Soy una niñera encubierta de dÃa, una prometida falsa de noche, del único enemigo que deberÃa odiar. Y ahora, la mamá de su bebé. Mi misión era simple: colarme en la casa de Harrison como niñera y salvar a mi sobrina de este peligroso multimillonario que mató a mi hermana. Por fuera, es un macho alfa dominante que consigue lo que quiere. Por dentro, todo lo que veo es un padre soltero solitario luchando con sus demonios. Cuando los escándalos de su pasado llegan a las noticias, me propone un trato: convertirme en su esposa falsa para salvar su reputación. Un mes. Sin sentimientos. Sin intimidad. Un gran plan para rescatar a mi sobrina. Pero mi cuerpo me traiciona cada vez que respira en mis oÃdos, me muerde los labios y me chupa la lengua. En algún momento, me enamoré del enemigo que juré odiar. Y se desatará el infierno cuando descubra que no soy la mujer que cree que soy... y que estoy embarazada de su bebé.
RENE
Joder, eso fue duro.
Tomo otro sorbo de whisky. La bebida traza una agradable y cálida lÃnea que me lleva hasta el vientre y, unos momentos después, vuelve a subir hasta la cabeza. Odio el whisky, pero estoy dispuesto a probar cosas nuevas esta noche. Asà que tomo otro sorbo.
Hago una mueca debajo de mi máscara. La habitación, tenuemente iluminada, está llena de cuerpos bailando con máscaras. Estoy sentada en la barra, sin ganas de bailar. He venido a la fiesta para escapar de la dura realidad de ver cómo se desmorona mi negocio y para relajarme durante la noche.
Bueno, también estoy aquà para hacer contactos y engatusar a alguien, a quien sea, para que invierta en mi negocio de antigüedades y me permita empezar desde cero. Hasta ahora, no he encontrado a nadie. Aunque no ayuda que todo lo que he hecho hasta ahora sea sentarme en la barra y beberme mi bebida. Dos hombres están sentados en el extremo de la barra, no muy lejos de mÃ.
-¿Qué tienes en mente, hombre? -le pregunta un hombre alto y rubio con una máscara roja a su misterioso compañero de cabello oscuro-. Aparte de lo obvio, quiero decir.
-¿En serio? -El hombre de cabello oscuro mira fijamente su bebida como si no le gustara lo que ve-. Estoy pensando en Celina . Faltan dos para Navidad y todavÃa no sé qué regalarle.
-Estás en una fiesta de máscaras y estás pensando en el regalo de Navidad de tu hija. -Le da una palmada en el hombro al hombre.
̶ No puedo dejar de pensar en ello.
Los miro furtivamente mientras escucho a escondidas. El hombre, con su máscara negra que oculta sus ojos y su nariz pero que no logra ocultar su marcada mandÃbula, se lleva el vaso a los labios. Me doy cuenta de que estoy equivocada. No está bebiendo alcohol. Está bebiendo Coca-Cola.
Extraño.
̶¿Sabes lo que necesitas?
̶ ¿Qué?
̶ ¡Una verdadera bebida!
̶ Trevor
̶ Volveré. ¡No te muevas!
El hombre alto desaparece entre la multitud en busca de una bebida de verdad, supongo. Pueden quedarse con mi whisky. A pesar de mà mismo, tomo otro sorbo. Hago una mueca más fuerte y me agarro la cabeza.
̶ No parece que estés disfrutando esa bebida.
¿Estaba hablando conmigo?
Me vuelvo hacia el hombre. Sus ojos oscuros están fijos en mÃ, su máscara negra añade un aire de intriga a su rostro. Está vestido con un traje completamente negro con una corbata granate y pantalones ajustados que no logran ocultar sus esculpidos muslos. Inconscientemente, mi mirada se desvÃa hacia sus dedos que envuelven su vaso.
Sin anillo.
-Es la primera vez que bebo whisky -confieso-. ¿Se puede considerar una bebida de verdad?
-Eres un buen fisgón, ¿no? -Su tono está teñido de diversión.
̶ Bueno, tu conversación fue tan fascinante que no pude evitarlo.
Levanta una ceja, su máscara acentúa el gesto. Luego sonrÃe, una sonrisa brillante que parece contradecirse con la oscuridad de su máscara. Se levanta del asiento, su altura me sorprende. Luego se sienta a mi lado. Noto que huele a sándalo, terroso y a roble. Era fuerte sin ser dominante y agradable sin ser demasiado dulce.
-Entonces, ¿qué hace una dama que escucha a escondidas como tú en un baile de máscaras? -se pasa la mano por el pelo oscuro-. Llevas sentada aquÃ, bebiendo tu verdadera bebida, más de treinta minutos.
̶ ¿Me has estado observando?
̶ He estado consciente de ti, como estoy seguro de que tú has estado consciente de mÃ.
̶ Te haces ilusiones.
̶ ¿No me notaste?
-No, no lo hice.
SonrÃe de nuevo y me dice que sabe que miento. Hay algo en él que me hace querer dejar de lado la precaución y hacer cosas que no creÃa que fuera capaz de hacer.
̶ ¿Bailas?, me tiende la mano.
Esta noche lo haré. Me llevo el vaso a los labios y termino el trago. No lo volveré a probar.
Tomo su mano y me lleva a la pista de baile. Me hace girar al ritmo de la música y yo sigo su ejemplo sin pensarlo dos veces. Cada vez que me vuelvo hacia él, veo sus ojos clavados en mà detrás de su máscara, su mirada inquebrantable y sus labios curvados en una misteriosa sonrisa.
-Eres un buen bailarÃn -dice, con su voz grave perforando la ruidosa noche.
̶ Eres un gran compañero de baile.
Suena música de sintetizador y él me acerca a él. Inhalo su aroma a roble e intento por todos los medios no mirar fijamente sus suaves labios. Él me mira mientras su mano permanece en mi espalda baja. Mi pecho se presiona contra él. Agarro su brazo mientras bailamos y siento los músculos tensos y rÃgidos debajo de su traje.
Si su brazo es asà de duro, ¿qué tan duro es su...?
-Me gusta tu cabello. -Acerca su boca a mi oÃdo y susurra.
Se me pone la piel de gallina al oÃr su voz retumbando en mi oÃdo y, de repente, me siento agradecida por llevar un vestido de manga larga. Sin darme cuenta, me toco el pelo con la mano libre.
̶ Me gustan los pocos mechones blancos en el mar de rizos negros, dice.
Siempre he tenido mechones de pelo blanco, y mi madre también. Imagina que estabas en la secundaria y tenÃas mechones de pelo blanco. Los niños me llamaban la vieja Rene cuando tenÃa quince años.
SÃ, la vieja Rene . Terriblemente poco original.
̶ SolÃa odiarlo.
Frunce el ceño. ̶ ¿Qué quieres decir? SolÃas...
̶ SolÃa odiar tener el pelo gris.
̶ No es nada gris.
̶ Los niños no ven esos matices.
El señor Ojos Oscuros asiente como si entendiera y me pregunto si lo hace. Bailamos sin decir palabra. Mi pulso se acelera mientras sus dedos bailan sobre mi piel y cuando me acerca, me entrego a él. Su mano mueve mi cuerpo al ritmo de la música, familiarizándose con mis curvas. Nuestros movimientos inexpertos casi se sienten como juegos previos y no puedo tener suficiente. Puedo sentir las miradas de los otros extraños enmascarados sobre nosotros. Decidà darles un espectáculo.
Bailamos como habÃamos bailado juntos muchas veces antes mientras ensayábamos antes de venir a la fiesta.
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