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El Último Baile del Engaño

El Último Baile del Engaño

Gavin

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Capítulo

Faltaban solo tres días para mi boda con Isabela, el amor de mi vida, por quien había renunciado a mi carrera como primer bailarín en el Ballet Nacional, un pequeño precio por una vida a su lado. Pero un "accidente" de caballo me dejó postrado en el hospital, y fue allí donde el velo de mi perfecta vida se rasgó: oí a Isabela, la mujer que decía amarme, conspirar con el médico para que mi pierna nunca se recuperara, para que quedara permanentemente lisiado e infértil. Descubrí que era solo un peón en su gran plan para heredar la fortuna familiar, mientras ella ocultaba a su verdadero amante, un torero, y a su hija, la que pretendía adoptar "conmigo". ¿Cómo podía una mujer de la que creía estar tan enamorado desear mi destrucción total, arrebatarme mi arte y mi futuro, con una crueldad tan calculada? Así que, con el corazón roto y la rabia como combustible, decidí que si ella quería un hombre muerto, se lo daría, pero a mi manera: orquesté mi propia desaparición, dejando atrás una fachada de dolor para renacer de las cenizas y asegurar que ella, y solo ella, pagara el precio de su traición.

Introducción

Faltaban solo tres días para mi boda con Isabela, el amor de mi vida, por quien había renunciado a mi carrera como primer bailarín en el Ballet Nacional, un pequeño precio por una vida a su lado.

Pero un "accidente" de caballo me dejó postrado en el hospital, y fue allí donde el velo de mi perfecta vida se rasgó: oí a Isabela, la mujer que decía amarme, conspirar con el médico para que mi pierna nunca se recuperara, para que quedara permanentemente lisiado e infértil.

Descubrí que era solo un peón en su gran plan para heredar la fortuna familiar, mientras ella ocultaba a su verdadero amante, un torero, y a su hija, la que pretendía adoptar "conmigo".

¿Cómo podía una mujer de la que creía estar tan enamorado desear mi destrucción total, arrebatarme mi arte y mi futuro, con una crueldad tan calculada?

Así que, con el corazón roto y la rabia como combustible, decidí que si ella quería un hombre muerto, se lo daría, pero a mi manera: orquesté mi propia desaparición, dejando atrás una fachada de dolor para renacer de las cenizas y asegurar que ella, y solo ella, pagara el precio de su traición.

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