—Su Majestad, la Reina del Reino Lielse Romina I de Lielse—El papa exclamo, la única hija del Monarca fallecido había ascendido al trono, siendo tan solo una chica de 15 años.
Pero aun así a su corta edad su Reino el cual estaba sumergido en peste, pobreza, hambruna y enfermedades se levantó en los 10 años de su reinado, dándole el título de Genio por los nobles y el pueblo, paso apoyando tanto a su pueblo y en 5 años logro que su pueblo estuviera bien y los otros 5 años fueron a guerra y ganaron los territorios que alguna vez le arrebataron a su padre, mostrándose como una Reina inteligente, solidaria, genio y con buenas ideas para mejorar cualquier cosa que ella le hubiera interesado.
—Su Majestad—Grito el canciller privado de la Reina dirigiéndose a sus aposentos ella estaba descansando por el arduo trabajo de la noche anterior.
El Canciller entro a los aposentos de la Reina la cual yacía como tronco durmiendo en su cama, una joven de 25 años con una cabellera larga de color como la noche.
—Su Majestad, el papa está esperándola—Dijo el Canciller mientras trataba con sus palabras despertar a la Reina la cual aun sin importar que seguía durmiendo cómodamente.
—Es sobre su heredero—Dijo el Canciller.
Al escuchar la Reina esas palabras se levantaron en un abrir y cerrar los ojos, el canciller pudo notar las grandes ojeras que su Reina tenia, llevaba 3 noches sin dormir y aunque en la guerra no dormía tan bien, se preguntaba si así mostraba su rostro.
—Su Majestad, se encuentra bien, ¿Qué le ha pasado? —Exclamo el canciller al ver a la Reina.
Las sirvientas de la reina se acercaron a ella para lavarle la cara y los brazos, se notaba que ella aún estaba adormitada y aunque era cierto que se necesitaba un heredero para continuar el linaje de la familia, ella había pasado mucho tiempo en guerras y preocupándose por su pueblo que nunca le dio prioridad a casarse o a tener hijos, aunque la iglesia y sus cancilleres y ministros se lo pedían en cualquier momento que estuvieran cerca de la reina.
—He pasado viendo los registros de todo lo que ha pasado en los meses que salimos a la guerra Arthur, las finanzas del pueblo, los nacimientos, el dote, el tesoro imperial, el manejo de las escuelas y centro de atenciones médicas al igual los centros para personas sin hogar—Dijo la Reina mientras se tambaleaba para estar sentada en su cama.
—Su Majestad, hizo todo eso debía descansar, tu salud es muy importante que pensaran sus súbditos cuando pase hacia la iglesia en la tarde—Dijo Arthur el canciller mientras miraba preocupado a la reina.
Arthur fue amigo de la infancia de Romina, siempre estaban juntos por que sus padres se llevaban muy bien desde pequeños hasta grandes, ya que el padre de Arthur fue la mano derecha del padre de Romina mientras gobernaba así. Arthur fue muy enfermizo así que Romina nunca lo llevo a la guerra más bien lo dejo como regente del reino mientras ella iba a la guerra, Arthur se casó y tiene a un pequeño hijo el cual adora a la Reina.
—No te preocupes y sal, dile al Papa que estaré enseguida—Ordeno la Reina mientras se levantaba para empezar a cambiarse.
Arthur hizo lo que se le ordeno y fue a avisar al Papa el cual estaba en la sala de espera de la Reina junto a algunos ministros y demás cancilleres.
—Su Majestad la Reina, vendrá pronto—Dijo Arthur al llegar a la sala, el cual todos al escuchar las palabras se emocionaron, sus súbditos eran fieles a ellas y siempre se preocupaban por ella, levanto una nación entera siendo una mujer, ayudo a todo su pueblo, recupero tierras, recupero riquezas del reino, hizo alianzas con reinos muy poderosos que tendían la mano a la Reina, así que para ellos era un honor tenerla después de un largo tiempo en guerra.
—Señores, un poco de té—Exclamo una voz firme que avanzaba a ellos la cual era la reina que con su cabello trenzado y recogido hacia su entrada para saludar a los súbditos.
Los cuales horrorizados ante las ojeras de la Reina dejaron ver una cara de preocupación ante el hecho de que su reina estaba muy deteriorada por su cargo.
—Saludos a la luz del Reino, Su Majestad—Dijeron todos con una voz sumamente afligida, la Reina era una mujer hermosa desde que nació, pero al estar tanto tiempo en el trono se podía ver algunas veces su deterioro en lo que respeta a su cuidado personal.