—El acuerdo es muy generoso con usted, por favor considérelo— indignada como se sentía tomo aquel papel para ver de qué se trataba, el asunto era casi una burla sobre su condición, planteaba que se destinaria un fondo para pagar su hospital y una enfermera veinticuatro horas para ella, una clínica de cuidados paliativos, pero lo más indignante era que el administraría todas sus propiedades porque ella ya no estaba en condiciones mentales para hacerlo por el agotamiento de su enfermedad.
—¿Es un mal chiste? — el hombre aflojo un poco más el nudo de su corbata sintiendo que estaba por atravesar el mismísimo infierno con aquella mujer, podía ver aun la fortaleza en sus ojos que siempre la caracterizo, tenía aquella rudeza que solo poseían los Grey.
—No señorita, si leyera las condiciones con cuidado, notaria que fuimos muy considerados— otra risa rota sonó en la habitación, resonando con mucha más fuerza.
Ella cerro la carpeta y se la arrojo en el aire, provocando que se desestabilizara para poder atraparla.
—¿Qué cree que pasaría si saliera delante de las cámaras y dijera que la corporación Grey deja morir a una de los suyos en una cama de hospital sin si quiera pagar la cuenta de hospital? ¿Cómo se vería con los accionistas?— sus ojos se hicieron más pequeños entornando la cara del abogado que se había comenzado a poner pálido— Quiero aclararle algo, estaré muriendo, pero no estoy lisiada y si tengo que encargarme de hacer su existencia miserable durante lo que me queda de vida, lo hare, recuerde bien a quien se dirige— el tiempo que logro ejercer en la empresa familiar, había sido suficiente para que se hiciera de una reputación en la industria, sobre todo en la de los banqueros y petroleros, unas cuantas llamadas para que los precios de las acciones se desplomaran.
—Señorita Grey, no creo que esto sea necesario, nosotros…
—Lárguese de mi puta habitación, sabrá de mis abogados pronto y dígale a ese pedazo de idiota, que cuide muy bien de mi dinero, porque lo quiero de vuelta— un tono amenazante e inquietantemente bajo había salido de su garganta, el tipo delante de ella salió corriendo casi despavorido del lugar, fue hasta entonces cuando ella pudo acomodarse entre sus almohadas sintiéndose agotada, no espera tener aquella avalancha de emociones.
Levanto su mano izquierda, pensando en cómo su matrimonio se había terminado antes de empezar realmente, su anillo parecía bailar en sus dedos casi esqueléticos por la quimioterapia, había perdido mucho de su figura debido a los tratamientos y ahora…ya no quedaba nada para ver.
A pesar de que a Adally Grey le habían advertido durante toda su vida sobre no ser impulsiva, había cedido una sola vez ante los deseos profundos de su corazón y este sería el mayor de sus arrepentimientos durante su corta vida.
—Un hombre despreciable como ese, no puede pertenecer a nuestra familia— las palabras rebotaron contra las paredes con violencia, debido al enojo creciente — Adally, cariño, eres la siguiente en la línea de sucesión y decides estar con un hombre inferior a ti— una opresión lleno el pecho de la mujer desde aquel día, cuando la cabeza del emporio Grey termino de hablar.
Defender su amor había sido la razón por la cual había sido relevada de sus deberes, los cuales fueron entregadas a su hermanastra menor Yura, entonces no sabía que ese solamente sería el comienzo del fin para ella porque aquella decisión solo atraería la desgracia hacia su persona.
—Ese idiota— las lágrimas comenzaron a brotar por sus ojos sin que ella se diera cuenta, el dolor tan profundo que tenía su alma buscaba la manera de manifestarse, se quitó la argolla lanzándola hacia el otro lado de la habitación, sintiéndose burlada.