Su abuela siempre le había dicho que el sacramento del matrimonio era algo sagrado y puro, un acuerdo entre dos personas que se forja en la base a los firmes ladrillos del amor, el respeto y la lealtad, Toda su familia había respetado aquellos principios, sus padres se habían casado por el enorme amor que se habían tenido, sus abuelos se habían conocido desde pequeños, cultivando día tras día, año tras año y década tras década un amor inquebrantable que incluso en el último aliento de su abuela, todos a su alrededor habían sentido el profundo amor de ambos ancianos.
Ella no era diferente, creía más que nada en aquellos pilares, pero entonces… ¿Cómo había terminado así? En el altar junto a un hombre que no la amaba, que, por el contrario, parecía despreciarla más a cada segundo que respiraba a su lado.
—Rossete Beaumont, ¿aceptas por esposo a Aiden Campbell? ¿En la salud y en la enfermedad? ¿Hasta que la muerte los separe?
La boda había sido organizada por la familia del novio y era ridículamente pomposa, incluso en la poca anticipación de la comunicación a los invitados. A su lado, prácticamente podía palpar el rechazo del novio por ella. No la había mirado en ningún minuto aquel día, ni siquiera en el camino al altar, no, había permanecido con la mirada perdida, en algún punto detrás de ella. El dolor era una sensación del cual ella estaba más que acostumbrada, pero no esperaba que, después de tantos años, el rechazo de Aiden doliera con la misma intensidad. No es como si alguna vez él la hubiera querido de alguna manera, él lo había dejado más que claro en aquel entonces, la única que se había confundido y malinterpretado cada uno de sus comportamientos había sido ella… Aun así, dolía como si fuera la primera vez.
—Si acepto.— Aquellas palabras jamás le habían resultado tan pesadas.
—Aiden Campbell, ¿aceptas por esposa a Rossete Beaumont,? ¿En la salud y en la enfermedad? ¿Hasta que la muerte los separe?
—Si acepto.— Dijo él sin una pizca de duda, pero a su vez, tampoco poseían sentimiento alguno.
—Por el poder que Dios y la corona británica me concede, yo los declaro, marido y mujer, Aiden, puedes besar a la novia.
El corazón de ella se apretó en un espasmo de ansiedad cuando ambos se giraron uno frente al otro y él puso ambas manos en su cintura, se acercó a ella de cierta forma en la cual cubría ambos rostros de los asistentes y testigos de la boda, por el otro lado, el largo cabello de ella cubría a ambos de los ojos del ministro que oficiaba la boda, sus miradas se encontraron una vez más con la misma cercanía que tres años atrás, pero aquel día, él no la mirada con apreciación o curiosidad, sino, puro odio y ardiente rencor.
—Incluso en tu patética carrera actoral puedes hacer una simple escena como esta, trata de no arruinarlo.— susurró contra sus labios, su pecho fue una dolorosa estocada una vez más, pero pese a que no comprendía de donde nacía todo aquel rencor, le dio una suave sonrisa, mientras los asistentes aplaudían. Unos segundos después él se separó de ella y se puso a su lado una vez más, ella mantuvo una perfecta sonrisa y juntos pasaron al salón de la recepción.
Aiden sujetó la cintura de su ahora esposa y juntos bailaron el vals de los novios, en un profundo silencio, no fue hasta casi los últimos segundos que él se acercó a su oído y susurró.
—Después de tantos años… pensé haberte dejado en claro la última vez que nos vimos, mi nulo interés romántico en ti. Recurrir a meterte en mi cama en pleno evento internacional es…
Las uñas de ella, sobre el agarre de su mano, mientras se movían al compás de la música, se enterraron con saña.
—Te recuerdo que no has sido el único afectado.— Susurró ella sin aflojar sus uñas sobre la mano ajena.— Alguien puso algo en mi bebida y desperté rodeada de un millón de gente que no conocía, en un sofá, semidesnuda.
La mandíbula de Aiden se tensó debido a las uñas de ella y disimuladamente la hizo girar para cambiar la posición de sus manos y librarse del ataque.
—Eso dices tú, pero la única beneficiada con esto eres tú.— dijo él nuevamente en voz baja cuando solo una fracción de segundo después, la canción terminaba.— Sígueme.
Bajó esa orden, abandonaron la pista de baile disimuladamente para ir a hasta una oficina contigua, un salón para la intimidad de los novios, ahí mismo sobre el escritorio estaba el móvil de ella, que en el segundo que él cerraba la puerta detrás de ella, Rossete se acercó a revisar, un mensaje de Maurin, el mayordomo de su abuelo y que cuidaba personalmente de su delicado estado de salud. Había hablado con él hace pocos días, solo uno después de anunciar su patético compromiso con un hombre que la odiaba.
El cáncer al pulmón de su amado abuelo, su única familia viva, estaba en un estado terminal, ya le quedaba poco tiempo de vida y ella, que debió de haber vuelto para estar con él luego del que debió haber sido un corto viaje de negocios, cuando, se vio envuelta en aquella situación lamentable.
“—Mi único pesar, mi querida niña, es que te dejaré sola, ningún hombre ha cautivado ni es merecedor de tu corazón.— Había dicho él con suma dificultad para pronunciar cada palabra en aquella videollamada, su abuelo, quien la había criado tras la repentina muerte de sus padres, se moría y ella se había metido en un escándalo, ¿Cómo podía darle tal preocupación?, simplemente no fue capaz. Por ello, recurrió a la única idea que se le ocurrió, las cartas del destino ya se habían echado y la única forma de mantener su identidad en secreto y proteger a su abuelo, era seguir con su patética suerte.
—No deberías preocuparte, abuelo, lo cierto es, que me he fugado para casarme, aquí, en Reino Unido, soy una simple modelo, nadie importante, solo Rossete y Aiden es solo un hombre que me ama, queríamos esperar más, tu recuperación para celebrar una boda como se debe pero…
Su abuelo la miró varios segundos, sorprendido y repentinamente embriagado por una calma en el alma al saber que su adorada nieta no estaría sola, había un hombre a su lado.
—Aiden Campbell, conozco a su familia, será un buen hombre para ti, pequeña mía, fuga tu amor y luego, tráelo a casa, quiero conocer al valiente que robó el corazón de mi nieta…”
Aquellas habían sido sus palabras, pero ahora… ¿Cómo podía pedirle a aquel hombre que la odiaba que fingiera amor frente a su abuelo?
Abrió el mensaje sin importarle hacer esperar a su nuevo esposo.
“ El señor Beaumont ha caído en coma, no sabemos cuando podría despertar, el doctor dice que por ahora, es lo mejor, si despierta, le avisaré. Señorita, vuelva a casa cuanto antes, por favor, al señor no le quedan más de dos meses.”
Apagó la pantalla con el corazón apretado, su amado abuelo… No podía dejarla aún.
—Firma esto.— la orden seca y fría la sacó de sus tormentosos pensamientos, devolviéndole la atención a aquel guapo pero cruel hombre.