—Ugh, ha, ha.
—¡Ximena! ¡Regresa! ¡No hagamos esto más difícil!
Una chica de complexión delgada se escondía bajo unas escaleras obscuras a mitad de la noche, mientras un hombre de cabello negro la buscaba junto a otros hombres.
“Mi nombre es: Ximena Ramírez. Ese hombre, es… mi esposo.
En el pasado, era el hombre que más amé en mi vida y por el cual habría dado absolutamente todo de mí.
¡Je! Bueno, lo di.
Dejé a mi familia, amigos, dinero… dignidad…
Ya no me queda nada…
Ahora estoy corriendo por mi vida y ocultándome.
Ni siquiera sé porque, ya no tengo nada ni a nadie desde hace mucho tiempo. Él se aseguró de eso incluso sin yo darme cuenta.
Soy una estúpida.
¿Por qué correr ahora? ¿Por qué querer escapar?
Porque… no se me permite ni siquiera morir.
La primera vez, fue veneno: sufrí encerrada en una habitación solamente recibiendo comida y agua por diez meses.
Hasta que le supliqué a mi esposo mientras me estaba tomando en ese momento, que por lo menos me permitiera tomar el sol.
La segunda: Me corté las venas, fue doloroso, y, cuando lentamente perdía la razón creyendo que por fin había logrado mi libertad.
Lloré de alegría con cierto alivio, sin embargo, desperté cuatro días después, atada a una cama de hospital.