Spin-off de Lazos del Destino: Un Contrato con el Vaquero.
Prólogo
Estados Unidos - Texas - 1996
Max condujo hasta el pequeño pueblo que, por cierto, lo tenía todo, y observó a su hijo, absorto en sus pensamientos, mirando por la ventana.
- ¿Quieres pasar por la panadería y comprar algo para el viaje?
- ¡Qué buena idea, papá! ¿Entras? -preguntó Daniel cuando su padre aparcó en la plaza.
- No, ya conoces mis gustos. Tráeme algo y un refresco. Te espero en la librería.
- De acuerdo.
Daniel entró en la enorme panadería y Max fue a la librería. No solía tener mucho tiempo para leer, pero cuando un libro le llamaba la atención, no podía resistirse a pasar horas leyéndolo.
Cogió un libro de tapa dura que le llamó la atención, con una imagen del universo y un astronauta perdido en el espacio. Así que decidió leer la sinopsis para decidir si comprarlo o no.
Mientras tanto, una de las ayudantes de la costurera entró en la librería. Sonó el timbre, anunciando la llegada de otra clienta. A ella también le gustaba leer casi todos los géneros, sobre todo novelas románticas. Desde que vio a la Sra. Colt vestida de novia, se moría de ganas de tener un Colt en su vida, pero el único que conocía, Jack, ya estaba casado. No conocía a su hermano, a quien su compañera de trabajo le había mencionado, pero daría lo que fuera por conocerlo. Deseaba formar parte de esa familia; todos hablaban maravillas de los Colt. Se enteró de que su hermano menor, un joven de veintitantos años, había aparecido, e incluso le interesó, pero descubrió que había empezado a salir con alguien. Así que el único Colt que quedaba era un hombre casi imposible de conocer, ya que rara vez aparecía por el pueblo. Mientras miraba los libros en una de las estanterías, un hombre muy fragante pasó junto a ella. Su perfume era tan agradable que lo miró, de espaldas, con un libro de tapa dura en la mano. Observó atentamente su mano, grande y de dedos gruesos, y era muy alto, probablemente de 1,93 m. Era raro ver a un hombre tan alto en la ciudad, salvo en los Colts. Tenía el pelo ligeramente canoso y un cuerpo bien definido, visible incluso bajo el traje, que se ceñía a sus curvas. Bajó la vista hacia sus largas piernas y su trasero redondo. Nunca había pasado tanto tiempo admirando a un hombre con la edad suficiente para ser su padre, pero este no era un hombre cualquiera; era diferente. Giró la cabeza a un lado para mirar otro libro, y ella pudo admirar su perfil. Lo encontró muy guapo y atractivo. Sinceramente, incluso pensó en acercarse a él, pero siempre había sido tímida, por eso nunca había tenido novio. Mientras pensaba, un chico guapísimo, de su edad, abrió la puerta, tocó el timbre y llamó al hombre que olía bien. «Papá, ¿nos vamos?». "Claro, solo pagaré este libro." Natasha observó al hombre caminar hacia la caja, sin poder verle la cara. La timidez no le permitía dar un solo paso para hablar con él. Así que pagó el libro y se fue, y ella perdió la gran oportunidad de hablar con el apuesto anciano.
"¡Rayos! ¿Por qué soy así? Necesito perder esta timidez", pensó mientras se dirigía a la puerta y los veía subir a un lujoso coche. "Es rico, desde luego no es de la ciudad, con un traje tan caro. Sí... Perdí mi oportunidad... Como siempre..."
***
Capítulo 1
Brasil - São Paulo - 1998.
Maximiliano Colt, más conocido como Max o el Sr. Colt, caminaba tranquilamente por el vestíbulo de la empresa. El rítmico sonido de sus pasos resonaba en las paredes de mármol, acompañando las incansables palabras del abogado a su lado.
Una vez más, Max se vio envuelto en asuntos legales, documentos que había firmado sin la debida atención, un alto precio por confiar demasiado. Su expresión seria reflejaba la presión que enfrentaba a diario como director ejecutivo de FashionTech Colt, una de las empresas de moda y tecnología más grandes del país. De repente, como si algo le hubiera llamado la atención, su mirada se dirigió a la entrada principal. Lo que vio allí lo dejó sin palabras. Una mujer despampanante de larga melena pelirroja estaba hablando con el portero. Vestida con un elegante traje de falda, exudaba una presencia imposible de ignorar. Max se quedó paralizado, con la mirada fija en ella, mientras la monótona descripción del abogado se desvanecía en su mente. Casi toda su cuerpo estaba cubierto, pero su forma de moverse, la seguridad en su postura, desprendían un encanto y una sensualidad que dejaba a cualquiera sin aliento. «Modelo de empresa», pensó, pero algo en ella parecía diferente, especial. Los ojos de Max, de un azul profundo, brillaban con una intensidad que no había sentido en mucho tiempo. Junior, el abogado, al notar la distracción de su jefe, se aclaró la garganta, intentando que Max volviera al presente. Max apartó la mirada por un instante, pero su mente quedó cautivada por la imagen. Volvió a mirar a la mujer, sin poder contenerse.