Tu Boda, El día de Despedirme

Tu Boda, El día de Despedirme

Gavin

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Capítulo

Mi prometido, Alejandro Vargas, tuvo un accidente automovilístico. Cuando despertó en el hospital, me miró con los ojos de un extraño. "Disculpe, ¿quién es usted?" El médico me dijo que sufría de amnesia, pero yo sabía la verdad: estaba fingiendo. Dos días después, mi teléfono sonó y escuché su voz fría: "Necesito verte en el Registro Civil en una hora. Para firmar los papeles del divorcio". Mi corazón se detuvo. En el Registro Civil, no estaba solo. Valeria Sánchez, su ex, estaba colgada de su brazo, con una sonrisa triunfante. Ignoré su provocación y miré a Alejandro, pero él evitó mi mirada. "¿Estás seguro de esto?", mi voz apenas un susurro. Fue Valeria quien respondió: "Por supuesto que está seguro. Él no te recuerda, Sofía". En menos de treinta minutos, tenía en mis manos un certificado de divorcio. Nuestro matrimonio, que ni siquiera había comenzado, había terminado oficialmente. Valeria me dijo que tenía una hora para sacar mis cosas de la villa, o serían consideradas basura. Él permaneció en silencio, como si los cinco años que pasamos juntos no hubieran significado nada. Me apoyé contra la fría ventana del taxi, el dolor finalmente rompiendo mis defensas. Cinco años de amor, reducidos a una farsa cruel. Su amnesia era la traición más cobarde. Y lo peor era que yo, la única que conocía la verdad, había decidido jugar su juego. Las siguientes semanas fueron un infierno. Un día, mi socio me llamó con una noticia devastadora. "Sofía... la familia Vargas te ha solicitado para planear una boda". "¿La familia Vargas?" "Sí. Para Alejandro Vargas y Valeria Sánchez. La boda es en tres semanas." Mi mundo se inclinó. Me estaban pidiendo que planeara la boda del hombre que me destrozó, con la mujer que había tomado mi lugar. Tuve que aceptar; me tenían acorralada. Cuando llegué al lugar, un campo de lavandas que yo había soñado para nuestra boda, ellos ya estaban allí. "Alejandro encontró este viejo plan en su tableta", se rió Valeria. "Usaremos esto como base. Solo cámbiale algunas cosas para que sea más... espectacular. Más a mi estilo". Era mi plan, mi sueño, robado y profanado. La fecha que eligieron era la misma que Alejandro y yo habíamos fijado para la nuestra. "Por supuesto", dije, con una sonrisa tirante y falsa. Si querían un espectáculo, les daría el mejor de sus vidas.

Introducción

Mi prometido, Alejandro Vargas, tuvo un accidente automovilístico.

Cuando despertó en el hospital, me miró con los ojos de un extraño.

"Disculpe, ¿quién es usted?"

El médico me dijo que sufría de amnesia, pero yo sabía la verdad: estaba fingiendo.

Dos días después, mi teléfono sonó y escuché su voz fría: "Necesito verte en el Registro Civil en una hora. Para firmar los papeles del divorcio".

Mi corazón se detuvo.

En el Registro Civil, no estaba solo.

Valeria Sánchez, su ex, estaba colgada de su brazo, con una sonrisa triunfante.

Ignoré su provocación y miré a Alejandro, pero él evitó mi mirada.

"¿Estás seguro de esto?", mi voz apenas un susurro.

Fue Valeria quien respondió: "Por supuesto que está seguro. Él no te recuerda, Sofía".

En menos de treinta minutos, tenía en mis manos un certificado de divorcio.

Nuestro matrimonio, que ni siquiera había comenzado, había terminado oficialmente.

Valeria me dijo que tenía una hora para sacar mis cosas de la villa, o serían consideradas basura.

Él permaneció en silencio, como si los cinco años que pasamos juntos no hubieran significado nada.

Me apoyé contra la fría ventana del taxi, el dolor finalmente rompiendo mis defensas.

Cinco años de amor, reducidos a una farsa cruel.

Su amnesia era la traición más cobarde.

Y lo peor era que yo, la única que conocía la verdad, había decidido jugar su juego.

Las siguientes semanas fueron un infierno.

Un día, mi socio me llamó con una noticia devastadora.

"Sofía... la familia Vargas te ha solicitado para planear una boda".

"¿La familia Vargas?"

"Sí. Para Alejandro Vargas y Valeria Sánchez. La boda es en tres semanas."

Mi mundo se inclinó.

Me estaban pidiendo que planeara la boda del hombre que me destrozó, con la mujer que había tomado mi lugar.

Tuve que aceptar; me tenían acorralada.

Cuando llegué al lugar, un campo de lavandas que yo había soñado para nuestra boda, ellos ya estaban allí.

"Alejandro encontró este viejo plan en su tableta", se rió Valeria. "Usaremos esto como base. Solo cámbiale algunas cosas para que sea más... espectacular. Más a mi estilo".

Era mi plan, mi sueño, robado y profanado.

La fecha que eligieron era la misma que Alejandro y yo habíamos fijado para la nuestra.

"Por supuesto", dije, con una sonrisa tirante y falsa.

Si querían un espectáculo, les daría el mejor de sus vidas.

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