Cuando El Muerto Habla

Cuando El Muerto Habla

Gavin

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Capítulo

De día, mi vida apestaba a cloro, tallando pisos ajenos como si mi futuro dependiera de cada mancha. Pero de noche, mi mundo olía a incienso y misterio, transformándome en Ximena, la "maestra de ritos funerarios modernos" que ayudaba almas y cobraba una fortuna. Mi plan de retiro anticipado estaba a punto de cumplirse, solo me faltaba un gran trabajo. Fue entonces cuando mi celular nocturno vibró: una voz grave y autoritaria ofreciendo medio millón de pesos por "asegurar un heredero" para su hijo "fallecido" . La codicia me cegó y acepté, sin imaginar la espeluznante condición: usar mis "artes" para que el linaje Velasco no muriera con él. La cifra subió a tres millones cuando llegué a la imponente mansión. Pero el terror heló mi sangre y el aire me faltó al ver la fotografía del "difunto". No era otro que Mateo, el amor de mi vida, el hombre que desapareció sin dejar rastro y me rompió el corazón. ¿Muerto? ¿Cómo? ¿Cuándo? Mi mente se quedó en blanco, incapaz de procesar que el supuesto cadáver era el hombre al que una vez amé. Mientras realizaba el ritual en esa habitación gélida y llena de cámaras ocultas, buscando una explicación para su supuesta "muerte por suicidio", toqué su piel. No estaba helada como la de un cadáver. Había una tibieza residual. Un hilo de pulso casi imperceptible. Un suspiro. Un jadeo. ¡Mateo no estaba muerto! Estaba vivo, y había sido drogado, estrangulado y dado por muerto por su propio padre. Todo era una trampa para inculparme. ¿Cómo podía haber sido tan ciega? La rabia me dio claridad. "¡Corre!" , susurró Mateo al despertar con mis sales aromáticas, justo cuando su padre irrumpía. Ahora, yo, Ximena, la mujer que vino a realizar un "rito funerario" , estaba enredada en una farsa mortal junto al hombre que debía estar muerto. ¿Cómo escaparíamos de este infierno Velasco, donde incluso la "madre doliente" resultaría ser una traidora aún más fría y calculadora que el padre? Mi abuela me enseñó que el mayor poder no es hablar con los muertos, sino usar los miedos de los vivos en su contra. Y en esta noche de terror y traición, el legado de mi abuela y mis "artes" serían la única esperanza para Mateo y para mí.

Introducción

De día, mi vida apestaba a cloro, tallando pisos ajenos como si mi futuro dependiera de cada mancha.

Pero de noche, mi mundo olía a incienso y misterio, transformándome en Ximena, la "maestra de ritos funerarios modernos" que ayudaba almas y cobraba una fortuna.

Mi plan de retiro anticipado estaba a punto de cumplirse, solo me faltaba un gran trabajo.

Fue entonces cuando mi celular nocturno vibró: una voz grave y autoritaria ofreciendo medio millón de pesos por "asegurar un heredero" para su hijo "fallecido" .

La codicia me cegó y acepté, sin imaginar la espeluznante condición: usar mis "artes" para que el linaje Velasco no muriera con él.

La cifra subió a tres millones cuando llegué a la imponente mansión.

Pero el terror heló mi sangre y el aire me faltó al ver la fotografía del "difunto".

No era otro que Mateo, el amor de mi vida, el hombre que desapareció sin dejar rastro y me rompió el corazón.

¿Muerto? ¿Cómo? ¿Cuándo?

Mi mente se quedó en blanco, incapaz de procesar que el supuesto cadáver era el hombre al que una vez amé.

Mientras realizaba el ritual en esa habitación gélida y llena de cámaras ocultas, buscando una explicación para su supuesta "muerte por suicidio", toqué su piel.

No estaba helada como la de un cadáver.

Había una tibieza residual.

Un hilo de pulso casi imperceptible.

Un suspiro.

Un jadeo.

¡Mateo no estaba muerto!

Estaba vivo, y había sido drogado, estrangulado y dado por muerto por su propio padre.

Todo era una trampa para inculparme.

¿Cómo podía haber sido tan ciega?

La rabia me dio claridad.

"¡Corre!" , susurró Mateo al despertar con mis sales aromáticas, justo cuando su padre irrumpía.

Ahora, yo, Ximena, la mujer que vino a realizar un "rito funerario" , estaba enredada en una farsa mortal junto al hombre que debía estar muerto.

¿Cómo escaparíamos de este infierno Velasco, donde incluso la "madre doliente" resultaría ser una traidora aún más fría y calculadora que el padre?

Mi abuela me enseñó que el mayor poder no es hablar con los muertos, sino usar los miedos de los vivos en su contra.

Y en esta noche de terror y traición, el legado de mi abuela y mis "artes" serían la única esperanza para Mateo y para mí.

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