Mi Primavera Después del Incendio

Mi Primavera Después del Incendio

Gavin

5.0
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Capítulo

En Madrid, todos nos admiraban. Sofía Navarro y Javier Mendoza: la pareja perfecta. Vivíamos en un ático de ensueño, con un hijo encantador y una vida pública impecable. Pero yo sabía la verdad. Javier me engañaba desde hacía tres años con Valentina, una influencer de realities. La humillación culminó en nuestro doceavo aniversario: él canceló nuestra cena romántica. Horas después, Valentina subió una historia a Instagram: allí estaba Javier, en un restaurante de lujo, celebrando con ella... y mi hijo Mateo, sonriendo, brindando con ellos. Mi hijo adoraba a "Valen", quien le compraba regalos carísimos. Luego, en el hospital, tras un síncope de estrés, Valentina se atrevió a confesarme que estaba embarazada de Javier. Mis suegros, sin saber que los escuchaba, me descartaban como una "vientre de alquiler" cuya función ya estaba cumplida. Mi corazón no dolió, solo sentí un frío escalofriante. La inocencia de Mateo, aprovechada por la amante de su padre, era la daga final. Ya no quedaba nada, solo un vacío absoluto y una determinación gélida. Esa noche tomé una decisión: la Sofía Navarro que todos conocían debía morir. Llamé a mi abogado, Arturo. "Quiero desaparecer, pero antes, quiero que pague por todo. Prepara los papeles. Esto es un plan de fuego y cenizas."

Introducción

En Madrid, todos nos admiraban. Sofía Navarro y Javier Mendoza: la pareja perfecta. Vivíamos en un ático de ensueño, con un hijo encantador y una vida pública impecable.

Pero yo sabía la verdad. Javier me engañaba desde hacía tres años con Valentina, una influencer de realities. La humillación culminó en nuestro doceavo aniversario: él canceló nuestra cena romántica. Horas después, Valentina subió una historia a Instagram: allí estaba Javier, en un restaurante de lujo, celebrando con ella... y mi hijo Mateo, sonriendo, brindando con ellos.

Mi hijo adoraba a "Valen", quien le compraba regalos carísimos. Luego, en el hospital, tras un síncope de estrés, Valentina se atrevió a confesarme que estaba embarazada de Javier. Mis suegros, sin saber que los escuchaba, me descartaban como una "vientre de alquiler" cuya función ya estaba cumplida.

Mi corazón no dolió, solo sentí un frío escalofriante. La inocencia de Mateo, aprovechada por la amante de su padre, era la daga final. Ya no quedaba nada, solo un vacío absoluto y una determinación gélida.

Esa noche tomé una decisión: la Sofía Navarro que todos conocían debía morir. Llamé a mi abogado, Arturo. "Quiero desaparecer, pero antes, quiero que pague por todo. Prepara los papeles. Esto es un plan de fuego y cenizas."

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Tres años, toda una vida entregada a él. Sofía, yo fui la tonta que usó hasta el último centavo para rescatar a mi Mateo de la ruina, creyendo en su amor, en sus promesas. Día y noche, mi cuerpo y mi alma cuidaron a sus padres enfermos, soportando humillaciones que nadie más vio. Sacrifiqué mi primer embarazo, mi salud, todo por su "carrera", para que él, el gran Mateo, pudiera levantarse de las cenizas. Pero hoy, mi mundo se hizo pedazos. Justo frente a mí, mi esposo Mateo sostenía a otra mujer, Camila, su "amor de la juventud", la misma que lo humilló cuando no tenía nada. "Camila está embarazada", dijo, sin rastro de culpa, "y tú la vas a cuidar". ¡A mí! ¿Que la cuidara? La burla en la cara de Camila, la sonrisa de las empleadas, la furia de Mateo... sentí que me ahogaba en una pesadilla. "Solo es cuidarla un poquito. No eres una princesa, pero actúas como tal. No seas mezquina". Mezquina. Él, el hombre al que rescaté del abismo, el que ahora volvía a tenerlo todo, ¿me llamaba mezquina? "Tú eres buena cuidando gente", sentenció con la mirada fría. Mi corazón se hizo añicos al recordar las palabras de su madre a Camila: "Cuídate por el bien de mi nieto. Eres la única esperanza de esta familia". ¡La única esperanza! Era obvio. Me habían engañado a mí. ¡A mí! ¡Ellos sabían que era su hijo! ¡Todos me estaban engañando! Sentí el frío del mármol bajo mis rodillas, el dolor agudo de la caída. Quise huir, pero no sin él. No sin mi bebé. Pero, ¿realmente quería que mi hijo naciera en esta podredumbre? "¡Mateo, no quiero ir a la cámara frigorífica! ¡No! ¿Por qué me haces esto?", grité, sintiendo el pánico helado que se apoderaba de mí cuando sus empleados me arrastraban. "¡Estoy embarazada! ¡Mateo, estoy embarazada!" Me miró con desprecio, y la puerta se cerró. Estuve allí tres días y tres noches. Cuando abrieron la puerta, mis ojos ya estaban vacíos. "¿Qué otra cosa te vas a inventar ahora?". Esas palabras… Pero al salir de allí, mis ojos por fin se abrieron. Así que esto es todo lo que soy para ti, Mateo. Un mueble más en tu casa. "Estoy completamente podrido por dentro", susurré al aire. Una semana después, salí del hospital. Mateo me llamó, furioso, como siempre, pero esta vez, yo era diferente. "¿Qué soy para ti, Mateo?", pregunté, mi voz firme, "¿La tonta que te rescató de la miseria? ¿O la enfermera gratuita que cuidó día y noche a tus padres?" "¿De verdad crees que todo lo que hice, fue por un estúpido título?" "Un hombre como tú... me da asco". Colgué. Bloqueé su número. Y nunca miré atrás.

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El video explotó en internet. Marc Solís, mi exnovio e influencer, publicó un video editado cruelmente, diseñando mi humillación pública. Fui retratada como una "trepadora" desesperada, rogando por fama. Los comentarios se desataron: "¡Qué arrastrada!", "Pobre Marc, se quitó un peso de encima". Miles de sus "leones" inundaron mis redes con insultos, memes y amenazas. Mi imagen, símbolo de mujer patética, estaba por todas partes. Mi teléfono no paraba de sonar, mis amigos, colegas, todos preocupados, pidiéndome que lo demandara, que lo desenmascarara, pero no contesté. Miraba la pantalla, una calma inquietante me invadía. Esto no era sorpresa, era una prueba. Después, Marc me llamó por videollamada, arrogante: "¿Disfrutando tus cinco minutos de fama? Tráeme un café de tu cafetería favorita, tienes una hora, transmítelo en vivo, para que mis leones vean tu 'arrepentimiento' ". Asentí, salí, y la transmisión comenzó, la gente se mofaba. Luego, Marc volvió a llamar: "Cambio de planes, quiero que camines descalza desde aquí a la fuente de la Cibeles, para que todos vean tu arrepentimiento". Sin dudar, me quité los zapatos. El dolor era intenso, pero lo soportaba no por Marc, sino por mi propia purificación. Llegué sangrando, exhausta, justo cuando Marc apareció con Ximena, su nueva conquista. Ximena me humilló; Marc la besó, declarándole su "reina". Me quedé sola, descalza, humillada. Pero en mis ojos brilló un triunfo. La prueba se intensificaba, y yo estaba lista. De repente, Ximena fingió un desmayo, y Marc, con una crueldad medieval, me ordenó: "Vas a caminar de rodillas hasta la Basílica de Guadalupe, rezando por la salud de Ximena, para expiar el daño que le has hecho". Mis amigos horrorizados me rogaron que no lo hiciera. "Lo haré" , le respondí con firmeza, "pero no lo haré por ti, ni por ella, lo haré porque es parte de mi propio camino, y cuando llegue, no rezaré por su salud, rezaré por mi propia liberación" . Marc, ignorando mi verdadero propósito, solo vio sumisión. Me arrodillé, el dolor insoportable, pero cada herida era una ofrenda a mi misión secreta. Horas después, al llegar a la Basílica, me desplomé inconsciente. En el hospital, Ximena me atacó, Marc me abofeteó, gritando: "¡Eres violenta y peligrosa! ¡Esto es justicia!". Mi mejilla ardía, pero una extraña alegría me invadió. Sonreí. "Gracias", susurré. Marc, aturdido, se fue. Meses después, Ximena enfermó, necesitando un riñón compatible. Marc apareció: "Quiero que le des tu riñón. Si lo haces, te casarás conmigo". Recordé que fui yo quien lo salvó en un accidente, no Ximena. "No", le dije. Él, creyendo que eran celos, me amenazó: "¡Entonces te haré la vida un infierno!". El acoso se intensificó, pero yo continuaba, esperando el siguiente paso. Entonces, mi destino se reveló en un sueño: la donación del riñón era la culminación de mi ascenso espiritual. Le di mi riñón a Ximena. Durante la cirugía, mi cuerpo se disolvió en luz, mi alma ascendió, y mi conciencia se convirtió en una entidad divina. Marc, sin saberlo, había sido un instrumento en mi liberación. ¿Cómo cambió la vida del arrogante influencer Marc Solís cuando finalmente descubrió la verdad de lo que había hecho? ¿Y qué significado tendría su "amor" cuando ya era demasiado tarde?

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