Dieciocho días después de renunciar a Bruno Montenegro, Jade Rosario se cortó su melena que le llegaba a la cintura y llamó a su padre para anunciarle su decisión de mudarse a California y estudiar en la UC Berkeley.
Su padre, estupefacto, le preguntó por el cambio tan repentino, recordándole cómo siempre había insistido en quedarse con Bruno. Jade forzó una risa, revelando la dolorosa verdad: Bruno se iba a casar y ella, su hermanastra, ya no podía aferrarse a él.
Esa noche, intentó contarle a Bruno sobre su aceptación en la universidad, pero su prometida, Chloe Estrada, interrumpió con una llamada alegre, y las tiernas palabras de Bruno hacia Chloe fueron una tortura para el corazón de Jade. Recordó cómo esa ternura solía ser solo suya, cómo él la había protegido, y cómo ella le había confesado su amor en un diario y una carta, solo para que él explotara, rompiendo la carta y rugiendo: "¡Soy tu hermano!".
Él se había marchado furioso, dejándola sola para que ella, con el corazón destrozado, pegara los pedazos con cinta adhesiva. Sin embargo, su amor no murió, ni siquiera cuando él trajo a Chloe a casa y le dijo que la llamara "cuñada".
Ahora, lo entendía. Tenía que apagar ese fuego ella misma. Tenía que arrancarse a Bruno del corazón.
Capítulo 1
Dieciocho días después de que decidió renunciar a Bruno Montenegro, Jade Rosario se cortó su melena que le llegaba a la cintura. Se paró frente al espejo y fumó su primer cigarro, el humo enroscándose alrededor de sus dedos. El sabor era amargo.
Esa noche, llamó a su padre al otro lado del país.
"Papá, entré a UC Berkeley".
Su voz era apenas un susurro.
"Quiero mudarme a California. Quiero estar contigo de nuevo".
Su padre, Fernando Correa, sonó sorprendido al otro lado de la línea. "Después de que tu mamá y yo nos divorciamos, me establecí aquí. Siempre te pedí que vinieras de intercambio, pero insististe en quedarte con tu hermanastro, Bruno. ¿A qué se debe este cambio tan repentino?".
Jade bajó la mirada, sus ojos estaban rojos e hinchados. Forzó una risa pequeña y ligera.
"Hay caminos que tienes que recorrer hasta el final para darte cuenta de que no llevan a ninguna parte".
Hizo una pausa, su voz temblaba ligeramente.
"Bruno se va a casar. Ya no está bien que yo, su hermana sin lazos de sangre, me aferre a él".
Su padre suspiró, su voz llena de compasión. "Qué bueno que te diste cuenta. Tu mamá y el señor Montenegro han estado viajando por el mundo, dejándote con Bruno todos estos años. Ya creciste. Es hora de que vengas a vivir conmigo. Puedes estudiar y aprender a manejar la empresa".
"Está bien", dijo Jade, y luego colgó.
Vio sus ojos hinchados en el reflejo de la pantalla oscura del teléfono. Fue al baño y se echó agua fría en la cara. Tenía dos semanas antes de irse a Berkeley. Tenía que recomponerse.
Caminó por el pasillo y notó que la luz del estudio estaba encendida. Dudó un momento, luego buscó su carta de aceptación electrónica en el teléfono y tocó la puerta.
"Toc, toc, toc".
Dentro, Bruno Montenegro estaba sentado en su escritorio. Llevaba un pijama de seda azul oscuro, y su nariz aguileña sostenía un par de lentes con armazón dorado. Se veía elegante, distante y disciplinado mientras tecleaba en su computadora.