Desde que tenía memoria, Alicia había sentido un impulso que la empujaba a ver más allá de los límites de su ciudad. Criada en un pequeño pueblo, las historias sobre el mundo siempre la habían fascinado, y en su mente, los destinos lejanos parecían brillar con una promesa de aventuras y descubrimientos. No había pasado un solo día en que no soñara despierta con lugares desconocidos, con culturas llenas de misterios y con personas que cambiarían su forma de ver la vida.
Había algo en particular que la llamaba: el Medio Oriente. Un mundo de contrastes, de culturas antiguas y paisajes que parecía de otro planeta. Y así, sin dudarlo, había comenzado a planificar su viaje, a pesar de la incertidumbre que sentía. Trabajó incansablemente para ahorrar lo suficiente, y su determinación la llevó a vivir austeramente durante meses, recortando gastos en cada oportunidad.
Finalmente, la oportunidad llegó en forma de un boleto de avión que parecía esperar por ella. Doha, la capital de Qatar, era su destino, una ciudad que encarnaba todo lo que Alicia anhelaba conocer. Qatar tenía algo de ese magnetismo que la hacía soñar con los ojos abiertos: un país que respiraba lujo y modernidad, y al mismo tiempo, conservaba la esencia de una historia milenaria.
La despedida de sus amigos y familiares fue emotiva. Algunos la miraban con incredulidad, preguntándose cómo alguien de su edad, y con tan pocos recursos, se lanzaría a una aventura de ese calibre. Pero Alicia estaba segura. La noche antes de partir, escribió en su diario:
> "Viajar no es huir, es encontrarse en un lugar nuevo. Siento que este viaje me llevará no solo a explorar el mundo, sino a descubrir partes de mí que aún no conozco. Sé que algo me espera en Qatar, algo que cambiará mi vida."
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Horas más tarde, en el aeropuerto, mientras miraba por la ventanilla del avión, observaba cómo las nubes parecían abrirse para mostrarle el camino hacia un destino que, aunque desconocido, sentía familiar en su corazón. El zumbido del avión, los murmullos de los pasajeros y las luces titilantes la hacían sentir una emoción que era difícil de contener. Sabía que su vida estaba a punto de dar un giro.