El cálculo de un desamor

El cálculo de un desamor

Gavin

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Siempre llegaba a casa de Mateo unos minutos antes de lo acordado para las clases de cálculo. El olor a café recién molido de la cafetería de sus padres era mi consuelo, el aroma de mi infancia y de todas nuestras tardes de estudio. Pero esta vez, al acercarme a su puerta, escuché una risita ahogada que no era la suya, y susurros que delataban una historia muy diferente a las derivadas. Mateo no me estaba esperando para estudiar, sino que estaba enfrascado en otro tipo de "clase" con Valentina, la nueva chica de intercambio. Mi primer pensamiento no fue de celos, sino de puro fastidio. Había un examen importante el lunes, y cada minuto de tutoría, por el que cobraba, era crucial. Cuando la puerta se abrió y Mateo apareció despeinado y rojo, con Valentina sonriendo triunfante detrás de él, la escena fue clara. "¡Sofía! ¿Qué... qué haces aquí?" Valentina me lanzó una sonrisa dulcemente venenosa, como si no acabara de salir de una situación comprometedora. "Hola, Mateo. Llevamos quince minutos de retraso para la clase de cálculo. El tiempo sigue corriendo, ¿sabes?" Esperaban una escena de drama y lágrimas. Pero no les di el gusto. Mientras Mateo balbuceaba y Valentina fruncía el ceño ante mi falta de emoción, una idea se cernía en mi mente. Si ellos ya me habían asignado el papel de la villana en esta historia, al menos me aseguraría de sacarle provecho.

Introducción

Siempre llegaba a casa de Mateo unos minutos antes de lo acordado para las clases de cálculo.

El olor a café recién molido de la cafetería de sus padres era mi consuelo, el aroma de mi infancia y de todas nuestras tardes de estudio.

Pero esta vez, al acercarme a su puerta, escuché una risita ahogada que no era la suya, y susurros que delataban una historia muy diferente a las derivadas.

Mateo no me estaba esperando para estudiar, sino que estaba enfrascado en otro tipo de "clase" con Valentina, la nueva chica de intercambio.

Mi primer pensamiento no fue de celos, sino de puro fastidio. Había un examen importante el lunes, y cada minuto de tutoría, por el que cobraba, era crucial.

Cuando la puerta se abrió y Mateo apareció despeinado y rojo, con Valentina sonriendo triunfante detrás de él, la escena fue clara.

"¡Sofía! ¿Qué... qué haces aquí?"

Valentina me lanzó una sonrisa dulcemente venenosa, como si no acabara de salir de una situación comprometedora.

"Hola, Mateo. Llevamos quince minutos de retraso para la clase de cálculo. El tiempo sigue corriendo, ¿sabes?"

Esperaban una escena de drama y lágrimas. Pero no les di el gusto.

Mientras Mateo balbuceaba y Valentina fruncía el ceño ante mi falta de emoción, una idea se cernía en mi mente.

Si ellos ya me habían asignado el papel de la villana en esta historia, al menos me aseguraría de sacarle provecho.

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Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

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