icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon
Novia divorciada (Novia abandonada 2)

Novia divorciada (Novia abandonada 2)

Gi Dominguez

5.0
calificaciones
13.5K
Vistas
45
Capítulo

Brianna, empezó la universidad. ¿El problema? Su ex marido es el profesor de una de sus asignaturas. Brianna no solo tendrá que lidiar con las sensaciones de su corazón; deberá intentar no caer en las tentaciones que Teo le da: cada vez que se acerca. ¿Será pasión o amor? Esteban es consciente de pronto: la está perdiendo para siempre. ¿Querrá volver con su ex esposa, cuándo el mismo le pidió el divorcio? O solo la empezará a valorar, ahora que la ve acercándose con alguien más.

Capítulo 1 Universidad

En la universidad, era bastante recorrido en ese instante. Me encontraba en modo planta: tendría las clases con Esteban. Suspiré, di un gran bocado de aire y me sale mientras .s El problema es que pensé que alguien me estaba sosteniendo de la parte de atrás, porque a pesar de que daba largos pasos: no avanzaba. Frustrada y enojada, me gire encarando a la persona que me estaba deteniendo, pero no no era nadie. El picaporte fue el causante.

Puse los ojos en blanco dándome cuenta de mi torpeza. Empecé a dar grandes zancadas, en dirección a la mesa. Busque el asiento del medio, no quería que Esteban me viera tan de cerca. Suspiró, la verdad es que es un poco difícil: en este día, después de haber conocido a Teo; había sentido algo especial por el.

Ni siquiera yo me entendí en ese instante:

¿Por qué mi corazón había latido con tanta prisa? Sucedió en cuanto cruzamos las manos.

Lo peor de todo, es que estaba ansiosa por tener la hora de su clase. Lo único malo, es que todos cuchicheaban que pasaba algo entre el profesor y la estudiante.

La estudiante era yo y el profesor obviamente era Teo.

Esteban ingresó, en cuanto lo hizo o un silencio sepulcral, pero no era tan así, sino que hubieron muchísimo suspiros y empezaron los cuchicheos de pronto.

Esteban, carraspeo.

Al parecer queriendo ganar la atención y silenciando a todos los presentes.

Las chicas: hicieron caso. Simplemente sé quedaron observándolo con una baba en el rostro.

¡No lo negaré, yo también!

Yo podría llegar a jurar: si no me controlaba estaría largando baba por el; es que mi ex marido, pero estaba muy bueno.

<<¡Cálmate Brianna!>>

En este día, tiene puesto un suéter de color marrón, pero es ajustado entonces uno puede notar todos los músculos que tiene.

<<¿Quién no fuera su ropa?>>

Empiezo a suspirar , una boba, y la mayoría lo hacía. Parecemos un rebaño de ovejas.

Cuando entré en razón, al ver sus ojos azules cruzarse con los míos: me senté recta y me puse a escribir cualquier tontería en mi libreta.

Cuando me empecé a dar cuenta: escribía una y otra vez Esteban.

"Esteban"

"Esteban o Teo"

Puse los ojos en blanco y gire hacia otra hoja. La anterior: la hice un bollo. Por desgracia, cuando después de que el profesor terminó de dar la charla, aquel bollo de papel cayó hacia un costado.

<<¡Ay no!>>

En el instante preciso en el que Esteban pasaba por mi lado.

Miré aterrada, este sería mi fin. Esteban, con curiosidad se inclino a la altura de mis rodillas y tomó aquella pelota improvisada. Él sin ningún tipo de prisa lo empezó a desenrollar.

—¡No! —grité y todas las miradas curiosas se pusieron en mí.

Esteban levantó las cejas al parecer confundido y me miró.

—¿Qué tiene este papel señorita que no quiere que lo lea? —quiere saber con curiosidad.

—Nada, solo que...

—¿Qué cosa?

—Ni siquiera sabe responder. Entonces es más que justo que yo lo vaya a leer.

—No tiene nada, eso lo que...

—¿Qué tiene escrito? eso es lo que que quiero saber.

Con una ceja levantada me interroga.

—Qué es... es...

—Me lo llevaré, debido a su falta de respuesta.

En ese momento Esteban se dio la vuelta y a pesar de mis protestas se sentó en la silla. Detrás del escritorio.

Mi corazón empezó a latir con prisa, nada por suerte la atención que estaba sobre mí: disminuyó y todos empezaron a hablar entre ellos.

—¿Que tiene escrito? —pregunta Carla mi amiga.

—Carla, es mi sentencia de muerte.

—De igual forma al parecer aún está hecho un bollo, seguro que tienes la oportunidad de quitarselo —comenta carla.

—No lo sé. De igual forma tengo que acercarme a él para quitarle: el bollo de papel, así no será mi fin —lloriqueo, escondiendo mi cabeza en el pupitre.

—¿Qué es lo que tiene? Digo , para que estés así —pregunta Carla.

Carla, es mi mejor amiga. La verdad es que la conozco hace poco. Pero de igual forma, se ha convertido en alguien importante para mí.

—Dice...

—¡Ya dime el misterio! —elevó el tono de voz, todos la miraron por un leve instante.

—Esteban con muchos corazoncitos, si.. hay muchos Esteban escritos. Pero hay algo peor que eso —comento.

—¿Qué es peor que poner el nombre de tu profesor con corazoncitos? —quiere saber.

—Puse el nombre de Teo y Esteban los dos juntitos, cómo si tuviera que elegir entre uno de los dos.

— Eso sí, es trágico, sabiendo que él es tu ex marido —dijo en voz baja.

Asenti, se bien que ese sería mi fin. Lo peor de todo, es que después le tenía que llevar a Ana su caso.

¡Qué vergüenza!

Yo creo que me voy a morir en este instante de un ataque cardíaco.

Me puse de pie, por fortuna estaban todos haciendo un trabajo práctico.

Tuve esa valentía cuarenta y cinco minutos después de que hubiera ocurrido ese suceso.

Me acerqué, sin saber muy bien que decir, con una hoja la mano fingiendo que tenía una duda. .

Esteban levantó la barbilla, dirigiendo sus ojos hacia mi. No tenía ningún tipo de expresión en el rostro y mis nervios incrementaron.

—Esteban...

<<¿Cómo le voy a decir: Esteban?>>

—Digo profesor...

—Sí dime alumna. —contestó recalcando la palabra "alumna"

<<Incluso esa palabra, suena bien en sus labios>>

—Es que tengo una duda respecto a una pregunta.

—Dime , ahora te explicaré...

Mientras él me explicaba al respecto a las plantas: , la fotosíntesis; yo miré de reojo que el bollo de papel aún estaba de su misma forma.

Empecé a estirar mi mano, con disimulo viendo que él estaba concentrado en explicándome. Cuando me faltaba tan solo centímetros Esteban, desvío la vista de mis ojos y los dirigió hacia mi mano estirada.

<<¡Ay no!>>

—Me quieres venir a robar el bollo de papel ¿verdad? —quiere saber el.

De pronto sonó la campana, suspiré, aunque no obstante cuando estuve a . de alcanzar el papel: Esteban lo tomó con su mano.

<<¡No!>>

Mientras todos los estudiantes salían, yo me quedé , si estuviera en penitencia frente a su escritorio: parada, pálida y sin saber muy bien que decir.

Sentí una mano detrás de mi, que era de Carla dándome fuerza.

Esteban cuando vio que todos los estudiantes se marcharon, aliso el papel. Su mirada sería se transformó en una con sorpresa. Lo miré aterrada, mis ojos y mis labios se pusieron una línea recta.

—No entiendo porque dice: Teo o Esteban ¿Acaso es un tipo de comparación? —quiere saber el confundido.

—Si... bueno no, es solo...

—Briana ¿Te gusta el profesor Teo? —quiere saber Esteban sin temblarle la.voz.

—No... en realidad me gusta otra persona.

Esteban me miró con sorpresa.

<<Creo que la empeoré más>>

—¿Te gusta otra persona que no sea yo o Teo? —pregunta más confundido. —.

—No es que no me gusten, es decir no es que me gusten los dos.

— Entonces por lo que te estoy entendiendo , me estás diciendo que...

—Sí, me gusta otra persona que no es ni tú ni él —declaré finalmente.

Aunque eso era una total mentira.

Aún continúo enamorada de Esteban , el primer día.

No podía evitar suspirar una y otra vez por el.

—Supongamos que te creo Briana, de igual forma no es asunto mío. Pero por estar distraída: te haré tarea hacer un trabajo práctico.

—¿Que? ¿por que? —empieza a protestar.

Sin darme cuenta estoy frente a el, sosteniendo la hoja de papel.

Esteban me mira con sorpresa, sin entender muy bien porque estoy a pocos centímetros de su cuerpo, y tironeando del.

—Si no tienes pruebas, no me puedes castigar.

Entonces seguí insistiendo en tomar aquella hoja de papel, el mismo tironeo de un lado al otro y yo hacía mi.direccion. De tanta fuerza, la hoja se partió en dos pero el problema es que no me caí hacia atrás, sino hacia delante, a los brazos de Esteban.

El mismo miro con sorpresa, en el momento que pude sentir sus manos en mi cintura desnuda. Yo tenía puesto un top con un pantalón tiro alto.

No pude evitar estirar mis manos hacia arriba y abrazarlo con fuerza. Después de muchos meses: era la primera vez que los dos tenemos contacto de cerca.

No entendiendo muy bien porque mi corazón: de pronto se acelero de esa manera.

No podía quitar mi vista de los ojos de Esteban, incluso mis ojos bajaron hacia sus labios, los cuales lo traía entreabierto.

Esteban me sostenía de la cintura, ninguno de los dos decía nada; solamente estábamos ahí mirándonos. En un momento, Esteban al parecer se dio cuenta de la realidad y dio un paso hacia atrás y yo me puse recta en mi posición. Aún sostengo el trozo de papel que tenía entre mis manos, no sin antes mirar que decía "Esteban o Teo".

—Está bien, pero la próxima vez te castigare.

Lo dijo en tono serio copa pero no pude evitar reírme divertida.

—¿De qué manera me castigará profesor Esteban? —dije en tono coqueto.

El trago saliva incómodo, con mis ojos seguí su manzana de Adán, subir y bajar.

—Con... dos trabajos prácticos, señorita Briana. Así que por favor ¿me puede dejar solo?

Puse los ojos en blanco y me alejé dando zancadas largas hasta llegar a la puerta. Cuándo cerré la puerta, sabía que estaba en un serio aprieto.

No quería darle entender a Esteban que aún seguía enamorada de él, pero tampoco le quería hacer entender que pensaba en otra persona.

Suspire.

De igual forma no me debería interesar puesto que los dos estamos divorciados. Pero una parte de mi, aún tiene la pequeña y minúscula esperanza de que el aún piensa en mí.

A verdad todo era un poco más difícil de lo que pensaba, ya pronto puedo ver a Teo: el profesor dar la vuelta con prisa.

La curiosidad pudo más que yo, a pesar de que me dije a mí misma que no debía meterme en donde no me correspondía.

Ya me encontraba corriendo detrás de él. Quería saber porque tenías ese semblante tan triste y al parecer se dirigía a la azotea. Donde yo lo había encontrado con anterioridad. Con curiosidad, empiezo a subir los peldaños restantes hasta llegar a su lado.

—Otra vez aquí —le hablo despacio.

El levanta la vista de sus ojos están algo brillosos.

—Sí... otra vez aquí.

—¿Estás bien? en realidad te vi bastante pálido y con un semblante triste. Solamente me preocupé.

—Debes ser la primera persona y única, que se preocupa por mi... gracias.

—¿Por qué no me preocuparía por ti? pareces una buena persona; además me agradas , profesor y eres muy paciente ¿Quién te hizo poner triste? Puedo... conseguir una pala ¿Quieres? —Quiero saber.

—¿Una pala?

—Pues si, para enterrar al que te lastimó.

Teo se rió, aunque después al parecer al recordar, su semblante se volvió triste

—Es siempre quise encajar entre los profesores ¿sabes? Siempre ingreso a la sala de profesores, tomo una taza de café con la esperanza de que alguien se dirige hacia a mí me hable, pero no es así Briana, la mayoría me ignora y no debería estar contandote esto eres una alumna de la universidad. Pensarás lo peor de todos. Aunque Esteban, si me habla.

<<Esteban siempre tan dulce>>

— No te preocupes. Yo tengo mi propio auto criterio y me parece mal que hagan eso. Aparte eres guapo, no entiendo por qué.

—Acabas de decirle a un profesor: que es guapo —comenta divertido.

—Pues le acabo de decirle a otro profesor, que me gustaba otra persona que no era él y es mi ex marido.

—¿Y cómo es que llegaron a esta conversación? —dice confundido.

Abro los ojos con sorpresa, tampoco le voy a estar diciendo: que era porque puse su nombre y el de Esteban.

Me quedé en silencio, él me mira con curiosidad y empieza a acercarse a mi. Di pasos dos hacia atrás, hasta chocar con la pared del final. Mis ojos se abren con sorpresa en su dirección; la verdad es que no sé porqué motivo, tenerlo cerca: me pone nerviosa.

Ni siquiera con Hernan me ha ocurrido esto.

—Pues... eso no es algo que te importe a ti —digo en forma defensiva.

—Tienes razón, pero , tú te has preocupado por mí; yo también me preocuparé por ti —comenta con tanta dulzura que me derrito.

—Es... porque escribí Esteban con muchos corazones y en un costado izquierdo escribí Esteban o Teo —declare sin parar de hablar.

El profesor me mira con sorpresa, y se aleja de mí dando pequeños pasos bastante, al parecer, nervioso.

<<He metido la pata hasta el fondo>>

—¿Hay otra persona que se llama Teo...? —quiere saber algo confundido sin mirarme.

Se acerca al borde de la media pared, dónde uno si se asoma puede caer.

—No, es por usted.

Se gira con las mejillas sonrojadas. Incluso en ese instante me parece adorable.

<<Es muy lindo>>

—¿Por qué mi nombre...? —quiere saber.

—No lo sé Teo, pero desde la primera vez que lo vi: es , que mi corazón latió. Hace mucho tiempo que no me ocurría eso; además de con Esteban. Ni siquiera con... Hernán. Él fué la persona más cercana que estuve, la verdad es que ni yo mismo me entiendo.

Le sonreí débilmente y él en ese momento, me miró aún más confundido. Se acercó dando pequeños pasos hasta mi lado, sostuvo mi mano y la apretó con fuerza. Yo lo miré sorprendida por ese gesto: en parte era insignificante pero para mí significaba mucho en ese momento.

—Es la primera vez que alguien me dice que soy guapo y que le hago latir el corazón.

Lo miré con sorpresa a decir verdad el tío, no era feo: es verdad que era muy alto; tenía unas gafas que no le dejan ver su rostro, el cual era muy varonil; tenía facciones muy bonitas. Además cuando hablabas con él, te das cuenta de que era una persona muy especial.

—Pues si nunca te han dicho eso es porque son unos tontos. Ellos solamente deben ver la apariencia exterior. Eres muy dulce, además seguramente que sí tenemos un recorte en el cabello —empiezo a decir divertida —y te quitáramos esas gafas, sería algo práctico finalmente.

Él se rió.

Me quedó embobada mirandolo, se reía el profesor. A decir verdad hace mucho tiempo que no sentía esa sensación. Y mejillas se sonrojaron, la verdad es que en ese instante, ni siquiera yo entendí a mi propio corazón.

Seguir leyendo

Quizás también le guste

Otros libros de Gi Dominguez

Ver más
Capítulo
Leer ahora
Descargar libro