La lluvia caía sin piedad sobre la carretera. Las luces de la camioneta apenas lograban atravesar el agua que caía Bady y Felipe viajaban juntos, en medio de risas y palabras llenas de amor, compartiendo miradas llenas de adoración, ternura y complicidad, sus corazones estaban llenos de felicidad iban a celebrar los cumpleaños de la hermana menor de Bady y nada era capaz de borrar la felicidad que compartían los dos como pareja.
Bady miró por el retrovisor, sonriendo al ver a su pequeño Ángel dormido profundamente en su sillita. Su carita angelical estaba iluminada apenas por la luz del tablero de la camioneta.
Felipe la miró, con ese brillo especial en los ojos, y suspiró antes de hablar.
- Amor yo quiero otro bebé - dijo casi, en un susurro, pero con una sonrisa de niño travieso.
Bady soltó una suave carcajada, notando la expresión de Felipe, y le acarició el rostro mientras mantenía una mano en el volante.
- Cariño, te dije que cuando Ángel tenga unos dos años te doy otro hijo. Además, ahora mismo tengo demasiado trabajo en la empresa.
- Está bien ... Comenzó a decir Felipe, sin poder terminar la frase.
De repente, la camioneta salió de la carretera, peligrosamente a un lado. Felipe intentó frenar, pero derrapó las llantas sobre el lodo y el agua, la camioneta empezó a deslizarse, a caer por un barranco mientras daba vueltas hasta que al final se estrelló violentamente contra un árbol.
El golpe fue brutal. La oscuridad y el silencio envolvieron todo.
Una hora después, las luces de las ambulancias iluminaban la escena del accidente, rompiendo la calma aterradora que rodeaba el lugar. Los paramédicos trabajaban con rapidez, sacando a los heridos dentro del vehículo y colocándolos en las camillas. La escena era un caos; la lluvia seguía cayendo, mezclándose con la sangre que tenía el suelo.
Ángel, el pequeño no resistió, su cuerpecito estaba inmóvil, inerte en los brazos de un paramédico que no pudo hacer más que cubrirlo con una sábana. Felipe fue llevado al hospital de urgencia, pero durante la operación su corazón se detuvo, ; los médicos intentaron reanimarlo, pero al final no resistió. Bady gravemente herida, sobrevivió, pero cayó en un, profundo coma.
Hazel la hermana menor de Bady, recibió la noticia en medio de la noche. Al llegar al hospital, le informaron la tragedia. El mundo pareció desplomarse sobre ella cuando escuchó que su sobrino y su cuñado habían fallecido, y que su hermana estaba en cuidados intensivos, luchando por su vida.
Hazel, ahora era la única familia de Bady y tenía que hacerse cargo de todo, los entierros, los trámites, y la empresa de su hermana.
El dolor la acompaño día y noche, como una sombra que no la soltaba para nada. Hazel pasaba sus días entre la empresa y el hospital sentada junto a la cama de Bady, le hablaba por largas horas, esperando el día en que su hermana finalmente despertara.
Cuatro meses después, del accidente llegó Hazel como todos los días al hospital, con una mezcla de esperanza y temor en el pecho. Al abrir la puerta de la habitación, el corazón le dio un vuelco, los ojos de Bady estaban abiertos. Hazel sintió cómo las lágrimas descendían por sus mejillas y ella corrió abrazar a su hermana.
- Bady ... Hermana, por fin abres tus ojitos, mi bella durmiente.
El rostro de Bady estaba pálido, y sus labios temblaban ligeramente. Su mirada era confusa, perdida, mientras intentaba enfocar la figura de Hazel tomó su mano, acariciándola suavemente, dejando que las lágrimas corrieran por sus mejillas.