madre.