Un accidente llevará a dilangel a caer en las manos de una mujer misteriosa, quién lo podrá a escoger entre quedarse en la cárcel o convertirse en su esposo, pero además tendrá que ceder en los juegos del placer. Misterio, placer, odio, juegos, sexo y mucho más en los juegos del placer.
Dilangel:
Ponte de rodillas, le decía a mi novia y ella no dudaba ni siquiera un instante para obedecer mis deseos.
Es que ambos nos disfrutamos en la cama o bueno en este momento en el baño del restaurante en donde nos encontramos y es que cuando las ganas se presenta buscamos la manera.
Sentía, la sensación de sus labios rozar mi miembro y como la fricción hace que me caliente al punto de querer llegar. Pero es sería un desperdicio llegar así.
Ponte sobre la pared le decía en su oído como si ella me perteneciera y es que lo sentía de esa manera ella era mía.
La tomaba con mis manos para abrir un poco más sus glúteos y que mi miembro se desplazará mejor.
Te amo amor me decía voltando hacía a mi.
No sabía que responder y me refiero a si le decía la verdad o la mentira.
Pero mi silencio fue interpretado como un no.
Que pasa, me decía ella a la vez que se alejaba de mí y es que ella era capaz de pasar a la excitación a una pelea en un instante, pero es que yo no sabía si la amaba. Porque sentía que caíamos en la rutina, por más delicioso que la pasará a su lado en el acto sexual no podía evitar pensar que faltaba algo.
Y tal cual se lo dije de esa manera, pero eso solo trajo que se fuera. Esa noche. En plena tormenta. Trate de buscarla pero esa misma noche horas más tarde atropellé a esa persona.
Y eso me trajo hasta aquí.
No sabía si el policía me creía aunque yo estuviera diciendo la verdad. Pero solo quedaba una sola cosa y era esperar a que saliera el juicio.
Ya me encontraba en mi celda y veía al guardia como se acercaba. Tienes visita, me gritaba mientras abría la celda.
Estaba detenido por prevención mientras hacían las averiguaciones. Pero ya pasaban los días y no veía resultados a favor.
Ya entraba a la sala de visitas y veía a mi hermano junto a mis primos, ella se encontraba llorando desolada.
Tranquila le decía dentro de un fuerte abrazo en donde nos encontramos sumergidos.
Todo va a pasar y puedes estar segura de eso.
– No puedo evitarlo dilangel, el abogado no nos da un buen pronóstico. ¿Qué pasa si no sales pronto de aquí?
No tenemos dinero para pagar un abogado privado, ni siquiera tenemos para comer.
– Dios trataba de contener mis lágrimas para no romper en llanto, pero ella tenía razón, que pasaría si no salgo muy buen librado de esto.
Porque ni siquiera los familiares de la persona del accidente han venido tan siquiera a reclamar.
Eso era sospechoso, pero lo que frenaba era mi juicio.
La vista de mis familiares fue rápida ya que ellos fueron sacados de la sala y yo tras de ellos directo a mi celda o eso creía yo.
Para donde vamos, le preguntaba al guardia, pero al cruzar rápido pude saber dónde nos encontrábamos.
Visita conyugal, le preguntaba, ¿Pero como si hoy no toca?
Nada de lo que preguntaba se me era respondido.
Pero lo que yo no sabía era que mi vida cambiaría para siempre.
Una mujer elegante y con tan solo su aroma esparcido por todo la celda.
Quien eres, le decía tras obtener un nuevo silencio.
Carajo dígame de una vez quien es usted. Le gritaba muy cerca.
Ella se volteaba lentamente mirándome de arriba hacia abajo.
– Yo soy tu única opción, yo soy quien te puede sacar de aquí ahora mismo.
Solo tienes que decir acepto y firma aquí.
- Que es esto, le pregunté asombrado.
- Es tu pasaporte a la libertad y a tu nueva vida.
Al firmar ese documento te convierte en mi esposo.
- Todo parecía una broma pero luego de leer el documento pude corroborar que lo que me decía está mujer no era en juego.
Ya veo que no es un juego lo que dice.
Ella solo sonreía.
Pero yo no entendía porque está mujer vino de la nada a quererme ayudar y a liberarme de este infierno.
Pero lo único que ella pronunció fue.
Bienvenido a tu nueva vida, una vida llena de lujos, comodidades y libre de carencias.
Pero sobretodo. Bienvenido a los juegos del placer.
No sabía si alegrarme o no! Pero lo que si sentía era un cierto miedo.
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