La Hija Perdida Y Falsa

La Hija Perdida Y Falsa

Gavin

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Capítulo

Mi vida en un barrio polvoriento era una miseria, marcada por un padre apostador y el silencio amargo de mi madre. Mi única esperanza era conseguir un cupo en la UNAM. Pero un día, un auto negro y brillante, fuera de lugar, se detuvo frente a nuestra puerta. Los adinerados De la Vega, con ropa deslumbrante, se pararon ante mí con los ojos llenos de lágrimas "falsas". "Eres nuestra hija perdida, la que se perdió hace dieciocho años", declaró Estela De la Vega, mostrándome una prueba de ADN. Mi corazón se detuvo. ¿Yo? ¿Hija de esta gente rica y poderosa? ¿Un escape de mi apartamento miserable, de los gritos de mi padre y el resentimiento de mi madre? Estaba a punto de llorar de emoción. Pero entonces, apareció algo: unas letras flotantes, como subtítulos de telenovela barata. "[Comentario: Jajaja, miren a la pobre ilusa. Cree que se sacó la lotería.]" Parpadeé, las letras seguían ahí. "[Comentario: Mentirosa. Todo es una trampa de su verdadera hija, Valeria, para que Sofía no le quite el primer lugar en el examen de ingreso.]" Miré a mis "padres": el mío ya calculaba el dinero, mi madre me veía como un mueble viejo. "[Comentario: Los padres biológicos ya recibieron 500,000 pesos por "vender" a su hija.]" El aire se me fue de los pulmones. No era una salvación. Era una trampa mortal. Me habían vendido. Mis propios padres me habían entregado como a un animal. Y esta familia rica y sonriente no quería una hija; quería destruirme. Una ira fría y profunda reemplazó la incredulidad inicial. Decidí jugar su juego. Con lágrimas, no de alegría sino de rabia, abracé a Estela. "¡Mamá! ¡Papá! No puedo creerlo, he soñado con este día toda mi vida." "[Comentario: Actuación 10/10. La tonta se lo ha creído por completo.]" No. La tonta no se lo había creído. La tonta ahora sabía cómo funcionaba el juego. Y ella iba a ganar.

Introducción

Mi vida en un barrio polvoriento era una miseria, marcada por un padre apostador y el silencio amargo de mi madre. Mi única esperanza era conseguir un cupo en la UNAM. Pero un día, un auto negro y brillante, fuera de lugar, se detuvo frente a nuestra puerta. Los adinerados De la Vega, con ropa deslumbrante, se pararon ante mí con los ojos llenos de lágrimas "falsas".

"Eres nuestra hija perdida, la que se perdió hace dieciocho años", declaró Estela De la Vega, mostrándome una prueba de ADN. Mi corazón se detuvo. ¿Yo? ¿Hija de esta gente rica y poderosa? ¿Un escape de mi apartamento miserable, de los gritos de mi padre y el resentimiento de mi madre? Estaba a punto de llorar de emoción. Pero entonces, apareció algo: unas letras flotantes, como subtítulos de telenovela barata.

"[Comentario: Jajaja, miren a la pobre ilusa. Cree que se sacó la lotería.]" Parpadeé, las letras seguían ahí. "[Comentario: Mentirosa. Todo es una trampa de su verdadera hija, Valeria, para que Sofía no le quite el primer lugar en el examen de ingreso.]" Miré a mis "padres": el mío ya calculaba el dinero, mi madre me veía como un mueble viejo. "[Comentario: Los padres biológicos ya recibieron 500,000 pesos por "vender" a su hija.]"

El aire se me fue de los pulmones. No era una salvación. Era una trampa mortal. Me habían vendido. Mis propios padres me habían entregado como a un animal. Y esta familia rica y sonriente no quería una hija; quería destruirme. Una ira fría y profunda reemplazó la incredulidad inicial.

Decidí jugar su juego. Con lágrimas, no de alegría sino de rabia, abracé a Estela. "¡Mamá! ¡Papá! No puedo creerlo, he soñado con este día toda mi vida." "[Comentario: Actuación 10/10. La tonta se lo ha creído por completo.]" No. La tonta no se lo había creído. La tonta ahora sabía cómo funcionaba el juego. Y ella iba a ganar.

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