RAVENA
Rodé de lado a lado en la cama, incapaz de
conciliar el sueño. Había estado mirando al techo durante horas, mis ojos estaban
vidriosos, negándose a cerrarse y no tenía nada que ver con el
hecho de que mi cama estaba en la sala de estar. En realidad era un sofá cama.
Duermo allí desde que Scarlet, mi hermana mayor, decidió que
necesitaba privacidad y me echó de la habitación. La segunda
habitación de la casita la ocupaba nuestra madre.
No es que me quejara. Dormir en la sala de estar no era tan
incómodo como parecía. En esa casa pasaban cosas peores
, como por ejemplo, el acoso de
hombres repugnantes, que, de vez en cuando, llevaban allí.
El pequeño mundo en el que vivíamos era sórdido y lo
que me impedía huir de él era la certeza de que todo estaba por
terminar. Más específcamente en cuatro meses, cuando
tendría dieciocho años y sería libre para hacer lo que quisiera
con mi vida.
Ya tenía trazados los planes para esta nueva etapa de mi
existencia. Cuando di mi grito de libertad, tenía la intención de
mudarme a la capital, junto con mi mejor amiga Marina, donde
compartiríamos el alquiler de un apartamento, conseguiríamos nuevos
trabajos y haríamos un curso preuniversitario, para tratar de conseguir
en alguna universidad pública, ya que ninguno de
ellos tenía los medios económicos para pagar una
universidad privada.
Hasta entonces, tenía que seguir aguantando a mi madre ya mi hermana con tanta fuerza
como ellas lo hicieron conmigo. No es que los odiara, lejos
de mí, solo no estaba de acuerdo con lo que hacían los dos y con eso me
excluían de la familia, la hostil. Todavía vivía en esa
casa solo porque mi madre necesitaba la pensión alimenticia que pagaba mi padre
todos los meses, con la condición de que nunca me involucrara en sus
negocios sucios.
No era el padre de Scarlet. La suya, ni siquiera mi madre
sabía a ciencia cierta quién era. El mío ya estaba casado con otra mujer
cuando fue concebido y tuvo que dejar la ciudad para salvar
su matrimonio. Otra demanda que me había hecho a cambio
del pago de la pensión alimenticia era que nunca me presentara en su casa,
donde vivía con su esposa y mis otros medios hermanos. La pensión
se cortaría en cuanto cumpliera los dieciocho años, entonces
sería mayor de edad y mi madre ya no podría impedirme salir de
casa, ni insistiría en que me quedara sin la existencia de la
pensión. Simplemente no estaría en los brazos de la suerte porque ya tenía mis
planes elaborados. No podía esperar a que todo sucediera. Para entonces, el
año escolar habría terminado, me habría graduado de la escuela secundaria y sería
libre en todo lo que puede ser un ser humano.
El negocio de mi familia era el peor
imaginable. Mi madre y mi hermana, junto con Cleiton,
el novio de Scarlet, formaron una pequeña pandilla que
estafaba a los hombres con dinero.
La más común de estas estafas fue cuando Scarlet fngió ser
una prostituta, atrajo a estos hombres a lugares remotos, donde
Cleiton aparecía armado y tomaba todo lo que podía obtener de
estos imbéciles. Puede que no lo parezca, pero Cleiton estaba muy
celoso, siempre aparecía en el lugar designado antes de que cualquiera de los
idiotas tuviera tiempo de poner sus manos sobre Scarlet. Queda expresamente prohibido el acto
sexual