El Salto de la Mariposa: Un Adios Definitivo

El Salto de la Mariposa: Un Adios Definitivo

Gavin

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Capítulo

El olor a perfume barato y alcohol, el mismo que usaba Scarlett, reveló la verdad brutal: Máximo, mi esposo, el "Rey del Tequila", había vuelto a casa con otra amante. Lo miré desde el sofá de nuestro lujoso apartamento en Guadalajara, la mancha de lápiz labial en su cuello y la indiferencia en sus ojos mientras buscaba excusas. En lugar de súplicas, pregunté: "¿Clientes que usan el perfume 'Siren's Kiss'? ¿Clientes que dejan marcas de besos en tu cuello?". Su paciencia se agotó, y la bofetada que le di fue el detonante del fin: me llamó "arpía", "celosa", "amargada", la mujer que no debería haber sido. Pero no era yo quien había cambiado. Fui la mujer que lo sacó de la desesperación, que construyó este imperio a su lado, la que se enamoró perdidamente de él bajo el cielo de Tequila, la que rechazó volver a casa por su amor. ¿Cómo pudimos llegar a esto? ¿Cómo el hombre que una vez juró amarme más que a su propia vida pudo humillarme y corromperlo todo? Justo cuando mi mundo se desmoronaba, una voz que no había escuchado en ocho años resonó en mi cabeza: "Anfitriona Luciana Garcia, su misión en este mundo está completa. ¿Desea regresar a su mundo original?". Mi decisión fue instantánea y fría: "Sí. Quiero irme a casa." La cuenta regresiva había comenzado: diez días para desmantelar mi vida con él, para vaciar su paraíso y reclamar mi libertad.

Introducción

El olor a perfume barato y alcohol, el mismo que usaba Scarlett, reveló la verdad brutal: Máximo, mi esposo, el "Rey del Tequila", había vuelto a casa con otra amante.

Lo miré desde el sofá de nuestro lujoso apartamento en Guadalajara, la mancha de lápiz labial en su cuello y la indiferencia en sus ojos mientras buscaba excusas.

En lugar de súplicas, pregunté: "¿Clientes que usan el perfume 'Siren's Kiss'? ¿Clientes que dejan marcas de besos en tu cuello?".

Su paciencia se agotó, y la bofetada que le di fue el detonante del fin: me llamó "arpía", "celosa", "amargada", la mujer que no debería haber sido.

Pero no era yo quien había cambiado. Fui la mujer que lo sacó de la desesperación, que construyó este imperio a su lado, la que se enamoró perdidamente de él bajo el cielo de Tequila, la que rechazó volver a casa por su amor.

¿Cómo pudimos llegar a esto? ¿Cómo el hombre que una vez juró amarme más que a su propia vida pudo humillarme y corromperlo todo?

Justo cuando mi mundo se desmoronaba, una voz que no había escuchado en ocho años resonó en mi cabeza: "Anfitriona Luciana Garcia, su misión en este mundo está completa. ¿Desea regresar a su mundo original?".

Mi decisión fue instantánea y fría: "Sí. Quiero irme a casa."

La cuenta regresiva había comenzado: diez días para desmantelar mi vida con él, para vaciar su paraíso y reclamar mi libertad.

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