INCUBO: Déjame sentirte.
Hoy fue un día de los que más odio, es viernes por la noche, todos en este momento quizás se estén preguntando. ¿Por qué odio tanto los días viernes? Pues les explico. A muchos les gusta el día viernes porque es el día en el que se termina la semana laboral, yo no soy la excepción. Solía ser feliz este día, era una mujer satisfecha como todos los demás, pero un problema se mudó hace unas semanas.
Sé que todos podemos tener un vecino al que no soportamos, pero creo que ninguna persona en su sano juicio quisiera a una persona como ese imbécil y mujeriego de mi vecino.
Prefiero una patada en la vagina que tener a este maldito de vecino. Pero, ahora se preguntarán, ¿qué es lo que hace que me molesta tanto? Se los diré.
No soporto todo de él. Su arrogancia, su mal carácter, su actitud de divo. Ese imbécil se cree que los dioses lo esculpieron con sus propias manos.
Pero, existe otro motivo por el cual lo detesto más, además de tener que encontrármelo todos los días en el elevador del edificio donde vivo, además de todo eso, lo más importante.
¡Folla! ¡Folla! ¿Y adivinen qué? ¡Folla!
No sé cómo a ese hombre no se le cae la verga de tanto hacerlo, en verdad. ¡No lo entiendo! Día, tarde y noche. Lo peor de todo, vive arriba de mí, es un piso arriba.
—¡Más duro! Que rico, ¡Más adentro muñeco! Eres increíble, sin piedad. —gime una mujer.
Ella no está gimiendo, está gritando.
¡Maldición! Ahí está otra vez. No lo soporto, me voy a volver loca.
Alguien toca a mi puerta, sé que es mi mejor amiga Dana.
—Hola, Paula, ¿otra vez escuchas el espectáculo en vivo? —Me dice mientras ríe.
—No hagas broma sobre eso, no sabes lo harta que estoy en este momento.
—Mañana vendrá el gerente de sus vacaciones, puedes hablar con él sobre esto, sabes que la mujer que dejó a cargo ya se acostó con Sandro, es por eso que permite todo este escándalo.
Sandro es el maldito gerente del edificio.
—Eso espero, aunque es viernes, no creo que esté aquí mañana porque será sábado, más bien, creo que vendrá el lunes.
—¡Me voy a correr! ¡¿Quieres que me corra?! —Pregunta la perra en celo.
—¡Sí, hazlo! Eres tan hermosa y excelente, perfecta —responde el maldito pervertido.
—También es un adulador —dice Dana.
—No lo soporto más, te juro que me volveré realmente loca.
Estoy a punto de ir a reclamar, así les echo a perder el polvo.
—¿A dónde vas, Paula?
—No te preocupes, solo iré a la recepción. Dana asiente con la cabeza y me deja irme, sé que si le decía lo que haré en este momento ella me hubiera detenido.
Subo hasta llegar a su apartamento, estoy a punto de tocar la puerta, pero me doy cuenta de que la puerta está abierta. ¿A caso a este pervertido le gusta que lo espíen teniendo sexo?
Eso no me importa en este momento, por eso escucho este tipo de ruidos, es porque tiene un sillón cama en medio de la sala de estar.