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El peso de la Corona

El peso de la Corona

Liny D. Reina

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Capítulo

Emma, además de ser la hija de uno de los más importantes generales del ejército de Lostland, es una de las líderes de la resistencia que busca derrocar al monarca en sus anhelos de hacer del reino de Lostland un lugar justo y bueno para vivir, su vida da un giro drástico, en el que se convierte la «elegida» del príncipe, para convertirse en su futura esposa, ella se adentra en el peor lugar del reino: el palacio, un lugar sangriento en el que se viven las peores traiciones. ¿Podrá Emma rescatar al reino de Lostland de su más grande caída? ¿Podrá derrotar ese «mundo de Hombres»? —Siento que somos menospreciadas por el simple hecho de ser mujeres—

Capítulo 1 ¿Es normal no tener un sueño

• Ella •

—¿Dónde están?— miré a todos lados del Jardín, buscaba a mis pequeños conejitos, eran tan tiernos.

Corrí de arbusto en arbusto buscándolos, siempre encuentran la manera de perderse de mi vista, era como si quisieran tenerme todo el día detrás de ellos.

—Emma— gritó mi madre a la entrada de la casa.

—¡Ya Voy!— Respondí, no quería llegar tarde a la cena, era la última antes de que mi hermano mayor se uniera a los guerreros, después de eso, no lo vería por un largo tiempo.

Terminé de agarrar a los conejos y volví a casa, mi hermano estaba en medio de todos, toda la atención estaba enfocada en él, me sentía algo melancólica, pronto se iría, se iría mi cómplice, aquel que siempre me dio su apoyo.

—¿Qué haces tan lejos? ¡Ven y abraza a tu hermano!— Dijo él extendiendo su mano en mi dirección.

Lo abracé y sentí como mis lágrimas comenzaban a caer, esto se sentía irreal, sé que era la responsabilidad de todo hombre y un honor para la familia, pero… no podía evitar tener miedo por él ¿y si algo le pasaba?

Mi padre también fue un gran guerrero, nunca perdió una batalla, llegaba con grandes botines y todo el pueblo lo amaba, eso lo llevaba a estar más tiempo lejos de casa, nuestra familia era reconocida en todo el pueblo, pero tanta atención no me gustaba. Sentía que hacíamos las cosas para no quedar mal delante de los demás, no podíamos ser nosotros mismos, era como si llevásemos una máscara delante de todos los que nos rodeaban. No sabíamos quién podría traicionar o entregar a mi padre y también, a mi hermano, en las manos de los enemigos.

—Deja de llorar Magdalena— Dijo mi hermano dándome pequeños golpecitos en la espalda.

Me alejé de él y le di una triste sonrisa, sin duda, había aprendido de él un montón, sabía que sería un valiente guerrero.

La cena terminó y yo ya había ido a mi habitación, estaba viendo las estrellas, cuando estaba chiquita mi madre me decía: «Por cada estrella que ves en el cielo, hay un sueño que se cumplió» sabía que no era cierto en lo absoluto, pero me enseñó que si luchamos por lo que queremos, nuestros sueños se harán realidad.

¿Qué se siente tener un sueño? Hasta entonces no había tenido ninguno, todos mis amigos se habían ido detrás de uno, pero yo no había tenido el deseo tan grande de lograr algo, quizá… Tener un sueño no era tan necesario.

Al día siguiente, todos despedimos a mi hermano, convertirse en guerrero siempre fue su deseo y sabía que lo había cumplido, estaba muy feliz por él, me di la vuelta y llegué hasta el jardín de la casa, estaba decorado con numerosas flores, era común ver aves de múltiples colores recorriéndolo.

—¿Te encuentras bien? — Preguntó mi madre deteniéndose a mi lado.

—Sí, sí lo estoy— desvié un poco la mirada.

—Tus ojos no me dicen eso, querida— Ash, ¿las mamás por qué son así?

—Yo… Me siento feliz de que mi hermano esté logrando su sueño, pero… ¿Es normal que yo no tenga uno?— La miré a los ojos.

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