Benjamín había ido a buscar a su esposa al hotel donde se estaba hospedando. Pidió a sus hombres esperaran abajo porque no tardaría en regresar. Solamente iría a obligar a su esposa a firmar los papeles del divorcio.
Cuando tocaron el timbre de la habitación, Miley fue a abrir. Aún cuando sabía que Benjamín iría a visitarla a pesar de que la noche anterior la corrió de la mansión Rodríguez porque había ofendido a su gran amor: Carola. Se sorprendió de verlo ahí.
El corazón de Miley latió con fuerza cuando la figura de Benjamín se introdujo en su habitación. Retuvo el aire cuando acaparó una gran cantidad de aroma que Benjamín dejó al pasar.
Dejando salir el aire cerró la puerta y se giró en dirección a su esposo quien contenía una carpeta en mano, con los documentos que Miley no quería ver en su vida.
-Fírmalos ahora. Acabemos con este absurdo matrimonio.
-El abuelo...
-Mi abuelo ya está muerto. No hay nadie más que nos obligue a seguir casados.
-Aun no se lee el testamento...
-No te preocupes por dinero, que no te faltará nada. Te daré lo que te corresponde. Pero no voy a seguir ningún día más casado contigo -dijo, tajantemente.
El corazón de Miley se apretó, y se apretó porque no quería divorciarse. Amaba a Benjamín desde hace mucho tiempo, pero él no la amaba, él la había olvidado. Olvidó que lo salvó aquella noche, cuando lo llevó a su casa y le pidió encarecidamente que se entregara a él cuando estaba agonizando por una droga que le habían dado. Ella le entregó su pureza, pero él solo le respondió con desprecio.
Miley observó los papeles del divorcio, sus ojos se llenaron de lágrimas, quería llorar, llorar porque él la estaba abandonando apenas su abuelo había sido enterrado. Pero no lloró, reprimió las lágrimas y dio a rodar su plan. Esperaba que luego de esto, que luego de estar de nuevo en sus brazos, él la recordara.
-Está bien, firmaré los papeles del divorcio, pero antes, quisiera que me permitieras hacer un brindis.
-¿Un brindis? -Inquirió Benjamín sorprendido, pues no esperaba que ella quisiera realizar un brindis después de que le pidiera el divorcio.
-Nunca te he pedido nada, Benjamín. Desde que nos casamos, jamás has brindado conmigo, ni en la boda, ni en nuestros aniversarios -dijo con un nudo en la garganta, recordando los desplante que le hizo en cada aniversario y fecha importante-. Brinda conmigo, por estos tres años -le acercó la copa, la cual Benjamín miró con duda, pues desde aquella noche que lo drogaron, no había vuelto a beber una copa ya servida.
-¿Qué quieres celebrar? En estos tres años no hemos sido más que dos personas unidas por un papel, y eso porque mi abuelo me obligó a contraer matrimonio.
-Pues quiero brindar por eso -le extendió más la copa, porque Benjamín aún no la agarraba.
Este frunció el ceño por lo que Miley estaba diciendo, que quería brindar por esa boda forzada que tuvieron-. Quizás para ti fue un sacrificio, Pero para mí, fue lo mejor que me pasó. Ser la esposa de un Rodríguez, me sacó de la pobreza y me cambió la vida.
Ahora ya le encontraba sentido, por ello agarró la copa. La miró, seguido la batió y levantó la mirada cuando Miley dijo.
-Salud por mis tres años como la señora Rodríguez -sonrió forzadamente.
Benjamín bebió de la copa, pues si eso significaba liberarse de esa mujer, pues lo haría.
-Ahora, firma los papeles -dijo al dejar la copa en su lugar.
-¿No quieres otra copa? -inquirió Miley llevando la botella.
-¡No! -refutó fríamente- lo único que quiero es que... firmes los papeles -comenzó a sentir calor.
-Está bien, ¿tienes un bolígrafo?
Se acercó y le habló de muy cerca, lo que produjo tensión en Benjamín.
-Claro.
Buscó dentro del bolsillo de su traje y sacó un bolígrafo para seguido dárselo.