Beltrán es un joven multimillonario que se ha ganado una buena suma siendo el mejor empresario en inmobiliaria, su inteligencia y habilidad para simpatizar con personas rivaliza con un enorme ego que presume día con día, pero pronto se volverá objetivo de sus competidores quienes no dudarán en eliminarlo a toda costa, incluso alguien tan poderoso como él deberá temer al famoso asesino ''El Rompecorazones''. Su vida dependerá de que este macabro ejecutor cambie de parecer con un trato mejor que incluya la protección de este empresario exitoso, pero la sorpresa detrás de este lo llevará a un descubrimiento impresionante, su verdugo es en realidad una mujer que está por robarle el corazón literalmente ¿Un amor así de peligroso podrá sobrevivir? los secretos más grandes están por ser descubiertos en este mundo dominado por las mafias, ¿cuál es tu más grande secreto Beltrán?
La noche estaba adornada por pequeños cristales de agua cayendo entre las calles, la niebla cobijaba la ciudad con un ligero vendaval que avisaba a los habitantes sobre la próxima tormenta, los pocos que quedaban a la merced del gélido ambiente eran los vagabundos y necesitados que sin refugio se ocultaban entre los callejones abandonados por el mismo Dios, parecía que sería una noche tranquila cuando comenzó a escucharse a lo lejos un eco sonoro: se trataba de un caminar elegante que chapoteaba entre los espejos de agua formados en el suelo seguido de un ondear de una larga gabardina oscura,
el sujeto sostenía un paraguas que lo protegía de la tenue lluvia mientras las personas a su alrededor parecían ocultarse usando restos y basura como si un escudo se tratase.
Desde los años 2035 se aceptó una ley escalofriante, la de Indulto a la mafia: consistía en permitir el libre albedrío de todos los grupos de mafiosos que colaboraron con ayuda y protección de los habitantes frente a la cuarta guerra mundial, mientras los políticos continuaban en sus disputas constantes los asaltos a mano armada habían aumentado al punto de dejar muchas más víctimas que la misma guerra, pero con ayuda de estos grupos se pudo sobrevivir, a cambio ellos ganaron territorio e incluso una voz en el parlamento mundial, de esta forma consiguieron participación en la política mundial luego de la guerra y como recompensa se les otorgó la libertad de actuar a su parecer. Pronto el tráfico de droga, sicarios, contrabando de armas y extorsión se volvió popular entre la sociedad que herida de una guerra sin ganadores se hundió más en este mundo corrupto, el mercado de la mafia se estableció como institución y amplió las plazas de trabajo que tanto se necesitaban para la economía, mientras que los oficiales y políticos hacían la vista gorda ante sus acciones estas se identificaban con un registro de aceptación junto con un aviso a la secretaría de asuntos internos de cada país.
Los asesinatos se manejaban de manera distinta: una vez que el nombre aparecía en el sistema como blanco solo había dos maneras de sobrevivir y consistía en morir a manos del ejecutor contratado o que la persona que lo propuso como blanco muriera, sin embargo, se le otorgaba a la víctima la oportunidad de negociar con la agencia del ejecutor, a este acto se le llamaba solicitud de "parley" que consistía en negociar con el jefe de la mafia, si se conseguía un acuerdo con mayor ganancia que el contratista se le ofrecía protección hasta que su nombre se librara pero a cambio debía un favor a la mafia por el valor de una vida de igual peso que la suya, debido a este trato tan crucial miles se dejaban morir a manos de sus ejecutores y muy rara vez el contratista moría, pero había casos en que ambos fallecían a manos de la mafia dado que los precios eran demasiados altos para pagar, del mismo modo los asesinos tenían fama de adorar el aroma de la sangre por lo que en casos particulares las victimas conseguían hablar. Pero había una forma más de salir con vida y era que si por casualidad obtenías la protección de algún grupo con mayor rango que los de tus ejecutores dado que sería imposible hacerle frente a semejante poder y en el mundo del asesinato se trataba de cinco grupos en específico.
También llamado el callejón S: eran lugares específicos donde se ubicaban estos jefes con poder sobre la vida de quienes quisieran, pese a estar rodeado de vagabundos y gente pobre, lo cierto era que estos servían como fachada, los mismos podían vivir con alimento suficiente a sus anchas siempre que cuidaran cada entrada del lugar al mismo tiempo que ayudaran a los asesinos que fuesen heridos, pero incluso ellos temían por sus vidas si se topaban con algún personaje peligroso, en los listados de asesinos había al menos cincuenta de ellos con un número de víctimas casi perfecto, el mundo entero sabía que si te ponían como objetivo de estos ejecutores era mejor rendirte sin pelear, escapar era un intento en vano y los pocos que querían pelear para sobrevivir solo eran un ejemplo de que era inútil dar batalla por su vida.
Los diez asesinos más importantes estaban esparcidos por el mundo pero sus identidades se mantenían desconocidas al punto de únicamente saber de quienes se trataba por sus víctimas, algunos tenían un estilo peculiar de dejar cuerpos molidos a golpes hasta desangrarse internamente, mientras que otros simplemente utilizaban una mira desde una distancia y atacaban de manera furtiva, aún así había uno de ellos que destacaba en su misterio, como el asesino número uno en las listas de los más peligrosos no tenía un estilo propio, por el contrario sus víctimas parecían haber acudido al suicidio tras descubrir a su ejecutor pero las variadas formas de muerte no eran del todo claras, lo único que las distinguía de las demás era un botón negro que algunas veces tenían los fallecidos en sus manos como si lo hubiesen arrancado del sujeto, se decía que de todos este era el único que podía andar a sus anchas por el mundo sin necesidad de sufrir por la competencia, pero aun así había alguien que se le parecía. Se trataba del asesino con el puesto número siete de los mejores en su trabajo, aquel apodado ''El rompecorazones'' tenía la particularidad de jamás mostrar su identidad a nadie en la labor, su rostro era un verdadero secreto por llevar una máscara sin rostro completamente llana y de un color negro con encaje que cubría los orificios, muy rara vez actuaba a plena luz del día o en lugares llenos de gente al igual que era imposible descartar la forma en que terminaban sus víctimas, llenas de cortes en sus cuerpos y como lo dice su nombre una apuñalada en el pecho que los dejaba inertes al instante, de entre todos el sujeto no socializaba y hasta el momento era el único después del asesino número uno que no había tenido que lidiar con el molesto parley.
El Rompecorazones se había ganado el puesto de asesino favorito por el mundo criminal y su jefe, el señor Simón era más que reconocido incluso entre otros grupos de mafiosos, tal era su prestigio que manejaba un puesto en la mayoría de los callejones S de diferentes partes del mundo, pero su ambición rivalizaba a su prestigio por ser el hermano menor del grupo con el ejecutor número uno, las bocas de dragón casi siempre competían entre ellos demostrando su habilidad en el negocio pero destacando el nombre del diablo como amo y señor de la mafia en el mundo entero, una organización tan poderosa con la capacidad de hacer desaparecer a sus víctimas e incluso mantener entre sus filas al asesino número uno, pero Simón y su grupo de Las Lilas no se quedaban atrás del prestigio de su hermano mayor siendo una organización peligrosa al mismo tiempo que violenta, que adoraba jugar con sus víctimas extorsionando a los contratistas hasta dejarlos sin un centavo para poder ejecutarlos, así era, Simón era el ejemplo perfecto de ser el hermano menor el Diablo, disfrutaba de las masacres que para su deleite adoraba escuchar por un pequeño auricular que sus ejecutores debían portar en todo momento, era el principal motivo por el que las personas no podían pedir parley, puesto que él ordenaba asesinarlos de todas formas y muy rara vez aceptaba algún trato, pero luego de hacerlo buscaba un vacío del que aprovecharse para torturar, despojar de lo más valioso y asesinarlos de la manera más lenta posible, su placer por destruir vidas era destacable en todo momento, de hecho ni siquiera disimulaba su aberrante y sádico ser que en definitiva hacía los honores de ser llamado demonio, el orgulloso dueño del Rompecorazones a quien le tenía un especial afecto como si de un juguete de colección se tratase.
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