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Capítulo

"Zack y Zoey están juntos en todo, quizás incluso en la muerte. Zoey es la nueva portadora de un dije maldito que ha llevado ya a numerosas muertes. Sin ir más lejos, hace apenas algunos meses Zack fue asesinado por Jude, un hechicero que quería arrebatárselo. Ahora es el turno de ella para recorrer los sinuosos caminos que el collar le tiene preparados. Jude está todavía al acecho, Adam aún camina sobre la delgada línea que separa a los amigos de los enemigos y las sombras se presentan como un augurio desconocido. El dije esconde numerosos secretos. Y, tal vez, sería mejor que nunca vieran la luz."

Capítulo 1 1

Capítulo 1

«Ubi concordia, ibi victoria»

«Donde está la unidad, está la victoria».

Publilio Siro

«Ut desint vires, tamen est laudanda voluntas»

«Aunque el poder es deficiente, la voluntad es encomiable».

Ovidio

«Vive, y cumple con tu deber.

Muere, por quienes amas

y por quienes merecen seguir coexistiendo

con este hermoso planeta.

Muere para salvarlo,

porque él va a destruirlo

si el dije queda en sus manos.»

Zoey estaba acostumbrada a que la gente señalara su cabello. Cuando la humedad era insoportable, no había peine que lo dominara. Por fortuna, más allá de las habladurías, a ella tan solo le importaba su propia opinión: ya sabía que era horrible.

Correteó por los pasillos, rumbo al aula de Química, mientras renegaba mentalmente con Jessica por no haberla despertado antes de marcharse. Se ajustó la mochila al hombro y apresuró el paso. En el fondo, muy en el fondo, sabía que no era culpa de su amiga, sino suya. Pero a veces era más fácil pasarle la carga a alguien más.

Después de regresar de la casa de la abuela de Zackary Collins, se quedó despierta hasta la madrugada, incapaz de dormir. Había obtenido información valiosa que ahora estaba guardada en una carpeta debajo del colchón de su cama.

—Te juro que intenté despertarte —dijo el conejo blanco de peluche*, que asomaba la cabeza por una abertura de su mochila.

Peluche*: felpa. Muchas veces se llama así a los juguetes creados con dicho material.

Cualquiera se hubiera aterrorizado ante la situación, pero Zoey estaba acostumbrada a que Zack tomara aquella forma para que no lo vieran.

—Ni siquiera te sentí —admitió ella, con los labios fruncidos mientras saltaba los últimos escalones para llegar al primer piso.

—Estabas cansada. ¿Qué esperabas?

El conejo escondió la cabeza justo a tiempo, cuando un grupo de estudiantes de octavo grado salía del aula de Música justo frente a ellos, a pocos pasos de la escalera. Zoey no quería ni imaginarse lo que habría pasado si los alumnos hubieran visto la escena. Recordaba que, la primera vez que ella se topó con el chico en forma de conejo, estuvo a punto de vomitar y de desmayarse al mismo tiempo, porque no se supone que los animales de felpa puedan hablar o moverse. Además, Zack debería estar muerto y esa era la razón principal para esconderse tras la imagen de un conejito blanco.

Y lo estaba, realmente estaba muerto, solo que por culpa del collar que colgaba ahora del cuello de Zoey, él había vuelto del otro lado para cuidarla; era como una misión por cumplir antes de llegar al cielo: Zack tenía que proteger a la nueva portadora del dije de quienes deseaban matarla para apoderarse del objeto. Estarían unidos hasta que ella falleciera.

Zoey alcanzó el aula a tiempo, apenas unos segundos antes de que la profesora cerrara la puerta en su cara.

—Buenos días, Scott —saludó la docente con una sonrisa.

La joven supo enseguida que se trataba de una indirecta por llegar tarde. Cabizbaja, fue derecho a su lugar en el fondo, contra la ventana, junto a Jessica.

—Voy a matarte —le espetó a su amiga—, deberías haberme despertado.

Jess frunció los labios.

—Lo intenté, pero no funcionó.

—Tendrías que haberme golpeando con el palo de hockey, o con cualquier otra cosa —contestó Zoey, antes de que la profesora comenzara a hablar sobre el tema del día.

Ella no era muy buena en Matemáticas ni en ninguna materia que llevara números, por lo que Química era un verdadero karma; prestar atención era de suma importancia si es que no quería reprobar. En el trimestre anterior había sacado buenas notas gracias a Zackary, su profesor particular del más allá, y esperaba que él la ayudara también durante los meses siguientes.

Pero si bien la escuela era importante, Zoey tenía otros asuntos con mayor grado de prioridad de los que preocuparse. Ya lo había discutido con Zack la noche anterior, cuando se sentaron a conversar en la azotea del instituto al regresar de la casa de la abuela Collins. Ahora, su mente se dividía entre la clase y lo que recordaba de la madrugada.

—Es un algoritmo que opera sobre las letras de forma individual —había dicho Zack mientras blandía las hojas del código de cifrado ante los ojos azules de Zoey—. ¡Tal y como lo habíamos pensado!

—Claro, el problema era que no teníamos el código correcto

—había concluido ella.

—Y resulta que es más simple de lo que imaginábamos.

—A mí me parece que es bastante rebuscado —contradijo la chica.

—Creo que tenemos tiempo para descifrarlo por completo.

—¿También tenemos tiempo para todo lo demás? —inquirió ella entre bostezos—. Recuerda que los exámenes comenzarán pronto —murmuró—. Me gustaría mantener mis buenas notas, si es que estás dispuesto a ayudarme una vez más.

Él asintió.

—Por supuesto que sí, boba. Ya verás cómo nos organizamos con todo. Por el momento, lo más importante es descifrar el libro para esclarecer el asunto del dije. Averiguar qué sucede con los otros templos, qué son o para qué eran, no tanto. No pienso abrir el túnel para comprobar si de esa forma se desbloquea una puerta espiritual al colegio o no.

Ella se acurrucó.

—Pues, tu abuela tiene razón en algo: antes, el túnel estaba cerrado y Jude pudo asesinarte de todas formas.

Zack suspiró.

—Lo he pensado. Jude no estaba ahí cuando morí, aunque sí estaba el hechizo que me empujó a la muerte.

—Pero él entró.

—En realidad —el chico se pasó una mano por el cabello—, puede que él no haya entrado. ¿Y si encontró una forma de implantar su magia en el sótano sin necesidad de ingresar?

Eso es lo único que tenían: conjeturas incompletas.

En medio de su clase, Zoey solo podía continuar con sus deducciones. Le irritaba pensar que nunca obtenían información específica en las historias que giraban alrededor del dije.

El código era una nueva esperanza. La chica confiaba en que, lo que fuese que dijera el cuaderno de la logia, podría ayudarlos a entender el objeto y que, quizás, hubiera alguna cura para la maldición que suponía ser su portador. Si existía una manera para quitarse el collar sin perder la vida, ellos tenían que encontrarla cuanto antes.

La clase de Química finalizó sin que Zoey entendiera siquiera un poco. Enseguida supo que lo mismo ocurriría con las siguientes materias. No podría concentrarse hasta desayunar. Necesitaba café y se encargó de conseguirlo antes del siguiente período, junto con pequeño sándwich que comería de camino a la próxima aula.

Jessica intentó mantenerla atenta con pellizcos regulares en el brazo durante toda la mañana, pero fue recién a la hora del almuerzo que Zoey pudo despejarse un poco.

Después de que las clases del día llegaran a su fin, la chica tuvo tiempo de recostarse y descansar la cabeza. Todo mejoró pronto. Se despertó un par de horas más tarde, ansiosa por empezar con las tareas cometidas; aprovechó el horario para ir con Zack a la biblioteca donde creía que nadie los molestaría.

Con todo listo para comenzar, ambos se pusieron a trabajar, pero, a pesar de la emoción, tardaron alrededor de una hora y media en obtener los primeros resultados.

—R… A… Aquí va una C…

—Raciocinio, ra-cio-ci-nio —repitió Zack en voz alta—.

Hasta ahora tiene sentido.

Sosteniendo la hoja en alto, Zoey releyó la primera oración traducida.

—«Es el primer objeto inanimado que tiene un verdadero raciocinio».

—Chocolate por la noticia* —bufó el conejo mientras caminaba por encima de los libros de la biblioteca que la encargada todavía no había ordenado.

Chocolate por la noticia*: frase común en Argentina que se usa como sarcasmo o ironía cuando se ha dicho algo demasiado obvio.

—Ya, es solo el principio.

—Creo que es una introducción. Tú simplemente adelanta hojas —conjeturó él, apurado.

Zoey negó y, con cuidado, continuó por la siguiente oración. El proceso le resultaba lento, en especial porque no estaba familiarizada con el código de traducción de ese extraño idioma. Supuso que mientras más se entretuviera con ello, más rápido terminaría de hacerlo.

Sin embargo, no era tan fácil y lo descubrió con el paso de las horas. A cada rato, tenía que volver a chequear las mismas palabras, las mismas letras, regresar para intentar comprender por qué tal código significaba una «A» y tal otro una «Á».

///

La cabeza le daba tumbos, incluso cuando se turnaron para realizar la tarea en las noches y Zack aprovechaba sus horas de sueño para seguir. Después de dos largos días de traducción de la primera página, descubrieron que, como habían predicho, el libro era más bien un diario

—«Ninguno de nosotros sabe de dónde obtuvo su poder, qué es, cómo se creó, incluso si lo creó Dios o si se creó a sí mismo. A sabiendas de cuán peligrosa es su tenencia y del porqué muchos se enfrentan por obtenerlo, nos comprometimos a su cuidado y ocultamiento.

Elegimos a un portador, a un desinteresado portador al que intentamos proteger de los externos a nosotros. Pero incluso los internos han demostrado ser corruptos en alma» —leyó Zoey, ya cansada de una larga tarde de trabajo, sentada en la biblioteca tal y como el día que iniciaron.

—Se refiere a que miembros de la misma logia han querido el dije para sí mismos.

—«Por eso, mantuvimos en secreto esta vez a quién hemos elegido. Solo tres personas sabemos quién tiene el dije y hemos jurado con nuestra sangre guardar el secreto. Las amenazas son constantes. A veces, el portador no puede confiar en nadie, ni siquiera en mí».

—Entonces, hubo dos portadores. El primero fue traicionado —concluyó Zack—. Sigue.

—«Como organización, es vital no pretender poseer la magia del objeto. El portador tiene pleno conocimiento de nuestras políticas y compromete su vida a eso. No por el riesgo a morir asesinado, sino por el riesgo que presupone utilizar el dije contra su voluntad. La carne humana no está hecha para manejar tal poder espiritual. El dije es un objeto que no pertenece a este mundo y algunos de nosotros lo hemos comprobado de la peor forma posible, movidos por la avaricia». —Zoey suspiró, dejó la hoja, cerró el libro y apoyó la cabeza en la mesa.

—Genial, una hoja llena de charlatanería. Perdimos el tiempo en esta parte.

—¡No podemos omitir nada! —insistió ella—. ¿Qué tal si nos perdemos algo importante?

Zack bajó las orejas.

—De acuerdo, de acuerdo. Yo traduciré la página siguiente esta noche, creo que ya le agarré la mano.

Salieron de la biblioteca justo a tiempo para la cena. Encontraron a Jessica a medio camino, se veía bastante emocionada, casi que parecía estar a punto de brincar.

—¡Adivina qué! —le gritó a Zoey en la cara, antes de que pudieran entrar al comedor.

—Eh, ¿qué?

—Habrá una súper fiesta en el aula magna. Los de tercero pidieron permiso para hacerlo. Si bien algunos han objetado porque la muerte de Zack y la desaparición de Adam todavía son recientes, los chicos convencieron a la directora diciéndole que habíamos pasado por demasiados asuntos complicados y que necesitábamos ser felices por un rato, y que merecemos al menos una noche para relajarnos.

—¿Una fiesta? —terció Zoey, no muy segura—. No me parece.

—Incluso decidieron hacer un homenaje a Zackary, puesto que se acerca la fecha de lo que hubiera sido su cumpleaños número dieciocho.

Zoey dejó caer la mandíbula. ¡Cuánta razón tenía su amiga! Recién empezaba septiembre, y con él se acercaban la primavera y las alergias, pero con todo lo que había pasado en los últimos tiempos, se había olvidado que el cumpleaños de Zack estaba también muy cerca.

—No puede ser —se quejó.

Su amor muerto cumpliría dieciocho años en veintiún días.

¿Qué se suponía que debía regalarle? Por supuesto que él se merecía un obsequio. Había fallecido, pero aún estaba allí y eso era motivo suficiente para seguir festejándole la fecha.

—¡Sí! La fiesta la harán el viernes previo. ¡Y el código de vestimenta será formal! Ya sabes, vestidos, tacones…

—Oh, no. —Ante eso, no pudo evitar bajar la cabeza. No es que no le gustara usar vestidos, pero lo cierto era que no tenía ni uno. Eran caros y, como todos en su pueblo, su familia ni realizaba ni asistía a fiestas de grandes dimensiones, nunca se había dado el gusto.

—No te preocupes, tenemos tiempo de comprarlos por internet. Y en el peor de los casos, ¡conseguiremos faldas!

—¿Estás loca, Jess? No tengo dinero para gastar en algo así.

Además, ¿cuál sería el objetivo de ir, si fuera?

Jessica puso los ojos en blanco.

—¿Objetivo? ¿Capturar a algún chico lindo? Hay más de cien chicos que todavía no conocemos bien. —En la mochila azul de Zoey, Zack rechinó los dientes—. ¿Y cómo que «si fueras»?

—No estoy interesada en chicos. —Zoey suspiró y su amiga puso cara de horror.

—No hablarás en serio.

—No me refiero a que soy lesbiana —aclaró ella, ante el tono indignado de Jessica—. Igual, si lo fuera, ¿qué?

—No estoy diciendo eso, ya sé que no. Y no tendría problemas —aclaró—. A lo que me refiero es a que ya sé que Zack era el amor de tu vida, Zo, pero no puedes pasarte la vida lamentando su muerte. Mereces buscar alguien más en quien centrar tu obsesión platónica. Alguien que, además, te corresponda.

—No necesito eso.

—Sí, sí lo necesitas. Ambas lo necesitamos. No digo que olvides a Zack, pero simplemente date la oportunidad de pasarla bien por un rato. —Jessica se estiró para acariciarle el brazo.

Zoey hizo una mueca llena de inseguridades, mitad conmovida por el cariño de su amiga y mitad contrariada por las razones que había detrás. ¿Cómo explicarle a Jess que ella solo quería a Zack, aunque todo estuviese en su contra? A ella, los chicos vivos le interesaban tan poco como las matemáticas.

—Oh, Zo…

—Da igual, Jess —cortó ella, no quería explayarse más. Lo cierto era que tenía muchas otras preocupaciones además de lo que sentía por Zack. No tenía tiempo para pensar en conquistar chicos—. No tengo dinero para malgastar en un vestido.

Jessica bufó, pero no dijo más nada, por suerte. Juntas, se dirigieron al comedor en silencio, donde ya la mayoría de los alumnos cenaban y conversaban sobre la fiesta. Los ánimos estaban por las nubes y Zoey comprendió que el alumnado necesitaba del evento.

—Estúpida fiesta. —Se quejó en voz baja mientras se sentaba a esperar a Jess, que había ido por la comida.

—¿Por qué? Será divertido —dijo Zack, sin salir de la mochila.

—No me interesa buscar chicos y, por como es Jess, temo que me obligue a hablar con alguno.

—Pero Jessica tiene razón en eso —murmuró él—. Deberías buscar a alguien…

—No —lo interrumpió Zoey con sequedad—. Creí que tú, más que nadie, lo entenderías.

—No voy a ofenderme si un chico te invita a salir y tú aceptas.

—No se trata de ti, se trata de mí.

Zack guardó silencio y al comprender que ella tenía razón. Él no era nadie para decidir sobre sus sentimientos. ¡Y por supuesto que esto no se trataba de él! Sino de lo que ella tenía ganas de hacer.

///

«Según propias palabras del portador, el dije puede tomarse como un ser intachable. El portador bromea, dice que siempre se comporta delante de los invitados. Pero el humor tan solo es signo de su cansancio.

El día de ayer tuvo que admitir que no se sentía bien, a pesar de que se encontraba en perfecta salud. Haciendo hincapié en lo sucedido la pasada semana, el actuar del portador se vuelve sospechoso. No creo que pretenda priorizar sus deseos por encima de los objetivos de la logia. Simplemente, su actuar es extraño.

La semana pasada fue el inicio de todo esto. Decir que fue inesperado es poco. Pasadas las tres de la tarde, el portador salió de su casa en total soledad (algo que normalmente no acostumbra) y caminó sin detenerse hacia el bosque norte. Ignoró a su prima, a quien cruzó en el camino, como si no la hubiese oído. Se detuvo solo cuando un miembro de la logia lo sacudió. Lo cierto es que parecía estar en trance y, al entrar en razón, solo se limitó a decir que quería ver los árboles.

No creo que los demás miembros, incluido el joven que despertó al portador de su trance, vean lo que yo; especialmente porque ellos no saben quién tiene el dije».

///

Zoey bostezó. En los últimos días habían traducido varias hojas del libro. Ahora algunos dibujos tenían más sentido. Uno de los primeros bocetos se correspondía con posiciones dentro de la logia, pero con nombres en clave como «Interno 1», «Interno 2», «Portador», etc. En los gráficos, el portador no estaba dentro del círculo, algo que los llevó a creer que no tenía una posición real dentro de la logia. Era una persona que utilizaban y nada más.

Pero, por lo demás, avanzaban con lentitud. Notaban que el escritor se esforzaba por comprender la naturaleza del objeto y, según todo lo que faltaba, era posible que hubiera descubierto muchísimo al respecto.

Zoey suspiró.

—Trance… —dijo en voz alta, y pasó las hojas hasta aquella que tenía escrito en un margen «J.D. Clarence» y «Posesión»—. Posesión…

¿Y si, en realidad, a lo que se refería eso era a que el dije podía controlar a las personas? Sí, ella lo sabía porque lo había experimentado. El objeto introducía sus propios deseos dentro de una persona, pero ¿era capaz de controlar a alguien por completo?

—¡Ya estoy aquí! —chilló Zack, abriendo la ventana de un golpe.

Zoey brincó en su asiento.

—¿Eres idiota? Jessica aún podría estar aquí.

—Pero no lo está, la fiesta ya comenzó.

—Apenas —contestó ella, volviendo su atención al libro.

Zack puso los ojos en blanco y entró al cuarto, acarreando dos grandes bolsas de compras.

—Ahora ven aquí.

Ella se giró a verlo.

—¿Qué es eso?

—Un regalo de mi parte —sonrió—. Estoy seguro de que te quedará genial.

Zoey parpadeó.

—¿Zack?

—¡Te he comprado un vestido in-cre-í-ble!

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