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Estrellas en el firmamento

Estrellas en el firmamento

K. Olivares

5.0
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3
Capítulo

Hanalise Hernández había decidido convertirse en una cantando famosa por una promesa que le había hecho a su madre antes de que está muriera; viéndose obligada a aparentar ser una chica dulce y considerada cuando la verdad era muy distinta; siendo una niña mimada y acostumbrada a tener el mundo a sus pies, escondía si lado altanero hasta que un chico que ella consideraba insignificantes se cruzó en su camino conociendo su verdadera personalidad; deseosa de tener amigos y dejar en encierro que vivía en su casa ella comenzó a asistir al colegio sin imaginar que allí se encontraría con ese insoportable sujeto. Neithan Harrison deseaba convertirse en un artista famoso pero si padre se había encargado de cerrarle todos los caminos para cumplir su sueño, siendo un hombre de negocios importante era capaz de eso y más. Hasta que su vida se cruza con la de Hanalise Hernández, Descubriendo su verdadera personalidad, grabando un vídeo con el que podría demostrarle al mundo la verdadera Hanalise. Valiéndose de eso chantajea a la mucha para que lo ayude a catapultarse a la Fama. Sin imaginar que el destino los niños obligaría a permanecer uno junto al otro, conociendo una lado oculto de ellos mismos y haciendo sugir sentimientos de amor.

Capítulo 1 Capitulo 1.

Una sola canción podría convertirse en un día en la razón por la cual todavía deseas seguir viviendo, una melodía que toca tu corazón, que alegra tu existir, ¿alguna vez te sucedió?

♠️♠️♠️♠️

-¡Por favor Hanalise, una sola pregunta! – el periodista fue ignorado por la joven estrella, la cual era custodiada por sus dos enormes guardaespaldas, vestidos completamente de negro.

Todos ellos le pidieron fotos, autógrafos y entrevistas, pero ella simplemente se alejó, pues debía irse ya de ahí, estaba atosigada de tantos flashes, sin embargo, sonrió dulcemente.

- Lo siento, pero no voy a decir nada de eso, además hoy tengo cosas que hacer así que espero que me disculpen – dijo la joven de larga cabellera negro azulada y ojos color perla, mientras mostraba su brillante expresión.

- Bueno, así acaba el concierto de la idol más famosa del momento, Hanalise Hernández, quien no ha querido dar declaraciones sobre su supuesto romance con el joven con quien se le ha visto en estos días – dijo la reportera de aquel canal de farándula - . Cerraremos con la última canción que tocó hoy.

La música comenzó un sonar; era una tonada lenta y armoniosa, que se amenizó aún más cuando aquella voz hizo su aparición.

De pronto, la música cambió a un ritmo más rápido y la voz de la chica siguió la melodía.

Alzó sus manos haciendo que el público la siguiera con la letra, mientras sonreía al ver como todos los que estaban ahí sólo venían por ella.

Apagó el televisor, ya que su padrino no despegaba la vista de él. El hombre de larga cabellera gris le miró de mala gana. pues le había cortado la televisión antes de que terminara la canción.

- ¿Pero por qué hiciste eso? –preguntó molesto. El joven rubio le miró con el ceño fruncido y tomó todas sus cosas para ir a la escuela.

- No sé cómo te puedes emocionar con esas cosas, maestro Ero, además, esas canciones no son tan buenas como para que sea tan famosa - mostrando cierta rabia en sus ojos azules.

- Neithan, sólo estás envidioso – le dijo el viejo, a lo que el joven sólo bufó y se largó de aquel lugar.

Neithan Norriz ya estaba harto de aquello, famosillas idols que cantaban sin tener un verdadero talento, mientras las personas como él no tenían una oportunidad de brillar como querían. Él deseaba con todas sus fuerzas ser un famoso músico, pero por el hecho de que su padre se opusiera, tenía todos los caminos limitados y encima el pervertido de su padrino mirando a esa tal Hanalise en la tele. Que fastidio.

Pero, por ahora no se preocuparía de eso, por más que su padre se opusiera e insistiera en que no tendría ningún futuro si seguía por aquel camino; la música era su pasión y cumpliría su sueño a como diera lugar.

La vista era siempre la misma desde aquella ventana, dentro de esa enorme y lujosa limusina que lejos de hacerla sentir feliz sólo la aburría. Estaba acostumbrada.

Toda su vida había sido llena de lujos y riquezas, siempre obteniendo todo lo que quería, incluso llegó a convertirse en una famosa cantante sólo con decirle a su padre que quería serlo. Tenía una familia feliz, no se quejaba, aunque su madre ya no estuviera.

Aún la recordaba, la razón por la que se volvió una cantante fue porque se lo prometió a ella antes de morir, que sería capaz de alcanzar su sueño y una vez que estuviera en la cima, le dedicaría todo eso a ella y era así como lo hacía, pero a pesar de ser famosa y de tener todo lo que siempre quiso, se sentía vacía, como si a su existencia le faltara algo, pero no sabía qué.

- Hanalise, ¿estás bien? –le preguntó su primo. Hanalise le miró, su larga cabellera castaña y sus ojos perlados lo hacían muy parecido a ella, sólo que su primo vestía de negro, pues estaba encargado de su seguridad. Él era un año mayor y ya no iba a la escuela, puesto había salido hace un año; desde entonces iba con ella a todas partes como un fiel perro guardián.

- Estoy bien, Nahum –respondió con una sonrisa un tanto falsa -. Es sólo... que me incomoda tener que cambiar otra vez de escuela, ya me estaba llevando con mis otros compañeros.

- Bueno, sabes que fue porque en esa otra te estaban acosando demasiado, además, esta es mucho más seria y sólo tiene alumnos con buenas notas, seguro no te molestarán, y estarás aprendiendo bien –dijo Nahum con su seriedad característica-. Y tú fuiste quien decidió ir a una escuela y no recibir clases privadas.

- Es que... no quiero estar encerrada en la casa, quiero... aunque sea una vez... – bajó la mirada, mostrándose un poco triste-. Quiero tener amigos...

Era eso, aquello que mantenía vacía su existencia. Hanalise no tenía amigos, jamás había tenido, porque todas las personas que la rodeaban sólo se acercaban por interés, primero porque era hija de un empresario famoso, reconocido y millonario, después porque era una famosa cantante que en estos momentos ocupaba los primeros lugares en los rankings de popularidad, pero jamás había tenido un amigo de verdad y su primo no contaba en ello, pues era parte de su familia.

Nahum no dijo nada, él no era bueno para las palabras de aliento, él sólo se dedicaba a protegerla.

- Bueno, ya falta poco para llegar, hablaré con los chicos para que despejen el área – dijo el castaño, tomando su celular y alejándose de Hanalise, la cual sólo volvió a mirar por la ventana mostrando serenidad en sus ojos, y así habría seguido de no ser por una fuerte y repentina frenada que hizo su chofer.

¿Qué carajo había pasado?

Neithan iba cruzando la calle de camino hacia la escuela. Llevaba su guitarra en la mano y a su espalda su mochila con sus cosas. No le emocionaba irse caminando, pero su padre le había castigado de esta manera por haberse ido a presentar a una audición, a la cual ni siquiera pudo entrar pues su padre ya se había encargado de hacer que le impidieran la entrada.

Sin embargo, no pensaba rendirse, pasara lo que pasara, él sería un famoso guitarrista y demostraría que la música era su camino. Neithan jamás retrocedería en su sueño y sería el mejor.

Tan distraído estaba con sus pensamientos, que no se fijó en que una limusina negra venía hacia él justo cuando le quedaban sólo dos cuadras para llegar a su destino. Sintió el sonido de una bocina y miró hacia el lugar, notando que el auto negro se dirigía a él.

Su único impulso fue proteger su apreciada guitarra; la abrazó con fuerza, cerrando sus ojos, pero sólo pudo oír una ruidosa frenada y nada más, porque la limusina no llegó a golpearlo.

- ¿Que demonios sucedió? – preguntó Hanalise algo alterada. No dejó hablar a su primo Nahum cuando se bajó del automóvil apresurada a ver qué había pasado, notando a un joven rubio parado justo delante de su limusina.

Esto era el colmo, ¿es que acaso no tenía ojos para ver por dónde iba?

-¿Se puede saber quién te enseñó a cruzar la calle, idiota? –espetó molesta. El chico le miró con sorpresa, pero no la reconoció. Hanalise notó como éste abrazaba una guitarra que estaba dentro de su estuche negro, pero lo relevante era lo sucedido.

-¿Perdón? –preguntó Neithan, observándola desconcertado. En ese momento no le importó fijarse con quien estaba hablando, para él sólo era una chica maniática que lo insultaba después de casi atropellarlo-. Tu lujosa limusina casi me mata ¿y me culpas a mí?

-Es porque ha sido tu culpa, imbécil, ¿Qué acaso no te enseñaron a mirar la calle antes de cruzar? O por lo menos hubieses visto el semáforo, ¿o es que eres ciego?

-Mira, niña presumida, a mí nadie me llama de esa manera, y claro que sé cruzar la calle, que otros no sepan conducir no es culpa mía –dijo el rubio levantando su mochila, la cual se había caído al suelo al momento de la impresión que se había llevado. Miró a Hanalise una vez más, la cual sólo se veía molesta, pero de pronto notó algo-. ¿Dónde te he visto antes?

-Sí que debes de ser un retrasado si no sabes quién soy –respondió Hanalise un tanto arrogante. Neithan frunció el ceño y le dio la espalda.

-Pues la verdad no me interesa conocer a gente como tú, al menos podrías haberte disculpado conmigo, niña loca –al decir esto último, el rubio retomó su camino, dejando a Hanalise totalmente sorprendida, pues jamás nadie le había hablado de esa manera.

-¡¿Quién te crees?! –gritó enfurecida, alzando su puño, pero su mano fue tomada por la de su primo, impidiendo que saliera corriendo detrás del rubio. De verdad ella era difícil de controlar cuando se ponía así.

Hanalise podía tener un rostro de ángel y la personalidad más dulce frente al público y las cámaras, pero la realidad era totalmente opuesta a eso, pues era realmente insoportable. Hanalise era presumida y malhumorada y odiaba que los medios la entrevistaran, pero más odiaba que alguien no supiera quién era, siendo el rostro más famoso en el mundo de la música japonesa.

-Hanalise, ya basta –dijo Nahum muy serio-. Entra al auto y vámonos, tenemos dos minutos de retraso –al decir esto, su prima sólo asintió y volvió a sentarse haciendo un puchero.

Neithan caminaba lentamente, por lo que fue capaz de oír su nombre y fue ahí que lo recordó. Esta mañana su padrino estaba viendo el concierto en vivo de esa chica; era Hanalise Hernández, la idol más popular y famosa del último tiempo. Se detuvo un momento sorprendido, ¿en verdad era ella? Pero recordaba que era una joven dulce y amable, nada que ver con lo que acababa de conocer.

Cuando se volteó la limusina ya se había ido. Fuese o no Hanalise Hernández, agradecía ya no tener que volver a ver a esa loca nunca más.

El chofer estacionó su auto justo en el lugar de siempre y él bajó imperturbable, sin prestar atención a todos los suspiros que lanzaban la enorme cantidad de chicas que estaban enamoradas de él y que, por supuesto, él no tomaba en cuenta.

Había mil y un cosas más importantes que el amor y el tener citas y para él eso era la música, pues su sueño era volverse un famoso cantante y dejar a todos con la sensación de no haber oído nada igual en sus vidas, por eso él y su banda se llamaban "Gender Break".

-¡Por favor mírenos, Guillermo! –gritaron un trío de chicas, mas el joven de cabello rojo y ojos de color aguamarina sólo les ignoró, pasándolas de largo mientras llevaba su mochila al hombro y caminaba hacia el interior de la escuela.

Era muy típico para él, todo ese montón de chicas enamoradas, pero no eran de su agrado para nada, no hacían más que fastidiarle la existencia.

-Hey, Guillermo –escuchó al llegar a su salón. Volteó hacia su costado y divisó a un chico de cabello azabache algo desordenado, el cual tenía los ojos negros y la mirada casi tan seria y fría como la suya.

El azabache hizo un gesto de saludo con su mano, mientras que el pelirrojo tomaba asiento.

-¿Qué hay, Sergio? –habló por fin Guillermo, pero sin mirar a quien le había hablado, pues él era así con todo el mundo; demasiado frío e inexpresivo.

-Nada, lo de siempre –respondió Sergio, sentándose en frente de él, mientras que sacaba un cuaderno de su mochila-. Mira esto, tengo una nueva canción.

-A ver –Guillermo recibió el cuaderno de las manos de Sergio y se puso a ojear lo que su amigo había escrito, mientras que por la puerta entraba Neithan con cara de fastidio, pues aún no lograba olvidar el incidente con esa chica insoportable.

-Hola Neithan, ¿qué te pasa? –le saludó Sergio, también haciendo un gesto con su mano. Neithan le miró y bufó.

-Me encontré con alguien que me puso de malas –respondió el rubio, cruzándose de brazos y dejando su mochila en el asiento junto a Sergio, mientras acomodaba cuidadosamente su guitarra -. ¿Qué lees, Guillermo? –preguntó interesado.

-Es la nueva canción de Sergio –respondió el pelirrojo, sin quitar su vista de aquella letra, pues estaba tratando de ponerle un buen ritmo.

-Wow. ¿Ya la tienes tan rápido, teme? Tú sí que eres eficiente –dijo Neithan sonriendo, mientras le daba un golpecito con su codo a Sergio, el cual sólo se limitó a emitir un inexpresivo "hmp". El rubio frunció el ceño algo cansado de esa palabrita que parecía ser la única que conocía su amigo.

Justo en ese momento, el sonido de varios gritos y aplausos eufóricos llamaron la atención, tanto de los tres amigos, como del resto de estudiantes en ese salón.

Casi todos miraron por las ventanas, menos Sergio y Guillermo quienes no estaban interesados. Por otro lado, Neithan se moría de la curiosidad, pero se sorprendió al lograr divisar sólo una limusina negra, porque era la misma de esta mañana. No entendía cómo es que él había llegado antes, pero lo importante era que aquella molesta chica estaría en su escuela, aunque en realidad, no importaba, ni que fuera a quedar en su salón.

-¿Y qué te parece? –preguntó Sergio a Guillermo, sin presarle atención alguna a los cuchicheos que soltaban los de la clase, aún sin despegarse de la ventana.

-Me gusta, sobre todo el título "I will not bow" creo que le queda perfecto –respondió Guillermo a muy sereno, sin embargo, no pudo evitar desviar la mirada hacia su amigo rubio cuando éste gritó.

-¡No puede ser! –exclamó Neithan mientras apuntaba hacia afuera con su dedo índice. Ahora estaba completamente seguro, aquella chica de verdad era la famosa Idol Hanalise Hernández y se dio cuenta de ello cuando la vio bajar de la limusina y al instante todos los chicos que estaban afuera se le lanzaron a pedirle autógrafos, pero su guardaespaldas le abría paso entre la multitud.

-¡Es Hanalise! –gritó una chica que al instante salió corriendo como una loca fuera del salón, para poder ver a su adorada estrella más de cerca. El resto del salón la imitó, sólo unos cuantos se quedaron dentro.

-Que fastidio, no sabía que iban a traer a una estrella a la escuela –dijo un chico de apariencia despreocupada, el cual tenía el cabello negro tomado en una coleta desparramada que se asemejaba a una piña, mientras que sus ojos eran negros. Se sentó en su puesto y se recostó sobre el pupitre, quedándose dormido.

Junto a él estaba sentado un chico algo gordito, el cual tenía el cabello castaño claro y estaba más preocupado de comer que de ir a ver a esa idol, mientras que la única mujer que había quedado en el salón era una joven de cabello castaño, que le llegaba un poco más arriba de los hombros y tenía unos grandes ojos negros, que brillaban al ponerlos sobre cierto pelirrojo.

-¿Por qué te alarmaste, Neithan? –preguntó de pronto Sergio, notando que el rubio se veía un poco fuera de sí -. No me digas que a ti también te gusta esa cantante.

-Claro que no, es por otra cosa –aclaró Neithan de inmediato. Guillermo, mientras tanto no les prestaba atención, pues ya había encontrado el ritmo perfecto para la canción, sin embargo, aún quedaba un tema pendiente y decidió hablarlo.

-Chicos, recuerden que vamos a necesitar un baterista este año si queremos tomarnos las cosas en serio –los otros dos lo miraron y asintieron con la cabeza, sentándose Sergio a su lado y Neithan delante, pero al revés.

-Es verdad, Lee era bueno, pero nos tuvo que dejar desde que lo transfirieron de escuela –dijo Neithan algo decepcionado -. Desde entonces no hemos encontrado a nadie que lo pueda reemplazar.

-Es cierto, pero estoy seguro que si este año entramos al club de música encontraremos a alguien que toque bien, habrá muchas caras nuevas –comentó Sergio ahora, el cual se veía un poco fastidiado con la idea de buscar a alguien nuevo, pero lo necesitaban si de verdad se pensaban dedicar a la música.

Las clases habían comenzado hace más de una semana y a pesar de que había muchos nuevos alumnos este año, nadie les convencía, lo bueno era que hoy por fin comenzarían con los clubs y ellos como siempre se inscribirían en su favorito, esperando a que tal vez alguien con talento se les pudiera unir.

Al escuchar lo del club de música, la joven de cabello castaño que ahora se encontraba mirando por la ventana, se puso un poco inquieta, como temerosa, aunque el único que lo notó fue el gordito pues el resto no le ponía atención a nada más.

Ella soltó un suspiro y volvió a mirar a aquel pelirrojo. Había estado enamorada de él desde primer año, pero dos años consecutivos le había tocado en una clase distinta, hasta que por fin logró sacar el puntaje suficiente para ubicarse junto a él en la clase A, pensando en que por fin podría conocerlo y hacerse su amiga, pero él no la había a volteado a ver ni una sola vez desde que comenzaron las clases, lo que sólo podía significar que para él no era nada.

-Por favor, abran paso –decía Nahum, tratando de dispersar a todos esos fans, con la ayuda de dos tipos más que también vestían de guardaespaldas, los cuales al parecer estaban bajo sus órdenes. Hanalise estaba en medio de los tres, siguiéndoles los pasos hasta que por fin pudo ingresar al edificio en medio del gentío que de pronto se había armado, pues todos ellos querían ver de cerca a su ídola, ya que era muy poco común ver estrellas famosas en su escuela.

-Ay, Dios... –bufó Hanalise algo molesta, pues de sólo pensar en que aquí sería igual que en todos los otros colegios en donde había estado, le daban ganas de gritar, seguro sólo duraría unas semanas y tendría que volver a cambiarse, un verdadero fastidio-. Así jamás pasaré el año... –pensó un tanto consternada.

Al estar dentro del edificio de la escuela divisó a una mujer alta, de cabellera rubia, tomada en dos coletas bajas, tenía los ojos azules y un cuerpo bastante desarrollado. Aparentaba ser muy joven, así que a Hanalise le pareció raro cuando leyó en la plaquita que tenía en su pecho, la cual decía "directora" pues por lo general todos los directores de este tipo de escuelas eran unos ancianos amargados.

-Pasa por aquí, Hanalise, te daré tus horarios y tu salón, luego te llevaré a él –dijo la mujer, de nombre Tessa Sanders, la cual hizo un gesto de mano y al instante unos cuantos prefectos comenzaron a dispersar a la multitud, mandándolos a sus salones mientras ella caminaba por el pasillo, siendo seguida por Hanalise y sus guardaespaldas.

La Hernandez observaba las paredes de la escuela, había varios cuadros y repisas con trofeos, entre unos que destacaban los de deportes, artes y concursos musicales, al parecer en esta escuela tenían un buen club musical, lo que en cierta manera la emocionaba, ya que podría lucirse ante una clase nuevamente, como solía hacerlo cuando aún no era famosa.

-Bien, pasa por favor –dijo la rubia, mientras abría la puerta para ingresar a una oficina, la cual estaba muy bien decorada, con un estilo bastante sofisticado.

Hanalise miró alrededor y luego se sentó frente a la mujer, la cual la miraba seriamente, se notaba que a ella no le interesaba que Hanalise fuera una estrella, lo que agradecía, porque en todas partes recibía tratos especiales y ya estaba un poco harta de eso, a veces sólo deseaba ser una chica normal.

-Bueno, como te habrás dado cuenta, al parecer eres toda una celebridad en esta escuela, así que vamos a poner las cosas claras, para mí no existe ninguna diferencia entre tú o cualquiera de mis otros alumnos, ¿me explico? No porque seas famosa, te perdonaré si cometes alguna falta, ¿queda claro?

Hanalise vio como su primo Nahum iba a replicar, insatisfecho con el trato que se le estaba dando a la joven, pero ella habló antes.

-Entendí perfectamente, Tessa, no se preocupe que yo no me meteré en problemas –respondió esbozando una dulce y tierna sonrisa, ganándose de inmediato la simpatía de la mujer, pues eso hacía con todas las personas, debido a su rostro angelical y a su forma dócil de ser, Hanalise siempre terminaba siendo aceptada por todos, pero esa aceptación siempre era falsa, siempre todos los que se acercaban la veían como la estrella y no como la chica, incluso los hombres que venían con intenciones románticas, por eso jamás había tenido novio, aunque la prensa jurara que estaba saliendo con uno y con otro, cosa que nunca era verdad, puesto que Hanalise ni siquiera había dado su primer beso.

-Bien, aquí tienes tus horarios, la lista de materiales y todo lo que necesites –dijo Tessa, entregándole unos papeles a la chica, quien los recibió y ojeó un momento. Tessa se puso de pie luego de esto y se encaminó hacia la puerta-. Ahora sígueme, te mostraré tu salón –sonrió amablemente, cosa que en cierta forma tranquilizó a Hanalise, ya que la mujer le había parecido demasiado seria.

El desorden se vivía en la clase A de tercer año. Todos sus alumnos hablaban entre sí, lanzaban bolas de papel e incluso gritaban incoherencias, pues cuando su profesor no llegaba -igual que siempre- tenían que buscar una forma de divertirse.

Neithan se encontraba mirando por la ventana, completamente ajeno al desorden que provocaban sus compañeros, al igual que sus dos amigos que comentaban sobre la letra de la nueva canción. El rubio, por su parte, seguía pegado a la ventana, notando aquella limusina negra que se divisaba desde su lugar, ¿de verdad aquella chica tan molesta era esa famosa cantante?

Había algo que no entendía. ¿Por qué todas las personas famosas se volvían así de arrogantes? Ella era muy linda, tenía unos ojos preciosos, que la hacían lucir inocente y tierna, pero al parecer sólo era una fachada muy bien construida, no era más que una mentira que esa joven fuese un ángel.

-Que montón de tonterías –pensó desviando la mirada. Justo en ese instante sus ojos se posaron sobre una chica que siempre que veía se sentía alegre y feliz, le emocionaba el solo hecho de tenerla cerca de sí, de que ella le sonriera, se trataba de nada más y nada menos que el amor de su vida, su amiga de la infancia, Samanta Hollsen.

Ella tenía una larga cabellera de color rosa, era brillante y lisa como un pedazo de seda, a Neithan le encantaba ese peculiar tono de cabello. Sus ojos, eran de color verde jade, realmente hacían un bello contraste con ese cabello. Samanta era la única persona por la que él había tenido ese tipo de sentimientos, lo único malo en ella, era el incesante amor que sentía hacia su mejor amigo, Sergio.

-Hey, hola, Neithan –se acercó a saludarle la joven. Neithan le sonrió con alegría, pero enseguida su rostro cambió al notar como Samanta desviaba sus ojos hacia aquel azabache que ni siquiera la miró-. Buenos días, Sergio.

-Hmp –fue todo lo que respondió él. La chica por un momento puso una expresión triste en su rostro, pero al cabo de unos segundos la cambió, volviendo a sonreír.

-Buenos días a ti también, Guillermo –saludó al pelirrojo, quien sólo la miró y asintió con la cabeza, para luego volver su vista hacia lo que le mantenía interesado, sin embargo, por un momento sintió una especie de escalofrío y al voltear hacia su costado derecho, unos puestos más adelante, pudo ver a una joven castaña que no le quitaba la vista de encima. Ella se dio cuenta del hecho y volteó hacia adelante, totalmente sonrojada.

Guillermo no le dio la mayor importancia y sólo siguió en lo suyo, seguro ella era una más de sus fans, sólo que algo más tímida.

Samanta miró una vez más a Neithan y luego se sentó delante de él, junto a una joven de cabellos rubios y ojos azul cielo, muy parecidos a los del Harrison. Ino Wilson era su nombre, quien era nada más y nada menos que la prima de Neithan, pero ambos se trataban casi como hermanos.

-Y dime, Neithan, ¿cuándo te le piensas declarar? –preguntó en un susurro la joven, mirando de reojo a su mejor amiga. Neithan se sonrojó por sus palabras, haciéndose el desentendido.

-No sé de qué hablas, no digas tonterías, Ino –fue su respuesta, tratando de salirse por la tangente como siempre lo hacía, pero Ino era muy lista, sabía de los sentimientos de su primo por su amiga, así como también los de su amiga por Sergio Bernal, pero para ella, eso era un caso perdido, Sergio jamás le haría caso, por eso ella también se había resignado. Hubo un tiempo en el que Ino estuvo muy enamorada de Sergio, por lo que su amistad con Samanta se deterioró bastante, pero finalmente las cosas entre ellas se arreglaron y decidieron que jamás volverían a pelear por un hombre, así este fuera Sergio Bernal o cualquier otro.

Por ahora, la Wilson mantenía una relación sentimental con un chico de su salón, quien justo acababa de entrar.

Era un joven alto, de cabello castaño oscuro y ojos del mismo color. Tenía tatuadas en sus mejillas dos extrañas líneas rojas, que tenían la forma de colmillos. Él se acercó, sentándose junto a Neithan -ya que ahora Guillermo y Sergio estaban sentados juntos- y sonriéndole a la rubia.

-Buenas Neithan, hola Anna –saludó a la joven, quien le sonrió también.

-Hola Kris, ¿cómo estás hoy? –preguntó ella contenta, pues siempre que le veía era así como se sentía. No estaba segura de estar enamorada de él, pero sí su presencia la hacía feliz.

-Bien, gracias –contestó el castaño, mientras dejaba su bolso sobre la mesa. Estaba a punto de sacar algo de él, cuando de pronto su mirada se desvió hacia la puerta, por donde vio pasar a la directora y, detrás de ella, a alguien que le robó el corazón con una sola mirada.

Jamás había sentido algo así, ni siquiera cuando estaba con su novia Ino, la hermosa joven que acababa de entrar tenía todo lo que siempre había deseado en una mujer. Hanalise Hernández era simplemente preciosa.

-Alumnos –habló Tessa, disipando enseguida todo el ruido que ellos hacían. Los alumnos miraron sorprendidos a la joven Idol que acababa de entrar a su salón, en especial cierto rubio que no podía creer su mala suerte al tener que compartir el salón con aquella -según él- neurótica joven -. Bueno, como se habrán dado cuenta, hoy ha llegado una nueva alumna a nuestra escuela, y deben saber que está estrictamente prohibido cualquier acoso hacia su persona, conociendo que se trata de una estrella famosa vamos a tratarla con respeto, ¿entendido?

Todos asintieron con la cabeza, aunque había muchos que no dejaban de ver a Hanalise con ojos de estrellas, incluso las chicas estaban emocionadas de conocer a una figura como ella.

-Bien, como es costumbre, por favor preséntate ante la clase –dijo la rubia a la joven de ojos perla, la cual se paró de forma elegante ante todos, sonriendo como si fuese la persona más dulce sobre la tierra. Al instante, la mayoría de los chicos ahí presentes quedaron absortos, completamente prendados, como si ella fuese un espíritu celestial, directamente bajado desde el cielo.

-Sí, Tessa –Hanalise hizo una leve reverencia ante todo el alumnado, volviendo a sonreír al dirigir su mirada a ellos-. Mi nombre es Hanalise Hernández, estoy muy feliz de estar aquí y espero llevarme bien con todos, gracias por aceptarme –dijo de manera dulce y amable, volviendo a encantar a los chicos, incluso a Sergio y a Guillermo les pareció una chica linda, aunque para ellos no pasaba de eso.

Sin embargo, el único que no fue conquistado por ese manto de inocencia, sino que más bien se encontraba totalmente desconcertado, fue Neithan. ¿Quién se suponía que era ella? ¿Acaso la misma chica de la mañana que casi le atropelló y prácticamente le culpó por ello? ¿La habían cambiado en el camino o algo por el estilo?

¿Cómo era posible que fingiera tan bien ser una chica buena?

-Oh no, sé perfectamente que mientes, Hanalise Hernández, no me creeré tu discurso de niña tierna, eres una mentirosa... –pensó aún un tanto sorprendido, más porque ella ya casi los tenía a todos en su bolsillo.

- Bien, siéntate en este lugar – dijo Tessa, señalando un lugar junto a la chica castaña de ojos negros. Hanalise asintió con la cabeza, dejando su bolso sobre la mesa y sentándose para luego sonreír a su compañera.

- Mucho gusto en conocerte –le dijo la ojiperla, logrando que las mejillas de la joven se encendieran un poco.

- E-es un placer, Hernández, y-yo soy una de tus admiradoras y me siento muy halagada de tenerte sentada a mi lado... s-soy Micaela... –se presentó la joven tímidamente, causando una sonrisa en Hanalise, que hace tiempo no conocía a una chica así, que no le diera esa impresión de interesada.

- Como ya dije, el gusto es mío, Micaela, y por favor sólo llámame Hanalise –dijo la Hernández sonriendo amablemente, pero esta vez su sonrisa no era fingida, no estaba aparentando porque simplemente, frente a esa chica no le pareció necesario.

-Bueno, como ya he hecho lo que me correspondía ahora me marcho –Tessa se dirigió a la puerta, pero justo antes de tocarla se escuchó desde el pasillo el sonido de unos pasos presurosos, al igual que el incesante jadeo de cansancio por haber corrido. En ese instante, la puerta se abrió de golpe, dejando ver a un hombre alto, de cabello platinado y revoltoso, ojos negros y su boca se encontraba tapada por una especie de mascarilla, al parecer se encontraba enfermo de algo.

Algunas chicas se emocionaron al verle, pues era bien sabido que aquel joven profesor era uno de los más guapos de la escuela, al igual que otros que había. El profesor de matemáticas, Bruzoo Eduard, quien siempre llegaba tarde a dar sus clases y que, además, era el dirigente del tan aclamado club de música.

-Perdón por la demora, no van a creer lo que me pasó –dijo el hombre mientras trataba de recuperar el aliento. Tessa le miró arqueando una ceja, mientras todos los del salón excepto Hanalise -pues no comprendía nada por ser la nueva- reían levemente y con disimulo, ya que todos conocían la fama de ese profesor, jamás llegaría a tiempo, incluso a su boda llegó tarde, por suerte, la novia era comprensiva y le perdonó.

-Eduard, este nuevo atraso se saldrá de tu salario –le comunicó simplemente Tessa para luego salir y dejarlo frente a su clase, la cual se reía de él ahora a carcajada limpia.

-No es gracioso, cada vez recibo menos a fin de mes –se quejó el hombre resignado, causando más risas en sus alumnos, pero finalmente estos se cansaron y él pudo ponerse serio-. Bueno, alumnos, creo que es momento de comenzar con la clase, pero antes, veo algunas caras nuevas, al parecer han entrado nuevas personas a nuestra clase –dijo mirando a Micaela y a unos cuantos chicos más.

El profesor sonrió, reconoció enseguida a Hanalise Hernández, además había escuchado de la sub directora que esa jovencita tan popular estaría en su clase, seguro sería un gran elemento si entrara en su club de música.

-Bien, primero haremos unas presentaciones y después veremos todo lo que trataremos en el año, incluidos los proyectos en grupos, escogeremos a los delegados de la clase mañana, y claro, también escogerán el club al que piensan pertenecer, les informo que este año hay muchas vacantes en el club de música.

Se escuchó una especie de ovación por parte de quienes ansiaban estar en ese club, especialmente Neithan, que gritó a todo pulmón lo feliz que le hacía la noticia. Por su parte, Guillermo y Sergio -con su típica seriedad- sólo chocaron las manos con una leve sonrisa.

Después de eso, las presentaciones dieron inicio.

Ya por fin tenía un minuto para descansar de tantas miradas sobre su persona. Justo en el momento en que tocaron el timbre para el receso, Hanalise había corrido como un alma en pena hacia la azotea de la escuela, pues había escuchado que ahí no iban los alumnos porque supuestamente habitaban fantasmas, así que todos le temían a ese lugar.

-Qué cosas dicen... –se dijo Hanalise sonriente, sintiendo la suave brisa rozar su rostro y sus cabellos, se sentía tan refrescante, tener un momento de paz en un lugar donde sabía que no tendría demasiada, todos la reconocían y sentía miedo de que -como en sus otras escuelas- no la dejaran en paz ni un solo momento y que no pudiera tener ningún amigo de verdad, como siempre.

Neithan tenía muchas ganas de tocar su guitarra y así ver si podía componer alguna nueva melodía, por esa razón se dirigió a la azotea de la escuela, pues ahí nadie le molestaría, pero al llegar, la hermosa imagen de Hanalise, con sus ojos cerrados y su rostro inclinado hacia el cielo, golpeó sus sentidos, haciendo que de pronto su corazón comenzara a latir.

Hanalise realmente era bella, el uniforme de su escuela -compuesto por una blusa blanca, bastante apretada y una falda corta de color gris- le lucía realmente bien. Y estando ahí, parada y disfrutando del ambiente, se veía realmente como un ángel, sólo faltaban las alas en su espalda para salir volando por ese cielo azul.

-Ella... –susurró el rubio de pronto, estaba dispuesto a hablarle, pero en ese instante Hanalise caminó hacia el frente, topando con sus delicadas manos la rejilla de protección, mirando hacia abajo, y ahí comenzó a cantar.

Su voz era tan dulce e hipnotizante, a pesar de que a Neithan no le gustaba su música, no había podido evitar perderse en la letra de esa canción, además... esa jamás la había escuchado, así que, sin pensarlo dos veces, usó una pequeña grabadora que traía consigo, dejando guardada aquella voz para siempre.

El tono de su voz era fuerte y otras veces bajo, así la canción quedaba en perfecta armonía. A Neithan le gustó aquella melodía que la voz de Hanalise provocaba, mezclada con esa letra era perfecta, tanto así que no podía moverse, quería oír un poco más.

En ese momento su volumen de voz volvió a aumentar, atrayendo por completo la atención del rubio, que no dejaba de apreciar aquella magnífica esencia que ella desprendía, lucía tan diferente a esta mañana. ¿Pero cuál era la Hanalise real?

Cuando Hanalise acabó de cantar, su celular comenzó a sonar. Ella lo sacó de su bolsillo, mientras que Neithan aún pensaba en que decirle, pero de pronto la oyó gritar como una loca.

-¡No me interesa, ya te dije que no quería aparecer en esa revista! –exclamó la chica a todo pulmón, mientras que Neithan que iba a apagar la grabadora, decidió dejarla ahí por más tiempo-. ¡No, no diré nada sobre ese sujeto, ya he dicho que no es mi novio y punto! ¡Me tienen harta esos periodistas, estoy cansada de sonreírles como una niña buena, que se vayan a la mierda todos!

Neithan abrió los ojos como platos, no esperaba que una joven tan decente y educada como ella se veía, diría unas cosas así.

-¡Jódete! –volvió a hablar Hanalise antes de colgar, entonces se dio la vuelta furiosa y su expresión se descolocó totalmente cuando vio al rubio parado junto a la puerta, mirándola aún sorprendido y con la grabadora en la mano-. T-tu... q-que... ¡¿Qué estás haciendo?! ¡¿Has grabado lo que dije?!

Neithan miró su mano; era cierto había grabado a la verdadera Hanalise Hernández, esa que no era un ángel como todos pensaban, pero si alguien lo sabía, para Hanalise sería su fin, ¿qué quedaría de la dulce Hanalise Hernández?

Absolutamente nada.

-¡Tienes que dármelo! –le exigió a Neithan, quien de pronto tuvo una extraña, pero muy buena idea, sólo que... jamás imaginó que a partir de este momento ya no podría alejarse de ella nunca más, pues inevitablemente, estaban entrelazados.

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