La Maldición del Zapateado

La Maldición del Zapateado

Gavin

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Capítulo

En Sevilla, ganar el Concurso Nacional de Flamenco es una maldición mortal. Cada ganador, en la cima de su gloria, se suicida misteriosamente. Pero yo, Scarlett Hewitt, no bailo por la fama; bailo para desenmascarar al asesino de mi hermana Sasha, quien sucumbió a esa maldición hace tres años. He entrenado sin descanso, y esta noche, logré la puntuación perfecta, la más alta de la historia. Inmediatamente, encendí mi cámara en vivo, expuse la nota de suicidio falsificada de Sasha y desafié abiertamente al asesino a venir a por mí. Todo se desenvolvía como lo había planeado... hasta que la figura enmascarada detrás de mí se retiró el antifaz, revelando el rostro desconsolado de mi propia madre, Annabel. "Yo lo hice", confesó, pidiéndole a la policía que la arrestara. Mientras ella se sacrificaba, el Detective Sullivan me soltó una bomba: mi ADN había sido encontrado bajo las uñas de la víctima del año anterior, Alejandro Vega. De repente, la trampa no era para el ases asesino, sino para mí. La gente enardecida gritaba "¡asesina!", creyendo que yo había matado a mi propia hermana y a los demás. Mi mundo se desmoronaba; la humillación pública era el plan, mi muerte social. ¿Cómo era posible? ¿Cómo mi ADN había llegado allí? Sabía que mi madre mentía para protegerme, pero de qué. Había caído en una trampa tan elaborada, tan siniestra... Pero no permitiría que ganara. No terminaría como una villana en su retorcido cuento. Había un secreto más profundo, y este juego apenas comenzaba. Necesitaba escapar, encontrar la verdad y liberarme de esta pesadilla.

Introducción

En Sevilla, ganar el Concurso Nacional de Flamenco es una maldición mortal. Cada ganador, en la cima de su gloria, se suicida misteriosamente. Pero yo, Scarlett Hewitt, no bailo por la fama; bailo para desenmascarar al asesino de mi hermana Sasha, quien sucumbió a esa maldición hace tres años.

He entrenado sin descanso, y esta noche, logré la puntuación perfecta, la más alta de la historia. Inmediatamente, encendí mi cámara en vivo, expuse la nota de suicidio falsificada de Sasha y desafié abiertamente al asesino a venir a por mí. Todo se desenvolvía como lo había planeado... hasta que la figura enmascarada detrás de mí se retiró el antifaz, revelando el rostro desconsolado de mi propia madre, Annabel. "Yo lo hice", confesó, pidiéndole a la policía que la arrestara.

Mientras ella se sacrificaba, el Detective Sullivan me soltó una bomba: mi ADN había sido encontrado bajo las uñas de la víctima del año anterior, Alejandro Vega. De repente, la trampa no era para el ases asesino, sino para mí. La gente enardecida gritaba "¡asesina!", creyendo que yo había matado a mi propia hermana y a los demás. Mi mundo se desmoronaba; la humillación pública era el plan, mi muerte social.

¿Cómo era posible? ¿Cómo mi ADN había llegado allí? Sabía que mi madre mentía para protegerme, pero de qué. Había caído en una trampa tan elaborada, tan siniestra... Pero no permitiría que ganara. No terminaría como una villana en su retorcido cuento. Había un secreto más profundo, y este juego apenas comenzaba. Necesitaba escapar, encontrar la verdad y liberarme de esta pesadilla.

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Durante doce años, oculté mi fortuna y mi linaje, la poderosa familia Salazar, para convertirme en la esposa perfecta de Mateo Hewitt. Le di mi amor incondicional, mi apoyo, y en secreto, los cimientos de su imperio, creyendo que construíamos un futuro juntos desde nuestro modesto piso en Logroño. Pero en nuestro duodécimo aniversario de bodas, llegó la traición: Mateo entró oliendo al perfume de otra mujer, su asistente Isabel Riley, con una caja de puros cubanos, no flores para mí. Miró con desdén la cena sencilla que preparé, solo para que yo le mostrara una foto de él y su amante, unida a la ecografía de un embarazo de tres meses que ella me envió. Él me insultó, llamó "estéril" y "mueble", e incluso defendió a Isabel por recibir nuestras joyas de familia. La humillación se volvió insoportable cuando, en una gala, Mateo rompió un collar de esmeraldas que era una reliquia Salazar, un regalo de mi abuela, y casi con orgullo me lo arrojó a los pies. Su madre, a quien salvé, me escupió odio por su ruina. ¿Cómo pudo el hombre al que di todo, por quien me arrodillé ante mi padre, por quien abandoné mis sueños, convertirme en un fantasma en mi propia casa? ¿Por qué me trató como basura mientras construía su éxito sobre mis sacrificios y los de mi familia? Con el corazón destrozado y la ira ardiendo, llamé a mi equipo. "Quiero el divorcio," le dije. "Y te juro, Mateo Hewitt, que te dejaré sin absolutamente nada." La verdadera Sofía Salazar acababa de despertar, y su sed de venganza no conocía límites.

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