El Precio de La Muerte Fingida

El Precio de La Muerte Fingida

Gavin

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El aroma a azahar y a incienso llenaba la iglesia, pero para mí, olía a muerte: era el día de mi boda con Javier, el torero al que amaba desde niña y el padre del hijo que crecía en mí. Pero Javier no llegó. En su lugar, la Guardia Civil anunció su muerte en un trágico accidente automovilístico, destrozando mi mundo en mil pedazos. Me convertí en viuda de la noche a la mañana, con el alma rota y el bebé no-nato huérfano. Luego, apareció "Marcos", su hermano gemelo idéntico, quien supuestamente había estado años fuera, y cuya presencia me arrastró a un abismo de consuelo doloroso y extraño secretos. Una noche, en medio de mi duelo, escuché a "Marcos" y a su madre, Doña Isabel, conspirar: ¡Javier no estaba muerto! Había fingido su propia muerte para huir con su amante Zola, una mujer africana a quien supuestamente le quedaban pocos meses de vida, y luego planeaba regresar victorioso para reclamar a nuestro hijo y a mí. ¿Cómo era posible tanta crueldad? ¿Cómo pudo el hombre al que di todo engañarme de esa forma tan vil, con la complicidad de su propia madre? Sentí que no era solo él quien me había traicionado, sino también la vida que habíamos soñado. La mujer que había sido, enamorada y confiada, había muerto esa noche. El dolor se transformó en un hielo afilado. Con el corazón endurecido y la voz firme, marqué el número de mi hermano Mateo. "Necesito que me ayudes a fingir mi propia muerte", susurré, porque solo así podría hacerle pagar por haberme enterrado en vida.

Introducción

El aroma a azahar y a incienso llenaba la iglesia, pero para mí, olía a muerte: era el día de mi boda con Javier, el torero al que amaba desde niña y el padre del hijo que crecía en mí.

Pero Javier no llegó. En su lugar, la Guardia Civil anunció su muerte en un trágico accidente automovilístico, destrozando mi mundo en mil pedazos.

Me convertí en viuda de la noche a la mañana, con el alma rota y el bebé no-nato huérfano. Luego, apareció "Marcos", su hermano gemelo idéntico, quien supuestamente había estado años fuera, y cuya presencia me arrastró a un abismo de consuelo doloroso y extraño secretos.

Una noche, en medio de mi duelo, escuché a "Marcos" y a su madre, Doña Isabel, conspirar: ¡Javier no estaba muerto! Había fingido su propia muerte para huir con su amante Zola, una mujer africana a quien supuestamente le quedaban pocos meses de vida, y luego planeaba regresar victorioso para reclamar a nuestro hijo y a mí.

¿Cómo era posible tanta crueldad? ¿Cómo pudo el hombre al que di todo engañarme de esa forma tan vil, con la complicidad de su propia madre? Sentí que no era solo él quien me había traicionado, sino también la vida que habíamos soñado. La mujer que había sido, enamorada y confiada, había muerto esa noche.

El dolor se transformó en un hielo afilado. Con el corazón endurecido y la voz firme, marqué el número de mi hermano Mateo. "Necesito que me ayudes a fingir mi propia muerte", susurré, porque solo así podría hacerle pagar por haberme enterrado en vida.

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Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

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