Una esposa para mi hermano
Yo soy tuya y tú eres mío
El camino a reparar tu corázon
El regreso de la heredera adorada
Vuelve conmigo, amor mío
La segunda oportunidad en el amor
Enamorarme de ella después del divorcio
Tener hijo con mi mejor amigo
El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
Atraído por mi mujer de mil caras
"¿Es tu primera vez?".
El aliento del hombre rozó la oreja de Rosina Bentley, enviando un escalofrío por su espalda. Sin embargo, ella no se atrevió a abrir los ojos.
"Relájate. No voy a hacerte daño", respondió el hombre con una voz ronca.
Antes de que Rosina pudiera responder, él le pellizcó la barbilla y la besó con fuerza.
Todo le dolía mucho.
Aquel dolor desgarrador hizo que su mente se quedara en blanco por un momento.
Finalmente, el hombre la soltó y se dirigió al baño. Rosina arrastró su cuerpo cansado afuera de la cama, se vistió y salió de la habitación.
De repente, el sonido de su teléfono atravesó el silencio de la noche.
Rosina revisó la pantalla y sus ojos se abrieron con pánico. Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el hospital.
Sintiéndose impotente y desconsolada, Rosina le rogó al médico entre sollozos. "Por favor... por favor, salve a mi madre y a mi hermano...". Rosina firmó el documento con una mano temblorosa y se lo entregó al médico.
Este la miró con un suspiro. "Ya no hay nada que podamos hacer por su hermano. ¡Lamento mucho su pérdida!".
Las palabras del doctor fueron como un golpe bajo. Aturdida, Rosina sufrió un fuerte mareo y estuvo a punto de desmayarse.
Sus rodillas se doblaron y se derrumbó en el suelo.
Hacía ocho años, cuando Rosina tenía diez años, su padre las envió a ella y a su madre embarazada a un país extranjero, solo para abandonarlas. Ambas no tuvieron más remedio que valerse por sí mismas.
Más tarde, nació su hermano menor, pero a los tres años le diagnosticaron autismo. Rosina y su madre trabajaban a tiempo parcial para llegar a fin de mes, pero el repentino accidente automovilístico empeoró su situación.
Incapaz de soportar el dolor, Rosina perdió el conocimiento.
"¿Señorita? ¡Señorita! ¡Enfermera! La señorita se desmayó...".
Un mes después, Rosina estaba subiendo en el ascensor a su piso designado.
En su mano, llevaba una bolsa de comida.
La condición de su madre había mejorado después del tratamiento. Sin embargo, cuando escuchó que su hijo no había sobrevivido, se deprimió tanto que perdió mucho peso.
El ascensor se abrió con un timbre.
Rosina respiró hondo y caminó hacia la sala de su madre. Pero antes de entrar, escuchó a alguien hablando adentro.
"Josie, tú y la señora Walsh eran mejores amigas, y acordaron que sus hijos debían casarse. Tu hija debe ser parte de la familia Walsh...".
"¿A qué diablos te refieres, Perry Bentley? ¿De qué demonios estás hablando?". Josie Morris fulminó con la mirada al hombre que estaba al lado de su cama.
Era el mismo que la había abandonado con su hija en un lugar extraño, a pesar de que se encontraba embarazada. En ocho años ni siquiera se molestó en ubicarlas. ¡Y ahora tenía la audacia de aparecer de la nada y querer casar Rosina con un desconocido!