Mi Tobillo Roto, Mi Voluntad Inquebrantable

Mi Tobillo Roto, Mi Voluntad Inquebrantable

Gavin

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La noche antes de las audiciones finales para el Concurso Nacional de Arte Flamenco, mi novio Mateo me prometió una sorpresa, un vino especial para celebrar mi futuro éxito. Confiada, entré en el oscuro almacén familiar, pero la pesada puerta se cerró detrás de mí con un sonido sordo. Su voz llegó desde el otro lado, fría. "Sofía, lo siento. Isabela necesita esta oportunidad más que tú." El pánico me invadió. Golpeé la puerta hasta sangrar, grité hasta enronquecer, solo para ser encontrada demasiado tarde y perder mi oportunidad. No fue suficiente; antes de la gran final, Mateo, con dos matones, me inmovilizó y, con una barra de hierro, me rompió el tobillo. Mientras me desangraba, me dejó tirada, escuchándome suplicar inútilmente por el legado de mi abuela. Poco después, Isabela, su cómplice, visitó a mi abuela en el hospital y le mostró el vídeo de cómo Mateo me destrozó, acabando con su vida. Mi propia familia política, y la prensa, me señalaron como la borracha y desequilibrada que provocó la muerte de mi abuela. La policía, comprada, no investigó. No podía entender por qué el hombre que decía amarme me destruiría, y cómo mi propia abuela, mi pilar, había sido asesinada por su crueldad. Tampoco podía comprender cómo ni siquiera la justicia se dignaba a oírme. Pero entonces, en el funeral de mi abuela, justo cuando me hundía en la desesperación, Mateo cometió un error fatal. Lo que no sabía era que yo, a pesar de mi pie roto, había estado grabando en secreto.

Introducción

La noche antes de las audiciones finales para el Concurso Nacional de Arte Flamenco, mi novio Mateo me prometió una sorpresa, un vino especial para celebrar mi futuro éxito. Confiada, entré en el oscuro almacén familiar, pero la pesada puerta se cerró detrás de mí con un sonido sordo.

Su voz llegó desde el otro lado, fría. "Sofía, lo siento. Isabela necesita esta oportunidad más que tú." El pánico me invadió. Golpeé la puerta hasta sangrar, grité hasta enronquecer, solo para ser encontrada demasiado tarde y perder mi oportunidad. No fue suficiente; antes de la gran final, Mateo, con dos matones, me inmovilizó y, con una barra de hierro, me rompió el tobillo.

Mientras me desangraba, me dejó tirada, escuchándome suplicar inútilmente por el legado de mi abuela. Poco después, Isabela, su cómplice, visitó a mi abuela en el hospital y le mostró el vídeo de cómo Mateo me destrozó, acabando con su vida. Mi propia familia política, y la prensa, me señalaron como la borracha y desequilibrada que provocó la muerte de mi abuela. La policía, comprada, no investigó.

No podía entender por qué el hombre que decía amarme me destruiría, y cómo mi propia abuela, mi pilar, había sido asesinada por su crueldad. Tampoco podía comprender cómo ni siquiera la justicia se dignaba a oírme.

Pero entonces, en el funeral de mi abuela, justo cuando me hundía en la desesperación, Mateo cometió un error fatal. Lo que no sabía era que yo, a pesar de mi pie roto, había estado grabando en secreto.

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