Corazón Traicionado

Corazón Traicionado

Gavin

5.0
calificaciones
93
Vistas
18
Capítulo

Elvira nunca imaginó que el amor por su esposo, un héroe de guerra, y el sacrificio por su hermana, Isabella, la llevarían a la ruina. Su vida se convirtió en una pesadilla cuando Isabella, influenciada por su tío, un capo despiadado, le arrebató hasta el último centavo y desapareció. Cuando Elvira buscó respuestas, fue brutalmente golpeada por los secuaces de su tío, quienes pisotearon las fotos de su familia y destrozaron la medalla de honor de su padre, dejándola al borde de la muerte. Con su alma destrozada y la esperanza desvanecida, no podía entender tanta traición y maldad. ¿Por qué la hermana a la que lo había dado todo la había apuñalado por la espalda? Arrastrándose entre las sombras, Elvira recordó una promesa y encontró fuerzas para buscar justicia, dando los primeros pasos en un camino de venganza y redención, donde el amor se transformaría en una furia implacable.

Introducción

Elvira nunca imaginó que el amor por su esposo, un héroe de guerra, y el sacrificio por su hermana, Isabella, la llevarían a la ruina.

Su vida se convirtió en una pesadilla cuando Isabella, influenciada por su tío, un capo despiadado, le arrebató hasta el último centavo y desapareció.

Cuando Elvira buscó respuestas, fue brutalmente golpeada por los secuaces de su tío, quienes pisotearon las fotos de su familia y destrozaron la medalla de honor de su padre, dejándola al borde de la muerte.

Con su alma destrozada y la esperanza desvanecida, no podía entender tanta traición y maldad. ¿Por qué la hermana a la que lo había dado todo la había apuñalado por la espalda?

Arrastrándose entre las sombras, Elvira recordó una promesa y encontró fuerzas para buscar justicia, dando los primeros pasos en un camino de venganza y redención, donde el amor se transformaría en una furia implacable.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
Renacer de salto de puente

Renacer de salto de puente

Romance

5.0

Mi médico suspiró, confirmando lo inevitable: mi leucemia estaba en etapa terminal, y yo solo anhelaba la paz de la muerte. Para mí, morir no era una pena, sino la única liberación de una culpa que nadie, excepto él, entendía. Luego, mi teléfono sonó, y la voz fría de Mateo Ferrari, mi jefe y antiguo amor, me arrastró de nuevo a un purgatorio autoimpuesto. Cinco años atrás, en los viñedos de Mendoza, su hermana y mi mejor amiga, Valeria, me empujó por la ventana para salvarme de unos asaltantes. Su grito y el sonidFmao de un disparo resonaron mientras huía, y cuando la policía me encontró, Mateo me sentenció con un odio helado: "Tú la dejaste morir. Es tu culpa." Desde entonces, cada día ha sido una expiación, una condena silenciosa bajo la crueldad de Mateo. Él me humillaba, me obligaba a beber hasta que mi cuerpo dolía, disfrutando mi sufrimiento como parte de esa penitencia interminable. Mi existencia se consumía bajo su sombra, una lenta autodestrucción en busca del final. La leucemia era solo el último acto de esta tragedia personal, la forma final de un pago que creía deber. ¿Por qué yo había sobrevivido para cargar con esta culpa insoportable y el odio de quienes una vez amé? Solo ansiaba el final, la paz que la vida me había negado, el perdón de Valeria. Una noche, tras una humillación brutal, una hemorragia masiva me llevó al borde de la muerte. Sin embargo, el rostro angustiado de mi amigo Andrés, y la inocencia de una niña que lo acompañaba, Luna, me abrieron una grieta de luz inesperada. ¿Podría haber una promesa más allá de la muerte, una oportunidad para el perdón y una nueva vida que no fuera de expiación?

Después de que me dejó, me convertí en su madrastra

Después de que me dejó, me convertí en su madrastra

Urban romance

5.0

La tarde en que Ricardo regresó, el sol implacable bañaba los impecables jardines de la mansión Vargas, casi tan cegador como el traje de lino blanco que él vestía. Un deportivo, escandaloso y ostentoso como su dueño, derrapó sobre la grava, soltando a una mujer pálida y frágil, aferrada a él como si su vida dependiera de ello: Camila Soto, la influencer desaparecida. Los vi entrar por el ventanal, sin invitación, como si la casa aún les perteneciera, ignorando a una Lupe que intentaba detenerlos. "Vengo a verla a ella," dijo él, su sonrisa torcida, esa misma sonrisa de hace tres años cuando me dejó plantada en el altar, diciendo que buscaba su «espíritu» en un rancho. "Sofía," espetó, su voz cargada de una autoridad inexistente, "veo que sigues aquí, como una buena perra fiel esperando a su amo." Luego, Ricardo se desplomó en el sofá de cuero de Alejandro, su padre, y dijo: "Hemos vuelto para quedarnos." Mi corazón no tembló, solo una fría calma, la calma de quien espera una tormenta anunciada, porque sabía que él no era el rey, y yo ya no era la ingenua que él había abandonado. Él no sabía que, con Alejandro, había encontrado dignidad, un hogar y un amor profundo que sanó las heridas de su traición. Me di la vuelta para ir a la cocina, con sus miradas clavadas en mi espalda, pensando que yo seguía siendo la misma Sofía. Pero justo en ese momento, una pequeña figura se lanzó hacia mí, riendo a carcajadas. "¡Mami, te encontré!" Un niño de dos años, con el cabello oscuro y los ojos brillantes de Alejandro, se abrazó a mi pierna, ajeno a la gélida tensión que se cernió sobre el salón. "Mami," preguntó con su vocecita clara, "¿Quiénes son?"

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro