La próxima vez, conquístame

La próxima vez, conquístame

Gavin

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Carmen Villaverde, ahora Valentina Morales, parpadeaba, atrapada en un cruel ciclo de reencarnaciones impuestas por una enigmática Voz del Destino. Cinco vidas diferentes, cada una una tortura, con la misma misión: conquistar al frío y escurridizo Alejandro Domínguez. Cada fracaso la devolvía a la cruda blancura de un nuevo techo, con sus propias muertes trágicas y el doloroso rechazo de Alejandro resonando en su alma. Cansada y desesperada, la Voz le ofreció una "opción secundaria": Mateo Soler, el mejor amigo de Alejandro. ¿Mateo? ¿El chico sensible y melancólico, relegado siempre a un segundo plano? Recordó las mínimas interacciones: su gentileza como Lucía en Sevilla, su mirada triste en Salamanca, su mano protectora en Granada mientras ella moría. Y entonces, la memoria más desgarradora: sus últimas palabras como Isabel, suplicando con voz rota "La próxima vez, conquístame a mí". ¿Cómo lo sabía? ¿Cómo podía él, el "secundario", recordar lo que ella, la "anfitriona", apenas intuía? ¿Era toda su misión con Alejandro una farsa cruel, un desvío de un amor predestinado que siempre la había acompañado sin que ella lo supiera? La idea de tal injusticia, de la superficialidad de su objetivo anterior frente a la conexión profunda con Mateo, la llenó de una rabia y una esperanza desconocidas. Con lágrimas en los ojos y una nueva convicción, Valentina aceptó el cambio de objetivo, no como una misión impuesta, sino como su verdadero destino. Lo que ella no sabía era que, mientras abrazaba esta nueva oportunidad, el despechado Alejandro se precipitaba hacia su propio y ridículo karma, un giro final que lo condenaría al fracaso eterno y sellaría la felicidad de Valentina.

Introducción

Carmen Villaverde, ahora Valentina Morales, parpadeaba, atrapada en un cruel ciclo de reencarnaciones impuestas por una enigmática Voz del Destino.

Cinco vidas diferentes, cada una una tortura, con la misma misión: conquistar al frío y escurridizo Alejandro Domínguez.

Cada fracaso la devolvía a la cruda blancura de un nuevo techo, con sus propias muertes trágicas y el doloroso rechazo de Alejandro resonando en su alma.

Cansada y desesperada, la Voz le ofreció una "opción secundaria": Mateo Soler, el mejor amigo de Alejandro.

¿Mateo? ¿El chico sensible y melancólico, relegado siempre a un segundo plano?

Recordó las mínimas interacciones: su gentileza como Lucía en Sevilla, su mirada triste en Salamanca, su mano protectora en Granada mientras ella moría.

Y entonces, la memoria más desgarradora: sus últimas palabras como Isabel, suplicando con voz rota "La próxima vez, conquístame a mí".

¿Cómo lo sabía? ¿Cómo podía él, el "secundario", recordar lo que ella, la "anfitriona", apenas intuía?

¿Era toda su misión con Alejandro una farsa cruel, un desvío de un amor predestinado que siempre la había acompañado sin que ella lo supiera?

La idea de tal injusticia, de la superficialidad de su objetivo anterior frente a la conexión profunda con Mateo, la llenó de una rabia y una esperanza desconocidas.

Con lágrimas en los ojos y una nueva convicción, Valentina aceptó el cambio de objetivo, no como una misión impuesta, sino como su verdadero destino.

Lo que ella no sabía era que, mientras abrazaba esta nueva oportunidad, el despechado Alejandro se precipitaba hacia su propio y ridículo karma, un giro final que lo condenaría al fracaso eterno y sellaría la felicidad de Valentina.

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Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

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