La Novia Olvidada

La Novia Olvidada

Gavin

5.0
calificaciones
88
Vistas
11
Capítulo

Para detener una guerra de cárteles que pintaba mi país de rojo, acepté mi destino: casarme con Miguel, el nuevo líder del cártel de Sinaloa. Él era mi amor de la infancia, ahora el peor enemigo de mi familia. El pacto era simple: un matrimonio a cambio de paz. Pero el día de nuestra boda no hubo vestido blanco, solo el silencio pesado de un rancho remoto, un presagio del infierno que se avecinaba. Esa noche y las siguientes, Miguel me tomó con brutalidad, una posesión que dejó marcas en mi piel y un vacío en mi alma. Creí, en mi inocencia, que era una forma torcida de amor, que el niño que me regalaba flores silvestres aún vivía dentro de él. Me aferré a la frágil creencia de que mi sacrificio estaba funcionando, que la paz, aunque precaria, se mantenía. Pero una mañana, mi ilusión se hizo añicos. Miguel, el hombre que compartía mi cama, lideró a diez mil sicarios en un devastador asalto coordinado sobre la Ciudad de México. El pacto de paz era una mentira, una treta para bajar la guardia del gobierno. Me obligó a mirar: el Palacio Nacional en llamas, a mi padre desmembrado, a mi hermano acribillado, a mi madre humillada. En medio de la carnicería, se volvió hacia mí, sus ojos vacíos de emoción, una sonrisa cruel. "¿Ximena?", su voz era un susurro cortante. "¿De verdad creíste que tu belleza cautivaría mi corazón? ¿Que entregándote en mi cama saldarías la deuda de sangre?". El mundo de Ximena se derrumbó: no había amor, solo un odio frío y calculador. Fui despojada de mi nombre, de mi estatus, de todo, confinada en una hacienda olvidada. Intenté morir, pero él me lo impidió, amenazando con desenterrar a mi familia. "¡No te atrevas a morir sin mi permiso! ¡Tu vida me pertenece!", me gritó. Así que dejé de luchar, convertida en una sombra, un cuerpo que respiraba pero que había muerto por dentro. Un día, en la celebración de su unificación de poder, me exhibió, me humilló, me hizo bailar. Cuando la sangre brotó de mi boca, me acusó de fingir para llamar su atención: "Vaya teatro", dijo. Pero en sus ojos yo vi un destello de pánico que él se apresuró a ocultar. En su habitación, me reveló la verdad más cruel: sabía de nuestro hijo y me había vaciado para que nunca más pudiera concebir. Y entonces, Sofía, embarazada del nuevo heredero, anunció su alegría. Miguel se transformó, mostrando la ternura que una vez me negó. "Y tú, Ximena, servirás a Sofía. Lavarás su ropa, limpiarás sus aposentos, te asegurarás de que no le falte nada." ¡El infierno en la tierra! Me quedaban solo dos días. Sofía me torturaba, y Miguel me golpeó al ver mi sangre, amenazándome con desenterrar a mi madre. "¿Olvidaste al bastardo que perdiste? ¿Sabes dónde enterré lo que quedó de... eso?", susurró. "En el campo, donde cagan los perros. ¡Un movimiento en falso, Ximena, y juro que lo desenterraré con mis propias manos y te haré comer la tierra de su tumba!" Enloquecida, rogué por mi hijo, golpeándome la cabeza hasta sangrar, hasta que el suelo fue un charco carmesí. Él solo me miró con desprecio y se fue con Sofía. En mi agonía, mientras las moscas zumbaban sobre mí, fui mordida por una tarántula. El veneno, combinado con el que ya llevaba dentro, me consumió. Entre alucinaciones de mi padre y mi hermano, vomité una podredumbre negra, y algo vivo se retorció. No era una muerte tranquila; era brutal. Miguel, al verme "morir", entró en pánico. El chamán le reveló que mi "medicina" había acelerado la muerte del Gu, el veneno que tomé para salvarlo a él, diez años atrás. Todo lo que había hecho por él, Miguel lo había ignorado. En un flashback, recordó mi sacrificio, mi amor, y su propia ceguera. La había asesinado. Miguel, desesperado, le suplicó al chamán un ritual. Con su propia sangre, en un acto de redención tardía, Miguel me trajo de vuelta a la vida. Pero mis ojos solo reflejaban un vacío infinito. "No me llames así. Mi nombre es Prisionera Número Siete," respondí, mi alma rota. Él trató de expiar sus pecados, vengándose de Sofía y llevando a cabo el entierro de nuestro hijo, a quien nombré Ángel. "Yo sabía que Sofía me traicionaba. Usé su crueldad hacia ti como una excusa", confesó. "¿Y eso hace que mi sufrimiento fuera menos real?", pregunté, la calma escalofriante. El ritual me devolvió el aliento, pero mi vida ya estaba entregada. Mi cuerpo se debilitaba, mi alma cansada. El imperio de Miguel se desmoronaba, pero a él ya no le importaba. Pasó sus últimos días a mi lado, hablándome, sosteniéndome la mano. Una tarde, le susurré: "¿Recuerdas el arroyo? Dijiste que contarías las estrellas para mí." "Lo haré, esta noche, y todas las noches," respondió él, la voz ahogada. "Estoy cansada, Miguel." "Descansa, mi amor. Yo vigilaré." Y así, en sus brazos, en medio de un imperio en llamas, Ximena exhaló su último aliento. Miguel se quedó allí, sosteniendo mi mano ya fría, el rey de un reino de cenizas, destruido por la mujer a la que había destruido.

Introducción

Para detener una guerra de cárteles que pintaba mi país de rojo, acepté mi destino: casarme con Miguel, el nuevo líder del cártel de Sinaloa.

Él era mi amor de la infancia, ahora el peor enemigo de mi familia.

El pacto era simple: un matrimonio a cambio de paz.

Pero el día de nuestra boda no hubo vestido blanco, solo el silencio pesado de un rancho remoto, un presagio del infierno que se avecinaba.

Esa noche y las siguientes, Miguel me tomó con brutalidad, una posesión que dejó marcas en mi piel y un vacío en mi alma.

Creí, en mi inocencia, que era una forma torcida de amor, que el niño que me regalaba flores silvestres aún vivía dentro de él.

Me aferré a la frágil creencia de que mi sacrificio estaba funcionando, que la paz, aunque precaria, se mantenía.

Pero una mañana, mi ilusión se hizo añicos.

Miguel, el hombre que compartía mi cama, lideró a diez mil sicarios en un devastador asalto coordinado sobre la Ciudad de México.

El pacto de paz era una mentira, una treta para bajar la guardia del gobierno.

Me obligó a mirar: el Palacio Nacional en llamas, a mi padre desmembrado, a mi hermano acribillado, a mi madre humillada.

En medio de la carnicería, se volvió hacia mí, sus ojos vacíos de emoción, una sonrisa cruel.

"¿Ximena?", su voz era un susurro cortante.

"¿De verdad creíste que tu belleza cautivaría mi corazón? ¿Que entregándote en mi cama saldarías la deuda de sangre?".

El mundo de Ximena se derrumbó: no había amor, solo un odio frío y calculador.

Fui despojada de mi nombre, de mi estatus, de todo, confinada en una hacienda olvidada.

Intenté morir, pero él me lo impidió, amenazando con desenterrar a mi familia.

"¡No te atrevas a morir sin mi permiso! ¡Tu vida me pertenece!", me gritó.

Así que dejé de luchar, convertida en una sombra, un cuerpo que respiraba pero que había muerto por dentro.

Un día, en la celebración de su unificación de poder, me exhibió, me humilló, me hizo bailar.

Cuando la sangre brotó de mi boca, me acusó de fingir para llamar su atención: "Vaya teatro", dijo.

Pero en sus ojos yo vi un destello de pánico que él se apresuró a ocultar.

En su habitación, me reveló la verdad más cruel: sabía de nuestro hijo y me había vaciado para que nunca más pudiera concebir.

Y entonces, Sofía, embarazada del nuevo heredero, anunció su alegría.

Miguel se transformó, mostrando la ternura que una vez me negó.

"Y tú, Ximena, servirás a Sofía. Lavarás su ropa, limpiarás sus aposentos, te asegurarás de que no le falte nada."

¡El infierno en la tierra! Me quedaban solo dos días.

Sofía me torturaba, y Miguel me golpeó al ver mi sangre, amenazándome con desenterrar a mi madre.

"¿Olvidaste al bastardo que perdiste? ¿Sabes dónde enterré lo que quedó de... eso?", susurró.

"En el campo, donde cagan los perros. ¡Un movimiento en falso, Ximena, y juro que lo desenterraré con mis propias manos y te haré comer la tierra de su tumba!"

Enloquecida, rogué por mi hijo, golpeándome la cabeza hasta sangrar, hasta que el suelo fue un charco carmesí.

Él solo me miró con desprecio y se fue con Sofía.

En mi agonía, mientras las moscas zumbaban sobre mí, fui mordida por una tarántula.

El veneno, combinado con el que ya llevaba dentro, me consumió.

Entre alucinaciones de mi padre y mi hermano, vomité una podredumbre negra, y algo vivo se retorció.

No era una muerte tranquila; era brutal.

Miguel, al verme "morir", entró en pánico.

El chamán le reveló que mi "medicina" había acelerado la muerte del Gu, el veneno que tomé para salvarlo a él, diez años atrás.

Todo lo que había hecho por él, Miguel lo había ignorado.

En un flashback, recordó mi sacrificio, mi amor, y su propia ceguera.

La había asesinado.

Miguel, desesperado, le suplicó al chamán un ritual.

Con su propia sangre, en un acto de redención tardía, Miguel me trajo de vuelta a la vida.

Pero mis ojos solo reflejaban un vacío infinito.

"No me llames así. Mi nombre es Prisionera Número Siete," respondí, mi alma rota.

Él trató de expiar sus pecados, vengándose de Sofía y llevando a cabo el entierro de nuestro hijo, a quien nombré Ángel.

"Yo sabía que Sofía me traicionaba. Usé su crueldad hacia ti como una excusa", confesó.

"¿Y eso hace que mi sufrimiento fuera menos real?", pregunté, la calma escalofriante.

El ritual me devolvió el aliento, pero mi vida ya estaba entregada.

Mi cuerpo se debilitaba, mi alma cansada.

El imperio de Miguel se desmoronaba, pero a él ya no le importaba.

Pasó sus últimos días a mi lado, hablándome, sosteniéndome la mano.

Una tarde, le susurré: "¿Recuerdas el arroyo? Dijiste que contarías las estrellas para mí."

"Lo haré, esta noche, y todas las noches," respondió él, la voz ahogada.

"Estoy cansada, Miguel."

"Descansa, mi amor. Yo vigilaré."

Y así, en sus brazos, en medio de un imperio en llamas, Ximena exhaló su último aliento.

Miguel se quedó allí, sosteniendo mi mano ya fría, el rey de un reino de cenizas, destruido por la mujer a la que había destruido.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más

Quizás también le guste

Siempre Tuya

Siempre Tuya

Jaycelle Anne Rodriguez.
4.9

Un matrimonio perfecto no es solo para 'parejas ideales', sino para parejas que aprenden a apreciar las diferencias de los demás. Seis personas con personalidades diferentes. Tres parejas obligadas a permanecer juntas... Averigüemos sus historias ¿Se enamorarán de ellos para siempre? ¿O terminarán divorciándose? ~~~~~~°~~~~~~~°~~~~~~~°~~~~~~~ Frío, grosero, arrogante y narcisista. Así describe Sophia Yzabelle al hombre con el que se casó, Daniel Kelley. Debido a su pasado y su búsqueda de justicia, ella aceptó casarse con él a pesar de la personalidad grosera de ese hombre. Se odian desde el principio, pero no tuvieron más remedio que casarse, ya que ambos necesitan el trato para su propio beneficio. La pregunta es, ¿cuánto tiempo podrían ocultar su amor mutuo que crece cada día? ¿Terminarán confesando sus sentimientos o seguirán siendo tercos? * * * Si bien tiene todo lo que necesita en la vida, eso no impide que Madielyn Davis complete su lista de sueños. Por lo tanto, solicitó un puesto de asistente personal del CEO. Poco sabía ella que su rudo pero apuesto jefe, Gabriel Wilsons, llegaría a un trato que cambiará su vida: quería que se convertara en su esposa durante un año. Uh ... casarse con alguien que no siente nada por ti es bastante difícil, pero ¿qué tal si te casas con alguien por un trato, que por cierto tiene como objetivo que tu futuro esposo pueda recuperar a su esposa? Es más doloroso. Sí, es cierto, pero aun así accedió a casarse con él porque creía que aún podía cambiar de opinión. Pero sucedió algo inesperado y ella terminó enamorándose de él. ¿Gabriel podrá apreciar el amor de Madi o preferirá primero a la persona que ama? * * * Cuando cumplió 18 años, una joven de espíritu libre, Arrianna Angela, firmó el contrato que más lamenta en su vida, que exigía que se casara con el mejor amigo y primer amor de su hermano, Alexander Jonathan Smith, quien era rico, guapo pero uno de los mujeriegos de la ciudad. Pero lo que no sabían era que ella se encontraba profundamente enamorada de él a pesar de que él la dejó sola en su matrimonio durante cuatro años. Y ahora que ha vuelto, ¿puede todavía creerle al hombre que la hizo sentir inútil durante mucho tiempo? ¿Aceptaría el amor tardío de su supuesto marido a pesar de todo lo que pasó?

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro