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Terrible Obsesion

Terrible Obsesion

Sisi González

5.0
calificaciones
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46
Capítulo

Esta novela esta conformada por dos historias la primera historia es la de Jimena. Una bella joven enfermera se convierte en la obsesión de un temible pero apuesto mafioso Italiano que la obliga a ir con él a Italia , despues de salvarle la vida. La Segunda es la historia de Ana Paula Una linda Joven que tiene que casarse con arrogante CEO para salvar a su madre.

Capítulo 1 Capitulo 1: Condenada Por Su Belleza

Un auto a alta velocidad levanta el polvo de las calles del pueblo de San Valentín allende (Colombia). En él va muy mal herido Marcos Bocelli, un famoso narcotraficante italiano que había llegado a Colombia para cerrar personalmente un trato que lo dejaría como el dueño de la mejor mercancía del país. Pero lo que no se esperaba era que uno de sus socios lo traicionaría, y la reunión se convertiría en una balacera donde él resultaría muy mal herido.

Su herida de bala la tiene en su costado derecho. Y aunque sus hombres intentan parar el sangrado, las cosas para él no se ven nada bien. Necesitan llevarlo a un lugar donde le puedan salvar la vida.

De repente, el chófer ve a lo lejos el pequeño hospital del pueblo. Rápidamente estaciona su auto frente a él y sacan a Marcos cargado, prácticamente desmayado ya.

Al entrar, sacan a los pacientes que esperaban en la sala y ordenan que un médico atienda de inmediato a su jefe. Pero, como era ya acostumbrado en el pequeño pueblo, el médico no llegaba hasta una hora más tarde. Así que solo salió una bella joven que trabajaba como enfermera allí.

¿Qué sucede? pregunta asustada al ver que ellos habían sacado a todos los pacientes que estaban en el lugar.

¡Un médico! grita uno de ellos mientras sostiene a Marcos, quien cada vez sangraba más.

¡Lo siento! Pero el médico aún no llega dice ella muy asustada mientras mira como la camisa de Marcos está empapada de sangre.

¡Entonces usted tiene que hacer algo! le grita el hombre y la apunta con el arma.

Ella, temblando de miedo, les pide que lo lleven dentro del consultorio. Allí lo acuestan en la camilla y ella procede a cortarle la camisa con las tijeras. Como los hombres de Marcos la tenían muy nerviosa, ella se llenó de valor y les dijo muy seria:

¡Necesito que salgan!

¡Claro que no! dijo el que la había amenazado, mirándola agresivamente.

¡Muy bien! Si no quieren salirse, entonces tienen que ayudar. ¡Rápido! Pásame esa bolsa que está allí a su derecha.

Dice ella muy seria y con valentía, aunque estaba que se moría del miedo. Ella puso todos sus conocimientos en práctica y logró sacar la bala y detener el sangrado antes de que llegara el médico. Se puede decir que ella le salvó la vida. Casi dos horas después llegó el médico sin imaginar lo que pasaba. Los hombres lo llevaron bruscamente al consultorio apenas lo vieron llegar. Pero ya la joven enfermera había logrado hacer mucho por el jefe italiano, aunque no tenía idea de quién era en ese momento.

"Muy buen trabajo, Jimena", le dice el médico a la joven enfermera, la cual estaba toda llena de sangre.

Unas horas más tarde, Marcos despierta desconcertado, no recordaba qué había pasado y no tenía idea de dónde estaba. "¡Franco!", decía con voz débil mientras se quejaba aún del dolor. Franco era su hombre de confianza, el mismo que había amenazado a Jimena horas antes.

"¡Sí, señor!", dice él acercándose a Marcos. "¿Dónde estoy?", pregunta confundido. Como había perdido el conocimiento, no sabía dónde estaba. "Estamos en un hospital, bueno, algo así", dice Franco. "Tenemos que irnos, hay que llegar a la pista y salir de aquí", dice Marcos con una debilidad en su voz que parece que fuera a desmayarse.

"¡Señorita!", grita Franco al ver que Marcos está a punto de perder el conocimiento. Jimena entra con el médico y rápidamente lo atienden. Marcos abre los ojos y su mirada se queda fija en ella. Aunque está muy débil y muy adolorido, eso no le impide notar la belleza de Jimena. Queda prendado de sus ojos cafés y su piel morena. Ella lo mira también, aunque desea que se vayan pronto. Tampoco le es indiferente el apuesto hombre.

Él solo la mira y para la mala fortuna de Jimena, Marcos ha decidido en ese momento que será de él. Ya más aliviado, Marcos con ayuda de sus hombres se levanta de la camilla y uno de ellos, quitándose la camisa, se la da, ya que la de él, Jimena tuvo que cortarla.

Cuando el médico y Jimena pensaron que ya todo había acabado, Marcos le pide a sus hombres detenerse justo en la puerta del pequeño hospital y les dice:

_ Ella viene conmigo _ con su voz agitada.

_ ¿Cómo, señor? _ pregunta Franco confundido, ya que no entendió lo que Marcos había dicho.

_ ¡Sí! _ Ella viene conmigo. La quiero para mí. ¡Es muy bella! _

_¡Señor! _ Con todo respeto, creo que no es el momento _ dice Franco, sorprendido por la petición de Marcos.

_ ¿Acaso estás cuestionando mis órdenes? _ le pregunta Marcos, mientras lo mira muy serio.

_¡No, señor! _ contesta y ordena que Jimena vaya con ellos.

_ ¿Dónde me llevan? _ grita Jimena muy asustada, mientras uno de los hombres de Marcos la toma por el brazo y a la vista de todos la saca del hospital y la sube al auto.

¿Dónde me llevan? vuelve a preguntar ella aterrada, mientras intenta salir del auto.

¡Ni lo intentes! _ dice Marcos con voz débil _ ¡Eres bellísima! _ y te quiero para mí _ le dice él como si ella fuera un objeto que vio en una vitrina.

_¿Qué? _ Usted está loco. _ Le grita ella _ ¡No puede llevarme con usted! _ Tengo una familia. Tengo un padre y una madre que van a morirse de la preocupación _ le gritaba ella desesperada.

Pero él no le volvió a decir nada. Llegaron al avión y ella es subida a él sin ninguna consideración.

Jimena gritaba con todas sus fuerzas y suplicaba que la dejaran ir. Pero era en vano, Marcos la había condenado. Ahora ella era el juguete nuevo de uno de los mafiosos más peligrosos de Italia.

En el avión, Jimena no paraba de llorar. Con su uniforme aún lleno de sangre, solo pedía que tuvieran compasión y la dejaran volver a su país, a su pueblo.

Pero nada parecía lograr que ellos la escucharan. Así que solo cerró sus ojos y pensó en la desesperación que debían estar sintiendo sus pobres padres en Colombia.

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