El Último Baile del Engaño
días para mi b
familia, pero yo no sentía el calor, solo el galope del caballo
n animal noble y fuerte. Me lo había regalado
arín en el Ballet Nacional. Dejar Madrid, dejar mi carrera en su punto
ncia, mientras que la familia de Isabela, los Castillo, eran los reyes del aceite de oliva en to
abritó de repente
ía el control, cómo mi cuerpo salía despedido por los ai
recorrió la pierna izquierda. Un
s, la os
corriendo hacia mí, gritando mi nombre. Su
hospital me llenó los pulmones. Mi pierna
, con los ojos rojos e h
lo... se asustó. El mozo de cuadra no lo había ase
i mano c
es, estaré con
real, tan palpable, que me sentí
una de sus