━Entonces, ¿va todo bien? - preguntó el hombre, mirando fijamente a la mujer frente a él.
━Claro, señor Hernández. - Le ofrece la mano al hombre. ━Fue excelente poder hacer negocios contigo.
Él observó cómo la mujer de cabello rubio se alejaba, sonriendo. Luego miró el papel en su escritorio y ahora, él estaba sonriendo. Después de tantos años, finalmente había logrado comenzar su venganza.
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Helena había terminado la universidad y como nunca les había pedido nada a sus padres, se sorprendió cuando su madre le ofreció un viaje a París, la ciudad que tanto deseaba conocer.
Era la primera vez que Helena viajaba sola y estaba más que feliz. Era como si fuera una adulta, cómo lo era, no teniendo que informar a sus padres absolutamente de todo lo que hacía, a pesar de tener más de veinticinco años.
Se graduó y se especializó en administración de empresas, al fin y al cabo era hija única de la familia González, dueña de la fábrica textil más grande del país.
Cuando estaba sentada en uno de los cafés, estaba muy distraída y no se dio cuenta del hombre que la miraba en la otra mesa. Helena estaba chateando a través de mensajes con su amiga, Celia, y cuando levantó la vista, vio un par de ojos muy verdes observándola. El hombre le sonrió y saludó con la mano, pero ella, que no tenía mucha experiencia con chicos, miró hacia otro lado, sonrojada.
El mesero no tardó en acercarse a ella y servirle la mejor taza de café de la cafetería.
━Yo no lo pedí, señor. - dijo ella, en francés.
━El señor de la mesa de enfrente fue quien envió la señorita. - Respondió el mesero, sonriendo amablemente. Helena miró hacia adelante y el hombre ya se acercaba a ella, él mismo sosteniendo una taza de café.
Era alto, elegante y, a pesar de su traje bien entallado, se podía ver lo fuerte que era su cuerpo. El cabello castaño y los ojos muy verdes se complementaban con una encantadora sonrisa.
━¡Hola! - Habló en francés. ━¿Te importa si te hago compañía?
━Ah, sí..
━Entonces, ¿te importa?
Solo entonces Helena comprendió que había respondido mal.
━No, quiero decir que no me importa y eso sí, puedes sentarte. - Ella sacudió la cabeza de un lado a otro, sonriendo nerviosamente.
El hombre se sentó, colocó su taza de café sobre la mesa y le tendió la mano para que ella pusiera su mano en la de él.
━ Mi nombre es Jorge Hernández. - Besó sus dedos galantemente. ━A tu disposición.
━Y mi nombre es Helena González. - Ella ya respondió en español. - Lo siento si no hablas español. Por nombre yo…
━No hay necesidad de disculparse. Soy mexicano.
Los ojos de Helena brillaron y sonrió más ampliamente.